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Karim Marzuqa

Palestina

Cada vez peor

Por Felipe González 
 
Inmediatamente antes de que empezara esta nueva fase aguda del conflicto árabe-israelí, es decir, antes del secuestro de un soldado israelí en los territorios ocupados y de los acontecimientos dramáticos en el Líbano a partir del secuestro de otros dos soldados, tuve una discusión no querida por mí con el embajador israelí.

Estábamos realizando un seminario en Sevilla el primer día de junio en relación con el 20º aniversario del establecimiento de relaciones entre España e Israel. El grueso de la reflexión se situaba en torno a ese hecho histórico y su evolución. Me limité, intencionadamente, a contar algunos de los entresijos no conocidos de aquel proceso complejo de negociación a varias bandas, que culminó en enero del 86.

Acabada la exposición, un periodista de La Vanguardia quiso traernos a la realidad inmediata tras el triunfo de Hamás. No quise eludir la respuesta a los temas puestos sobre la mesa. Creía que era posible y conveniente el diálogo con Hamás, después de la elección libre y transparente de los palestinos. Asimismo afirmé que la Unión Europea no debía cortar la ayuda al pueblo palestino por esta elección, Finalmente, expresé mi convicción de que Israel no podía mantener una política unilateral para la solución de los problemas de fondo.

La indignada reacción del embajador israelí allí presente me obligó a recordar algunos datos históricos que personalmente había vivido para avalar la corrección -en mi criterio personal- de la postura que había expresado. Lamento decir que, tras este verano terrible en Gaza, Cisjordania y particularmente en el Líbano, no sólo no he cambiado de criterio sino que mi razonamiento ha ido más allá. De buena fe cabe hacerse la pregunta sobre lo que hubiera ocurrido si la política se hubiera basado en aquellas premisas que defendí.

Todo ha ido a peor en la zona, como fácilmente puede constatarse viendo la dinámica de guerra civil y enfrentamientos contra los ocupantes en Irak, o la tensión generada con Irán, no sólo la guerra en el Líbano. ¿Dónde están los síntomas que anuncian una nueva realidad de democracia y estabilidad en Medio Oriente? No estamos ante el parto de una nueva y mejor criatura, sino ante el aborto frustrante de un proceso de paz imprescindible.

La paz sigue siendo la condición necesaria, aunque no sea suficiente, para conseguir la estabilidad, el desarrollo y la libertad en la región. Si no hay paz, todo lo demás se frustrará una y otra vez. Y aunque no guste oírlo, y menos escucharlo, el epicentro de la paz y de la guerra sigue estando, como hace décadas, en la solución del problema palestino. La fuerza, la política unilateral basada en ella, y sólo en ella, no garantizará nunca la paz. Los otros conflictos son reales, sin duda, pero su encauzamiento hacia una solución se encadena una y otra vez al del epicentro. La guerra del Líbano es la prueba del nueve.

Hace un año, en la Universidad de Tel Aviv, y después en Ramala, recordé el empate infinito en el que se había instalado este problema. Antes con Arafat, ahora con Hamás, mañana con el que venga. Porque hay conflictos que escapan de la salida clásica de triunfo o derrota, vencedores y vencidos, y suelen ser los peores. En los extremos de la opinión y, a veces, del liderazgo de las partes enfrentadas se llega a instalar el discurso de la derrota total de adversario y, si crece la tensión, contamina a franjas amplias de la opinión con resultados cada vez peores.

¿Qué significaría el triunfo total de Israel sobre los palestinos que quieren recuperar su territorio y disponer de su propio Estado? ¿Desaparecería la comunidad palestina de Cisjordania y Gaza? ¿Israel sería ocupante perpetuo de territorios que no le pertenecen?

¿Qué significaría el triunfo total para los palestinos? ¿La liquidación del Estado de Israel y la desaparición de la comunidad judía? ¿La ocupación del territorio asignado a Israel como Estado?

Israel es más fuerte militarmente, pero no puede ganar por la fuerza. Esto no variará en el futuro. Los palestinos son más débiles y tampoco pueden ganar por la fuerza, ni hoy ni mañana. La conclusión es obvia: sólo un acuerdo respetuoso con las resoluciones fundamentales de la ONU traerá paz y estabilidad a palestinos e israelíes.

Todos los interlocutores se precipitan a responder que es eso lo que pretenden, pero en la práctica no es así.

La terrible guerra del Líbano, cuyo objetivo confesadoera liberar a dos soldados israelíes y derrotar a Hezbolá, ha puesto de manifiesto que el conflicto central, el israelo-palestino, tiene una onda expansiva regional inevitable.

Volveré a insistir, contra corriente, en la necesidad de que la comunidad internacional aborde, con el consentimiento de las partes, una solución global. Si Israel vuelve a las fronteras del 67 y los palestinos disponen de su propio Estado, con todas las consecuencias, podría exigirse a todas las partes implicadas reconocimiento recíproco y respeto a los acuerdos.

En los momentos actuales, más que nunca, el papel de la Unión Europea puede y debe ser relevante. Una vez más vemos las enormes dificultades para encarar responsabilidades en materia de paz y seguridad que vayan más allá de la disponibilidad a pagar los gastos de los destrozos que se producen. Sin embargo, contra pronóstico, ha ocurrido un hecho notable en relación con la situación en el Líbano. La Unión ha llegado a un acuerdo muy significativo para aportar más de la mitad del contingente de Naciones Unidas que se desplegará en el sur del país. Más notable aún si se tiene en cuenta que ni Gran Bretaña ni EE UU formarán parte de la operación.

Pero todo el mundo es consciente de que el del Líbano es un conflicto derivado y que la situación en los territorios ocupados sigue siendo explosiva. Por eso, el nuevo ministro de Exteriores italiano ha hablado de la necesidad de que la Unión Europea piense en la interposición, con mandato de la ONU, entre israelíes y palestinos, llegado el momento.

Si la hoja de ruta está muerta, como los Acuerdos de Oslo; si la comunidad internacional está de acuerdo en un punto mínimo: el Estado palestino; si los procesos de negociación llegaron hasta un punto casi definitivo con Clinton; si la Liga Árabe ofreció en su día un acuerdo sobre bases semejantes, ¿no ha llegado la hora de arrancar con una iniciativa fuerte que siente a todos en torno a un plan definitivo, como si se retomara el impulso de la Conferencia de Madrid de 1991?

Ésta debería ser la propuesta de la Unión Europea, legitimada hoy por su decisión respecto a la paz en el Líbano y siempre por ser la que más esfuerzos ha hecho para ayudar a los países de la región. Seguir parcheando ya no es posible, porque se reproducirán continuamente las situaciones de crisis. La solución global es inaplazable para una visión sensata de los intereses de los israelíes, de los palestinos y de los países árabes concernidos. Entonces sí se podría empezar a hablar de un nuevo Medio Oriente encaminado, desde la paz, hacia un horizonte más libre y próspero. 

Felipe González es ex presidente del Gobierno español.

Fuente: www.palestinalibre.org 

La Revolución Palestina

En este agosto de 2006 en que recrudece la agresión de Israel en Medio Oriente y en que, correspondientemente, se multiplican las mentiras imperialistas propagadas por los grandes monopolios de la comunicación, resulta imprescindible leer lo que escribiera este insigne y reconocido periodista y, más que eso, este consecuente combatiente revolucionario, integrante de Montoneros, que desapareciera en marzo de 1977 a manos de a dictadura de Videla. Es ésta la VERDADERA HISTORIA, documentada aún con fuentes que, como la ONU, si pueden ser sospechadas de parcialidad, no es precisamente en favor de la Resistencia Palestina, y relatada por un Rodolfo Walsh sobre el que hoy ya es universal su credibilidad y honestidad intelectual, un escritor alabado mundialmente y reconocido como un clásico de la literatura política y como un excelso, penetrante e insuperable investigador. El presente trabajo de Rodolfo Walsh fue publicado en el diario “Noticias”, en junio de 1974. Publicamos además la polémica posterior entre Walsh y el entonces embajador del Estado de Israel en Argentina. El conjunto de estos materiales es reproducido en base a los Cuadernos de la revista Jotapé (que aparecía en los ’80) y a la edición realizada por la Editorial Último Recurso”, en mayo de 2005.

Desde 1974 a hoy la Resistencia Palestina y de otros pueblos ha escrito muchas nuevas páginas de su lucha contra el colonialismo sionista. Serán motivo de posteriores envíos para seguir conociendo la VERDADERA HISTORIA.

La Revolución Palestina

Rodolfo Walsh, enviado de Noticias, estaba en Beirut el 15 de mayo cuando un comando palestino golpeó en Maalot. Caminó al día siguiente entre las ruinas de las aldeas libanesas bombardeadas por la aviación israelí. Entrevistó a los principales dirigentes de la Resistencia Palestina; antes había pulsado el sentimiento dominante en El Cairo, Damasco, Argel. En su opinión, los acuerdos tramitados por Kissinger no sellarán la paz en Medio Oriente. La explicación está en el pueblo palestino expulsado de su tierra y en la marea revolucionaria que sacude a ese pueblo. Esa Revolución es el tema de la serie que empieza a publicar Noticias.

Tres millones de palestinos despojados de su patria cuestionan todo arreglo de paz en Medio Oriente

- ¿Cómo te llamás?

- Zaki.

- ¿Qué edad tenés?

- Siete.

- ¿Vive tu padre?

- Murió.

- ¿Qué era tu padre?

- Fedaí.

- ¿Qué vas a ser cuando seas grande?

- Fedaí.

El chico rubio de cabeza rapada y uniforme a rayas que da estas respuestas en una escuela de huérfanos al sur de Beirut, Líbano, resume la mejor alternativa, que tras 26 años de frustración resta a tres millones de palestinos despojados de su patria: convertirse en fedayines, combatientes de la Revolución Palestina.

“¿Palestinos? No sé lo que es eso”, declaró en una oportunidad la ex primer ministro de Israel, Golda Meir. Se conoce la eficacia ilusoria del argumento, utilizado en Argelia, Vietnam, colonias portuguesas, para negar la existencia de sus movimientos de liberación. Muyaidín? Connait pas. Libération Front? Never heard of it. FRELIMO? Nao conhece. El enemigo no existe y todo está en orden. Cada una de estas negativas ha hecho correr un río de sangre pero no ha detenido la historia.

Desde hace un cuarto de siglo la política oficial del Estado de Israel consiste en simular que los palestinos son jordanos, egipcios, sirios o libaneses que se han vuelto locos y dicen que son palestinos, pero además pretenden volver a las tierras de las que se fueron “voluntariamente” en 1948, o que les fueron quitadas no tan voluntariamente en las guerras de 1956 y 1967. Como no pueden, se vuelcan al terrorismo. Son en definitiva “terroristas árabes”.

Es inútil que en el Medio Oriente estos argumentos hayan sido desmantelados, reducidos a su última inconsecuencia. Israel es Occidente y en Occidente la mentira circula como verdad hasta el día en que se vuelve militarmente insostenible.

La hoja 1974 de esta historia no ha sido todavía doblada y ya tiene varios renglones sangrientos: Keriat Shmonet, Kfair, Maalot, Nabatyé. Es difícil entenderla si se ignoran las hojas 1967, 1948, 1917, y aún las anteriores, incluso las que se salen de la historia y se hunden en la literatura religiosa.

En el principio fue...

Primero -dicen- fueron los caanitas y después fueron los hebreos. Faltaban mil años para que naciera Cristo cuando Saúl fundó su reino, que después se partió en dos. Hace casi 2700 años el reino de Israel fue abatido por los asirios. Hace 2560 años el reino de Judá fue liquidado por los babilonios, y en el año 70 de nuestra era los romanos arrasaron Jerusalén.

Estos son los precedentes históricos del Estado de Israel, sus títulos de propiedad sobre Palestina.

El Sha de Irán podría alegar títulos análogos fundado en la invasión persa del siglo VI antes de Cristo, la Junta Militar griega podría recordar que Alejandro ocupó Palestina el año 331, Paulo VI acordarse de que en el año 1099 los cruzados católicos fundaron el reino de Jerusalén. Los propios historiadores árabes han señalado burlonamente que los caanitas que ocuparon Palestina antes que los hebreos, venían de la península arábiga y eran, en consecuencia, “árabes”.

Con la destrucción de Jerusalén -dicen- empezó la diáspora judía, la dispersión. Desde entonces, según la leyenda moderna, el judío anduvo errante por el mundo esperando el momento de volver a Palestina..

¿Cuántos volvieron realmente? Historiadores ingleses afirman que en el siglo XVI vivían en Palestina menos de 4.000 judíos, en el siglo XVIII, 5.000, y a mediados del siglo pasado, 10.000. Es recién a fines de ese siglo cuando algunos judíos empiezan a plantearse el retorno masivo, y cuando ese retorno asume una forma política y una ideología: el sionismo.. ¿Por qué?

Un fruto tardío del capitalismo

Una respuesta posible a esa pregunta surgió del campo de concentración nazi de Auschwitz. La escribió en 1944, su último año de vida, un judío marxista de 26 años, Abraham León: “El sionismo, que pretende extraer su origen de un pasado dos veces milenario, es en realidad el producto de la última fase del capitalismo”

En esa fase todos los nacionalismos europeos han construido sus estados y no necesitan ya de la burguesía judía que ayudó a construirlos, pero que ahora es un competidor molesto para el capitalismo nativo.

“Repentinamente” surge en esos países el chovinismo antisemita, y se convierten en extranjeros indeseables judíos integrados durante siglos a la vida de los mismos, que, como dice León, “tenían tan poco interés en volver a Palestina como el millonario norteamericano de hoy”.

Las persecuciones del siglo XIX afectan más a la clase media judía que a la clase alta, cuyos representantes notorios iban a lograr una nueva integración a nivel del capital financiero internacional.

Aquellos judíos europeos perseguidos que descubrieron en el capitalismo la verdadera causa de sus males, se integraron en los movimientos revolucionarios de sus países reales. El sionismo evidentemente no lo hizo y se configuró como ideología de la pequeña burguesía, alentada sin embargo por aquellos banqueros que -como los Rotschild- veían venir la ola y querían que sus “hermanos” se fueran lo más lejos posible. A fines del siglo pasado esa ideología encontró su profeta en un periodista de Budapest, Teodoro Herzl, su programa en las resoluciones del Congreso de Basilea de 1897 y su herramienta en la Organización Mundial Sionista.

El retorno a Palestina tropezaba sin embargo con el inconveniente de que el país estaba ocupado por una población -500.000 habitantes- que desde la conquista islámica del siglo VII era árabe.

Los fundadores del sionismo negaron el problema. En 1898 Herzl hizo un viaje a Palestina y preparó un informe donde la palabra árabe no figuraba. Palestina era una tierra sin pueblo donde debía ir el pueblo sin tierra. El palestino se convirtió en “el hombre invisible” del Medio Oriente. Algunos alcanzaron sin embargo a descubrirlo. El escritor francés Max Nordau vio un día a Herzl y le dijo asombrado: “Pero en Palestina hay árabes” y agregó: “Vamos a cometer una injusticia”.

En medio siglo el sionismo reemplazó a la población árabe de Palestina por inmigrantes europeos

“Palestina es mi país” dice Ihsan. “Nunca estuve en Palestina”, dice, “pero algún día volveré porque nuestros comandos están peleando para que volvamos”.

“Mi padre murió en Abar el Djelili”, dice Naifa. “La muerte de mi padre no me duele, porque murió por nosotros”.

“Mi padre se llamaba Salah”, dice Randa. “Estaba peleando y murió”.

Ninguno de los 480 huérfanos de la escuela de Suq el Garb, al sur de Beirut, había visto Palestina si no era a través de los ojos del padre muerto.

En el aula las muchachas se levantaron para saludar al visitante que venía de tan lejos. En el pizarrón había una inscripción en árabe. Pregunté qué decía. Decía: “Historia Palestina”.

La idea del Estado Judío surgió a fines del siglo pasado, como el último proyecto de un estado europeo cuando ya no existía en Europa lugar para un nuevo estado.

Ese estado debía en consecuencia instalarse fuera de Europa y el lugar elegido resultó Oriente. La contradicción fue “resuelta” a través de la ideología -el sionismo- y la ideología se alimentó en el mito bíblico y en la simulación de que Palestina estaba deshabitada.

Históricamente, estas construcciones mentales producen víctimas. En 1900 había en Palestina 500.000 árabes y 30.000 judíos. Si en 1974 hay tres millones de israelíes y 350.000 árabes, no hace falta preguntarse dónde están las víctimas: están afuera de Palestina, expulsadas de su patria.

Conviene recordar -porque es la cuestión de fondo- cómo se produce ese trasvasamiento sin precedentes en que la población de un país es reemplazada por otra.

Los primeros inmigrantes no provocaron la desconfianza de los árabes. En 1883 los habitantes de Sarafand recibieron a los colonos que llegaban con estas palabras. “Desde tiempo inmemorial somos hermanos de nuestros vecinos, los hijos de Israel, y viviremos con ellos como hermanos”. Ocho años después sin embargo los notables de Jerusalén pidieron al imperio otomano, que gobernaba Palestina, que prohibiera la inmigración judía, y en 1898 los árabes de Transjordania expulsaron violentamente una colonia judía.

A pesar de las prohibiciones oficiales la inmigración continuó, aprovechando la corrupción de funcionarios turcos y de terratenientes árabes ausentistas que vendían sus tierras. En 1907 se estableció el primer kibutz, granja colectiva que desde el principio excluyó al trabajador árabe. Cuando en 1914 los turcos hicieron su primer y último censo, resultó que había en Palestina 690.000 habitantes, de los que 60.000 eran judíos. Ese año la guerra mundial dio al sionismo su gran oportunidad.

Inglaterra regala Palestina
Foreign Office, Noviembre 2, 1917.

Querido Lord Rotschild:

Tengo mucho placer en transmitirle, de parte del gobierno de Su Majestad, la siguiente declaración de simpatía con las aspiraciones Judías Sionistas, que ha sido sometida al Gabinete y aprobada por él.

“El gobierno de Su Majestad contempla con simpatía en establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo Judío, y usará sus mejores esfuerzos para facilitar el cumplimiento de ese objetivo, quedando claramente entendido que nada se hará que pueda perjudicar los derechos civiles y religiosos de comunidades no-Judías existentes en Palestina, o los derechos y el status político de que disfrutan los Judíos en cualquier otro país”.

“Le agradeceré ponga esta declaración en conocimiento de la Federación Sionista”.

Este trozo de papel, en apariencia inofensivo, es el fundamento moderno del Estado de Israel. Se lo conoce como de declaración de Balfour, y lleva la firma del canciller inglés.

Dos años después Balfour aclaró lo que quería decir: “El sionismo, bueno o malo, es mucho más trascendente que los deseos y prejuicios de los 700.000 árabes que ahora habitan esa antigua tierra... En Palestina no pensamos llenar siquiera la formalidad de consultar los deseos de los actuales habitantes del país”.

Dos años antes de la Declaración, Gran Bretaña había prometido al Shariff Hussein, la independencia de los países árabes, a cambio de su ayuda en la guerra contra Turquía, aliada de Alemania. Y en efecto fueron soldados árabes los que liquidaron el dominio otomano en Medio Oriente.

La declaración Balfour se conoció después y, finalizada la guerra, sirvió de base para la resolución de la Liga de las Naciones que convirtió a Palestina en mandato británico. En la redacción de ese documento participó la Organización Mundial Sionista.

A partir de ese momento la inmigración creció inconteniblemente, organizada por la Agencia Judía, que formaba parte de la administración británica.

Cuando los ingleses hicieron su primer censo en 1922 había en Palestina 760.000 habitantes, de los que algo más de 80.000 eran judíos: o sea el 11%. Esa proporción había subido en 1931 al 16 y en 1936 al 28%. Ese año se produciría la primera rebelión palestina contra los ingleses, que duró tres años y costó millares de muertos.

Manual del colonialismo

Todavía en 1917 David Ben Gurion afirmó que “en un sentido histórico y moral” Palestina era un país “sin habitantes”.

Ben Gurion no ignoraba que el 90% de los habitantes eran árabes: decía simplemente que no existían como seres históricos o morales. Por la misma época, según relata Fanon, los profesores franceses de la Universidad de Argel enseñaban seriamente que los argelinos eran más parecidos a los monos que a los hombres.

Este tren de pensamiento, llevado a sus conclusiones prácticas, puede encontrarse en el propio fundador del sionismo, Teodoro Herzl. “La edificación del Estado Judío” escribió “no puede hacerse por métodos arcaicos. Supongamos que queremos exterminar los animales salvajes de una región. Es evidente que no iremos con arco y flecha a seguir la pista de las fieras, como se hacía en el siglo XV. Organizaremos una gran cacería colectiva, bien preparada, y mataremos las fieras lanzando entre ellas bombas de alto poder explosivo.”

Algunos colonizadores admitían que los palestinos eran hombres, aunque más parecidos a los pieles rojas. “¿Quién ha dicho -preguntaba en 1921 la Organización Sionista de Gran Bretaña- que la colonización de un territorio subdesarrollado debe hacerse con el consentimiento de sus habitantes? Si así fuera... un puñado de pieles rojas reinarían en el espacio ilimitado de América.”

Un ghetto más grande

La mentalidad colonial marcó profundamente el establecimiento de la inmigración judía en Palestina. Se formaron comunidades cerradas, exclusivas, donde el árabe era un intruso. La reventa de tierras a los árabes se convirtió en pecado que las organizaciones terroristas judías castigaron sangrientamente.

Aún a nivel de la clase obrera se instala una perversión de la conciencia que convierte al trabajador árabe primero en competidor del inmigrante, después en enemigo, finalmente en víctima. La Histradut, central sindical judía, no admite en su seno, los boicotea, prohíbe a las empresas judías que compren materiales trabajados por los árabes.

David Hacohen, miembro de la Histradut y años después parlamentario israelí, ha recordado las dificultades que tuvo para explicar a otros “socialistas” ingleses que “en nuestro país uno adoctrina a las amas de casa para que no compren nada a los árabes, se piquetean las plantaciones de citrus para que ningún árabe pueda trabajar en ellas, se vuelca petróleo sobre los tomates árabes, se ataca en el mercado a la mujer judía que ha comprado huevos a un árabe, y se los rompe en la canasta...”

La soberbia racial va moldeando esa sociedad en el más absoluto aislamiento, como si todos los ghettos del mundo se juntaran en un ghetto más grande, pero esta vez deliberadamente encerrado en sí mismo.

Simón Luvich, israelí exiliado en Londres, recuerda con asombro aquella época de su infancia: “Para nosotros, los árabes eran una especie de exótica minoría étnica, que a veces bajaba de las montañas con sus kufeyas... Nunca entendimos de qué se trataba, porque no los veíamos.”

Galili, ministro de Información de Israel, seguía sin verlos en 1969: “No consideramos a los árabes del país un grupo étnico ni un pueblo con carácter nacional definido”.

Si es ceguera no ver lo que existe, a esa ceguera debe atribuirse la sangre que ha corrido y seguirá corriendo en Palestina.

En 1947, una resolución de las Naciones Unidas quitó a los palestinos el derecho a tener una Patria

El israelí se jacta ante el mundo de ser el máximo representante en la historia de la Diáspora... Pero quien posee en tal grado el sentimiento del destierro, llega a ser completamente incapaz de comprender que otros puedan tener ese mismo sentimiento. No es cruel que digamos que el comportamiento de los israelíes sionistas con el pueblo original de Palestina es similar a la persecución nazi contra los propios judíos. (Mahmud Darwis, poeta palestino).

El mandato británico sobre Palestina después de la primera guerra mundial permitió cumplir con la promesa, contenida en la declaración de Balfour de 1917, de establecer un “hogar nacional” judío en un territorio poblado por los árabes. Para el sionismo el Mandato era una etapa intermedia, necesaria antes de establecer una población propia en Palestina como base del Estado Judío, objetivo permanente detrás de la fachada del “hogar nacional”.

Gran Bretaña favoreció ese proyecto hasta que la inminencia de la segunda guerra mundial le hizo ver que el riesgo de que los pueblos árabes se alinearan junto a Alemania. Las falsas promesas de 1915 se renovaron en 1939.

En mayo de ese año el gobierno británico publicó un Libro Blanco donde reafirmaba que no tenía el propósito de imponer la nacionalidad judía a los árabes palestinos, prometía limitar a 75.000 el número de inmigrantes en los próximos cinco años y, a partir de 1944, no admitir nueva inmigración sin el consentimiento explícito de los árabes.

El Libro Blanco fue un producto tardío e ineficaz del colonialismo ingles. En los primeros 20 años de Mandato la proporción de habitantes judíos en Palestina pasó del 10 al 30%. Solamente en 1935 habían entrado más de 60.000 colonos: en 1940 la población judía se acercaba al medio millón.

Aceitando el fusil

Los jefes de la Agencia Judía concibieron desde el principio la inmigración como una “colonización armada” y construyeron una organización semiclandestina, el Haganah, de la que en 1935 se separó un brote terrorista de ultraderecha, el Irgun, cuyo lema era un mapa de Palestina y Transjordania atravesado por un brazo armado y un fusil con el lema hebreo Rak Kach (“Sólo así”).

Inicialmente estas organizaciones se limitaron a asegurar mediante el terror la vigencia del boycot antiárabe, pero a partir de 1939 empezaron a prepararse para combatir, también a los ingleses. Curiosamente uno de esos preparativos consistió en el ingreso masivo de judíos en el ejército británico: al final de la segunda guerra su número llegaría a 27.000 hombres, que serían el núcleo del ejército judío para la confrontación final en dos tiempos: contra los ingleses y contra los árabes.

El empujón nazi

El estallido de la guerra llevó a su paroxismo la persecución de los judíos en Alemania y brindó un nuevo argumento para la inmigración en Palestina. Ben Gurion resumió en estos términos el sentido y los límites de la alianza entre el sionismo y Gran Bretaña: “Lucharemos junto a Gran Bretaña en esta guerra como si el Libro Blanco no existiera, y lucharemos contra el Libro Blanco como si no existiera la guerra”.

En la práctica esto significó desconocer las cláusulas restrictivas del Libro Blanco e intensificar la inmigración clandestina, aún desafiando el bloqueo inglés. Buques cargados de inmigrantes europeos fugitivos del nazismo empezaron a llegar a las playas palestinas. Cuando en 1940 los ingleses pretendieron devolver el cargamento de dos de esos barcos, el buque Patria que debía transportarlos confinados a la isla Mauricio, saltó en pedazos en el puerto de Haifa. Allí murieron 250 personas, en su mayoría mujeres y niños. Aunque el sionismo alegó que los propios refugiados volaron el Patria, la opinión mundial se indignó ante la insensibilidad británica.

Recién 18 años después un miembro del Comité de Acción Sionista, Rosenblum, reveló que el Patria había sido volado por la Haganah, sin consultar a las víctimas. “Con nuestras propias manos asesinamos a nuestros hijos”, escribió Rosenblum.

Llegan los americanos

En 1942 el centro de gravedad del sionismo se había desplazado de Gran Bretaña a los Estados Unidos. El 11 de mayo de ese año la Organización Sionista Americana publicó un manifiesto que luego fue conocido como el Programa de Baltimore. Planteaba cuatro exigencias: el fin del Mandato, el reconocimiento de Palestina como Estado soberano judío, la creación de un ejército judío, la formación de un gobierno judío.

En Jerusalén, la Agencia Judía adoptó el Programa de Baltimore como política oficial del sionismo y se desligó del Mandato. Gran Bretaña había cumplido su ciclo. Iba a librar aún acciones de retaguardia, condenadas de antemano, pero dejaría en Medio Oriente -como en la India, como en Irlanda- la semilla de un conflicto inagotable.

Los norteamericanos tomaron el relevo de los ingleses y no lo abandonaron hasta hoy.

Cuando en 1945 se desmoronó el nazismo y se abrieron las puertas de los campos de concentración -las cámaras de gas, los patéticos restos de una infinita carnicería-, un sentimiento de horror sacudió a Europa.

Los europeos tienen una singular capacidad para proyectar los propios demonios a lejanos escenarios. Muchos franceses creen que las atrocidades de Hitler son distintas de sus propios crímenes en Indochina y Argelia: ingleses que no han oído de Kenya se asustan de las persecuciones de Stalin, y algunos italianos están convencidos de que el fascismo nació en la Argentina.

De acuerdo con este esquema, el exterminio de los judíos iba a ser purgado no en el lugar donde ocurrió, sino en Medio Oriente: no por quienes lo ejecutaron o lo permitieron sino por gente que no tenía nada que ver.

El proyecto de un Estado Judío en Palestina se convirtió así en clamor mundial y los dirigentes sionistas lo explotaron serenamente. Los 225.000 sobrevivientes de los campos de concentración fueron canalizados a Palestina aumentando una población que ya al fin de la guerra ascendía al 32%.

Entretanto se preparaba la guerra. No se había disipado el humo sobre las ruinas de Berlín ni se había desenterrado el espanto total de Auschwitz cuando David Ben Gurion, futura cabeza del Estado de Israel, negociaba en Estados Unidos la compra de armamento pesado y la reorganización de la Haganah por militares norteamericanos.

Nace una Nación

Una fulgurante campaña de terror contra los ingleses precipitó el epílogo. En febrero de 1947 Gran Bretaña anunció que, en esas condiciones, no estaba dispuesta a seguir gobernando Palestina, y devolvió a las Naciones Unidas el Mandato que le había entregado la Liga de las Naciones.

La Asamblea de la UN discutió siete meses el tema y finalmente elaboró una solución “salomónica”. Palestina sería dividida en dos Estados: uno judío, otro árabe.

En ese momento había en Palestina 1.200.000 árabes y 600.000 judíos. Los palestinos poseían el 94% de la tierra y los judíos el 6%.

El Plan de Partición de las Naciones Unidas dividió el país en dos. En uno, que se convertiría en el Estado de Israel, y que abarcaba el 60% de las mejores tierras cultivables, había 500.000 judíos y 400.000 palestinos. En el 40% restante, que nunca llegó a convertirse en Estado, y que hoy forma parte de Israel, había 800.000 palestinos y 100.000 judíos.

El mapa resultante es un notable ejercicio de topología en que ambos países aparecen superpuestos, con pasadizos y corredores para comunicar regiones separadas. Lo que no dice el mapa es que la mitad de las tierras de propiedad palestina caían bajo jurisdicción israelí, y que en millares de casos la aldea árabe quedaba separada de las tierras que cultivaban sus habitantes.

El 29 de noviembre de 1947, por una mayoría de dos tercios que encabezaban los Estados Unidos y la Unión Soviética, la Asamblea de la UN aprobó el Plan de Partición y desencadenó la desgracia del pueblo palestino, el genocidio, el éxodo y la guerra.

En la votación los norteamericanos presionaron hasta el límite a los dóciles gobiernos asiáticos y latinoamericanos. Una empresa yanqui compró a la vista de todo el mundo el voto de un país africano. El secretario de Defensa norteamericano James Forrestal, que no era propenso a escandalizarse, pudo escribir: “Los métodos que se han usado en la Asamblea General para presionar y coercionar a otras naciones, bordean el escándalo”.

Así nació Israel. Pero la historia no terminaba. Al día siguiente de la votación, el sionismo lanzó todo el peso del terror para despojar a los árabes del territorio que le había dejado el Plan de Partición.

El Terror Sionista y el Exodo Palestino. La Masacre de Deir Yassin sentó un modelo de escarmiento

“Durante tres días, del 11 al 13 de diciembre, atacamos en Haifa y en Jaffa, en Tireb y Yazur. Atacamos y volvimos a atacar en Jerusalén... Las bajas enemigas en muertos y enemigos fueron muy altas”.

De este modo describe Menajem Begin, el jefe del Irgun, el comienzo de la guerra que durante siete meses sacudió a Palestina en 1947-48.

El objetivo de esos ataques no eran ya los ingleses. El 29 de noviembre las Naciones Unidas habían votado la partición de Palestina y Gran Bretaña anunció el 14 de mayo de 1948 que retiraba sus últimas tropas.

El blanco de la ofensiva en que participaron la Haganah, el Irgun y la Banda Stern era la población Palestina, desarmada y desorganizada.

En septiembre de 1946 la Haganah había caracterizado al Irgun y la Banda Stern como “organizaciones que se ganan la vida mediante el gangsterismo, el contrabando, el tráfico de drogas en gran escala, el robo a mano armada, el mercado negro”.

Esta suma de dicterios expresaba en realidad diferencias políticas y de método. Mientras la Haganah, brazo armado de la Agencia Judía, se definía como “socialista” y buscaba una imagen de respetabilidad, el Irgun evolucionaba hacia las posiciones fascistas que hoy sostiene el partido Herut, encabezado por el mismo Begin y la Banda Stern era un grupo de desesperados de ultraderecha.

A pesar de las acciones espectaculares del Irgun, Haganah fue siempre la organización de mayor peso y de ella surgieron los líderes, hasta hoy, del Estado de Israel.

Como jefe militar aparecía Moshe Sneh. La cabeza real era Ben Gurion -luego primer ministro- y entre sus dirigentes figuraban Moshe Dayan, hasta hace poco ministro de Defensa, y el actual primer ministro Itshak Rabin.

Un comité anglonorteamericano de investigación sobre la violencia en Palestina describió en 1946 los efectivos de la Haganah: una fuerza territorial de reserva de 40.000 colonos, un ejército de campaña de 16.000, y una fuerza de choque, el Palmach, que oscilaba entre 2.000 y 6.000.

El Irgun tenia de 3.000 a 5.000 combatientes; la Banda Stern alrededor de 300.

Separadas por ácidas disputas, estas tres fuerzas confluyeron rápidamente ante el anuncio de la retirada inglesa, aceptaron la hegemonía de la Haganah y pusieron en práctica el llamado Plan D, que consistía en aterrorizar a la población árabe en el período de vacío político comprendido desde el voto de la UN y la retirada inglesa y limpiar de árabes el Estado Judío y ocupar todo el territorio posible del Estado Árabe previsto por el Plan de Partición.

Deir Yassin

Las primeras operaciones combinadas de las organizaciones sionistas se desataron en diciembre de 1947 sobre la carretera que unía los dos principales baluartes judíos: la ciudad costera de Tel Aviv y el barrio judío de Jerusalén. La carretera estaba flanqueada por aldeas árabes, lo que equivalía al bloqueo de Jerusalén.

La primera etapa consistió en operaciones de hostigamiento contra esas aldeas, duró hasta marzo de 1948 y dejó 1700 muertos. La ofensiva en gran escala comenzó el 3 de abril cuando el Palmach tomó por asalto la aldea de Qastall, situada sobre un cerro que dominaba la carretera.

Seis días después el Irgun con el conocimiento de la Haganah, desarrolló una operación que hasta el día de hoy aparece ante cien millones de árabes como el símbolo del horror: el asalto y la masacre de Deir Yassin.

Deir Yassin era una pequeña aldea árabe situada cinco kilómetros al oeste de Jerusalén. No tenía importancia estratégica alguna y sus habitantes permanecían al margen de la conflagración. En la mañana del 9 de abril, 200 efectivos del Irgun y la Banda Stern entraron a sangre y fuego casa por casa, masacrando a 254 hombres, mujeres y niños, saquearon, violaron, mutilaron cadáveres y los arrojaron a una fosa común.

“El baño de sangre de Deir Yassin” -admitió después el escritor judío Arthur Koestler- “fue la peor atrocidad cometida por los terroristas en toda su carrera”.

Discurso del Método

En su libro La Rebelión, el autor de la masacre, Menajem Begin, aclaró sus motivos. Después de Deir Yassin, dice, “un pánico sin límites asaltó a los árabes, que empezaron a huir en salvaguarda de sus vidas. Esta fuga en masa se convirtió en un éxodo enloquecido e incontrolable. De los 800.000 árabes que vivían en el actual Estado de Israel, sólo quedaron 165.000”.

La opinión de Begin es confirmada por Koestler: “La población árabe fue presa del pánico y escapó de sus pueblos y aldeas lanzando el lastimero grito: Deir Yassin. Huyeron de sus casas dejando a medio beber el último café en el pocillo de porcelana”.

Si los detalles de la masacre de Deir Yassin merecen un tratamiento aparte cuando se discuta el rol del terrorismo en las luchas palestinas, sus efectos políticos y militares se hicieron evidentes enseguida.

Tres días después el Palmach tomó Kolonia sin lucha y dinamitó una por una las casas árabes. Cinco aldeas más fueron destruidas por la fuerza de choque del Haganah antes del 17 de abril con un saldo de 350 muertos. El 21 de abril, dice Begin, “todas las fuerzas judías penetraron en Haifa como un cuchillo entra en la manteca. Los árabes escapaban aterrados gritando Deir Yassin”.

Haifa era la segunda ciudad de Palestina. En una semana su población se redujo de 60.000 a 9.000.

El 25 de abril el Irgun atacó Jaffa, la ciudad árabe contigua a Tel Aviv. Al principio hubo resistencia, pero después se repitió el fenómeno: los árabes escapaban por decenas de millares. Aquí no fue necesario el ejemplo de Deir Yassin: los últimos defensores de Jaffa fueron fusilados sobre el terreno, los sobrevivientes expulsados con lo puesto, y las casas dinamitadas una tras otra.

El mismo día la Haganah tomó Acre. Bastó un megáfono y el anuncio de represalias, para que el éxodo se repitiera.

Mientras estos episodios se repetían en centenares de aldeas y decenas de millares de familias palestinas ambulaban por los caminos que conducían al Líbano, Siria, Jordania, las tropas británicas observaron con singular indiferencia, limitándose a impedir que los incipientes ejércitos de los países árabes violaran las fronteras del nuevo Estado de Israel.

El 14 de mayo las últimas columnas del ejército inglés desfilaron al son de las gaitas por las calles de Jerusalén. En el primer minuto del 15, una exclamación de júbilo brotó de las posiciones conquistadas por los israelíes: era el Día de la Independencia.

Nathan Chowsi, un judío que emigró a Palestina en 1906, ha calificado ese júbilo:

“Los viejos colonos de Palestina podríamos relatar de que manera nosotros, los judíos, expulsamos a los árabes de sus ciudades y sus aldeas... Aquí había un pueblo que vivió 1300 años en su propia tierra. Vinimos nosotros y convertimos a los árabes en trágicos refugiados. Y todavía nos atrevemos a calumniarlos y difamarlos, a ensuciar su nombre. En vez de sentirnos profundamente avergonzados por lo que hicimos, y tratar de enmendar todo el mal que hemos cometido, ayudando a esos infelices refugiados, justificamos nuestros actos terribles, y tratamos inclusive de glorificarlos”.

Producto de tres guerras y de innumerables persecuciones, el Pueblo de las Tiendas aguarda su hora

- ¿Usted de dónde es?

- Soy de Jaffa.

- ¿Y dónde vive?

- Yo vivo en una carpa. Y usted, ¿de dónde es?

- Soy de Bulgaria.

- ¿Y dónde vive?

- Vivo en Jaffa.

(Arlette Tessier. “Diálogo en Gaza”)

“Esta es una transmisión de la Haganah, intimidando a los árabes a que abandonen esta distrito antes de las 5:15 de la madrugada. Tengan piedad de sus mujeres y de sus hijos y salgan de este baño de sangre. Váyanse por el camino de Jericó, que todavía está abierto. Si se quedan, vendrá el desastre”.

Aún no había amanecido el 15 de mayo de 1948, Día de la Independencia de Israel, cuando decenas de camiones equipados con altoparlantes transmitían este mensaje a las poblaciones árabes.

El desastre que se invocaba no era una amenaza hueca. El recuerdo de la masacre de Deir Yassin se unía en la mente de los palestinos al de decenas de pueblos y ciudades ocupados a sangre y fuego.

El Plan Dalat o Plan D, puesto en ejecución por el alto mando de la Haganah, al que se plegaron las otras dos organizaciones terroristas -Irgun y Stern- incluyó trece campañas militares en regla entre el 1º de abril (Operación Nachshon) y el 14 de mayo (Operaciones Ben Ami, Pitchfork y Schfilon). Ocho de ellas se desarrollaron fuera de Israel.

El resultado de estas operaciones fue la ocupación de Haifa, Jaffa, Beisan, Acre, barrio residencial árabe de Jerusalén y otras poblaciones menores, así como la “purificación” de Galilea.

Antes que Ben Gurion proclamara el Estado de Israel en un museo de Tel Aviv, bajo un retrato de Teodoro Herzl fundador del sionismo, había ya 400.000 palestinos fugitivos. Pero en la madrugada del 15 las fuerzas israelíes cruzaron arrolladoramente las fronteras del Estado árabe consagrado por el Plan de Partición de la UN que, de ese modo, no llegó a existir.

Es entonces cuando se produce, según la historia oficial israelí, pródiga en mitos, “la invasión de cinco poderosos ejércitos árabes” contra el indefenso Estado de Israel.

El Cowboy y el Pielroja

Después de la guerra del 48, cada bando hizo su balance militar. Solamente la Haganah, que en 1946 tenía 65.000 hombres (fuente británica) y en 1948, 90.000 (fuente israelí), contaba un año antes de la guerra con 10.000 fusiles, 1.900 metralletas, 600 ametralladoras y 768 morteros: en este caso la fuente es Ben Gurion. En los meses anteriores a la Partición, ese armamento se multiplicó merced a la introducción “clandestina” de una fábrica capaz de producir 100 metralletas y 50.000 balas por día. Y en vísperas de la guerra, agentes israelíes contrabandearon por barco y por avión millares de fusiles y ametralladoras checas.

Fuentes árabes estiman el total de sus fuerzas en 21.000 hombres mal equipados, con largas líneas de comunicaciones. En Egipto reinaba el corrompido rey Faruk, cuyo primer ministro Nokrashy no tenía el menor interés en mandar hombres a Palestina, desafiando a los ingleses que aún ocupaban el Canal de Suez. En Irak gobernaba un títere de los ingleses, Nuri as Said. Siria acababa de independizarse de los franceses y su ejército no superaba los 3.000 hombres. El “ejército” libanés tenía apenas 1.000 reclutas.

La única fuerza militar atendible, la Legión Árabe, reunía 4.000 hombres adiestrados y conducidos por oficiales ingleses. El Foreign Office llegó a un acuerdo con el rey Abdullah, por el que se impidió a la Legión violar la frontera israelí. (Abdullah pagó después su traición a manos de un refugiado palestino)

En estas condiciones la invasión de los “poderosos ejércitos árabes” en apoyo de sus hermanos palestinos resultó apenas un gesto desesperado.

A pesar de todo, esas fuerzas consiguieron algunos éxitos iniciales, cuyo eje era el bloqueo de Jerusalén, pero el 11 de junio aceptaron una tregua que les hizo perder todas las ventajas conseguidas. En menos de un mes la Haganah terminó de convertirse en un ejército regular, y cuando el 7 de julio se reanudó la lucha, duró apenas diez días. Ahora sí, los árabes estaban vencidos.

El Masacrador de Lydda

En el contexto de la derrota, cabe el estilo de la victoria. El 11 de julio de 1948, la población árabe de Lydda, que se había rendido a los israelíes, se sublevó al advertir la presencia de unos tanques jordanos.

El tercer regimiento del Palmach liquidó en horas la insurrección, entrando casa por casa y disparando sobre todo lo que se movía. Según fuente israelí, hubo 250 muertos. Según fuente árabe, entre 500 y 1.700, de los cuales 150 fusilados en la Gran Mezquita convertida en prisión. El escritor inglés Erskine Childers dice que una columna israelí entró en el pueblo disparando en todas direcciones: “los cadáveres de hombres, mujeres y niños quedaron desparramados en las calles, tras esta carga implacablemente brillante”.

Y dice quién iba al frente de la columna: Moshe Dayan, un nombre que haría historia.

Tras la firma del armisticio, Israel se quedó con 3.500 kilómetros cuadrados más de tierra palestina, Faruk se apropió la franja de Gaza y la monarquía hachemita anexó la Cisjordania. Palestina había dejado de existir. Casi 900.000 palestinos se amontonaban en los campamentos de refugiados de Jordania, Siria, Líbano, Gaza, alimentándose con las raciones de socorro de la UN. Una generación entera nació y creció bajo las carpas. En 1954 eran más de un millón, en 1956, 1.300.000. Otros 500.000 habían emigrado al Canadá, al Brasil y a otros países.

En 1956 esos desterrados vieron pasar entre columnas de polvo los tanques israelíes que se lanzaban sobre el Sinaí, mientras los ingleses y los franceses ocupaban el Canal. Meses después los vieron regresar.

En 1967 el dios de la guerra volvió a tronar en los escuálidos campamentos del Pueblo de las Tiendas.

La Paz israelí

“Fue con repugnancia que vi por televisión las escenas de Israel en aquellos días; la ostentación del orgullo y la brutalidad del conquistador; los estallidos del chauvinismo; y las salvajes celebraciones del inglorioso triunfo, contrastando con las imágenes del sufrimiento y desolación árabe, las caravanas de refugiados jordanos y los cadáveres de los soldados egipcios muertos de sed en el desierto. Contemplé las figuras medievales de los rabís y los khassidim saltando de alegría en el Muro de los Lamentos; y sentí como los fantasmas del oscurantismo talmúdico -que bien conozco- se amontonaban sobre el país, y cómo la atmósfera reaccionaria de Israel se volvía densa y sofocante”.

Este es el comentario de un escritor judío, Isaac Deutscher, a la fulgurante campaña de los Seis Días que, en junio de 1967, arrojó al ejército egipcio al otro lado del Canal de Suez. Sus glorias han sido suficientemente cantadas. Entre ellas no figura probablemente la expulsión de 250.000 palestinos que aún quedaban en Cisjordania y Gaza.

En el vacío que dejó el largo éxodo palestino, se estableció la Paz Israelí. El profesor de matemáticas italiano le sacó la casa al tendero árabe. El lingüista inglés construyó la suya sobre un espacio demolido. El pintor apátrida del Quartier Latin se rodeó de un ambiente “oriental”. El ingeniero agrónomo argentino se fue al kibutz donde ya no quedaba ni memoria del fellah que durante trece siglos le preparó la tierra: como si no hubiera tierra en la Argentina.

En la resistencia armada el pueblo palestino encontró al fin su identidad negada por la ocupación

“Yo soy de Djebelia, en la franja de Gaza. Allí éramos 16.000 concentrados. Nos quitaron las casas, destruyeron los campos y se repartieron todo. Quieren que todo cambie de aspecto, que nada sea árabe. A la gente más vieja, la que se fue en 1948, no la dejan volver para que no puedan reconocer los lugares. Nos incitan a irnos, nos ofrecen dinero para que nos vayamos a países más ricos. ¡Vayan a Canadá, a Argentina, allá van a estar bien! Tal vez ellos han venido de allá, ¿no?”

“Djebelia tenía fama de brava. A los que éramos de Djebelia no nos daban trabajo, decían que éramos peligrosos. Un día, en 1969, nos bombardearon. Empezaron a las 10 de la mañana y nos cañonearon hasta las 5 de la tarde. Hubo 500 muertos. ¿Por qué? Porque somos palestinos. De noche rodean el campamento con tanques, no nos dejan salir. Y sin embargo, tienen miedo: “Yo aprendí el israelí y los oigo conversar. Cuando pasan en un jeep, van sentados alrededor del jeep, apuntando en distintas direcciones”.

El muchacho se ríe. Estamos en el campamento de Borje Barashne, al sur de Beirut, capital de Líbano, a cuya Universidad ha venido a estudiar. Hay 20.000 refugiados en este campamento que es en realidad un pueblo, una villa cuya copia casi exacta son algunas manzanas de la villa de Retiro: pequeñas casas de bloques con techos de chapa, pasillos de material con la canaleta por donde circula el agua, canillas colectivas. E igual que nuestro villero, el palestino pone una planta, aunque sea una maceta, en el mínimo espacio libre: recuerdo del campo al que uno y otro pertenecen.

Después las diferencias. No hay calles, solamente pasillos, porque en Medio Oriente el espacio es distinto que en Argentina: Líbano cabe dos veces en la provincia de Tucumán. Pero otra diferencia que al principio casi no se nota, va penetrando como la verdad esencial del campamento. Son los hombres vestidos de caqui que sentados en alturas estratégicas vigilan con el fusil AK cruzado sobre las rodillas, es el jefe de la milicia local que sale a recibirnos, es la puerta de madera de una casa donde el refugiado que la habita ha pintado todo a lo alto la bandera roja, verde, blanca y negra de la Resistencia palestina, y adentro de la bandera su nombre en árabe.. Administrativamente, el campamento depende de la UN. Políticamente, la palabra es Fatah.

La luz de la esperanza

En una oficina de Beirut, Abu Hatem, miembro del Comité Central de Fatah (sigla de Movimiento Nacional de Liberación Palestina) enumeró ante el enviado de Noticias las etapas de la Resistencia.

“La primera etapa, antes de 1965, fue de preparación y organización. Llegamos a la conclusión de que la lucha armada era la única salida para el pueblo palestino, y desde ese año empezamos a ponerla en práctica. Fue una época llena de dificultades: teníamos tantos enemigos... No eran sólo los israelíes, sino también el imperialismo y los elementos reaccionarios en los países árabes. Nuestro primer mártir, Ahmed Muza, fue abatido por el ejército jordano al cruzar la frontera con Israel.

“Nuestras operaciones militares fueron una de las razones que alegaron los israelíes para desencadenar la guerra de 1967. Pero allí los países árabes fueron derrotados y se instaló un clima de derrota. Era importante acabar con ese clima, y por eso, apenas terminada la guerra, nosotros reanudamos las hostilidades. Eso fue el 28 de agosto de 1967.

“En cuatro meses, lanzamos 79 operaciones en el interior de Palestina, pusimos fuera de combate a más de 300 sionistas, volamos dos trenes militares, derribamos tres helicópteros, destruimos medio centenar de vehículos, hicimos estallar el depósito de explosivos de Acre y bombardeamos con bazukas los suburbios de Jerusalén y Tel Aviv.

“El precio fue duro: perdimos 46 hombres, de los cuales la mitad eran cuadros de conducción.

“Pero en todo el mundo árabe esa actividad de Fatah fue percibida como una luz de esperanza, que se agrandó el 21 de marzo de 1968, cuando dimos la batalla de Al Karameh”.

El Signo de Karameh

Si Deir Yassin es para los palestinos el recuerdo que sobrecoge y enfurece, Al Karameh simboliza la recuperación de la propia identidad negada tras la derrota, la confiscación, la persecución, el exilio.

Dice un combatiente: “En esa época, nuestro problema era obtener bases permanentes. En la guerra de junio habíamos perdido las bases de Gaza y Cisjordania. Entonces empezamos a filtrarnos en Jordania, por separado, de a uno o de a dos. Así se formó la base de Al Karameh, en el campamento de ese nombre que existía desde 1948. Juntamos 500 combatientes en la zona. De allí lanzamos una escalada operativa.

“El gobierno de Jordania quería echarnos, pero no se atrevía. Los israelíes empezaron a fastidiarse. Al fin planearon una operación de represalia en gran escala, para aplastarnos. Concentraron 15.000 soldados, con tanques. Pero estaban tan orgullosos de la victoria de junio, tan seguros de que nadie podía oponerles resistencia, que no tomaron medidas de seguridad. Nosotros nos enteramos 48 horas antes de la operación.

“Llamamos a todas las organizaciones palestinas para que discutiéramos si debíamos enfrentar el ataque o retirarnos. Algunos dijeron que los principios de la guerrilla prohibían el choque frontal, que si el enemigo ataca en fuerza, nosotros nos retiramos, todas esas cosas.

“Fatah sostuvo que todo eso era cierto, pero que aquí lo fundamental era el marco político: la derrota árabe, el pueblo desesperado. Fatah decidió dar la batalla, a todo o nada. Sólo nos acompañó una pequeña organización, el Ejército de Liberación Palestino.

“Con ellos distribuimos los 500 puestos de combate. No era una emboscada, Al Karameh era terreno llano, con una población, una villa de emergencia. Había que pelear como se pudiera. Durante toda la noche cavamos pozos, nos enterramos, y esperamos el amanecer.

La picadura y el burro

“A las 5 de la mañana empezaron la preparación de artillería, después avanzaron los tanques. Venían como para desfile. Traían periodistas y Dayan les dijo que iban a almorzar en Amán, la capital de Jordania. Cuando les paramos un tanque con un bazukazo, y después otro, se quedaron como sorprendidos. No esperaban eso. Retrocedieron, después volvieron a avanzar. Ahora venían con aviones y helicópteros además de los tanques.

Les resistimos trinchera por trinchera, les resistimos hasta el mediodía.

“Y en esas siete horas interminables, detrás nuestro estaba el ejército jordano, inmóvil. Los oficiales miraban la batalla con sus prismáticos. El rey Hussein había ordenado no intervenir, y los oficiales miraban: oficiales árabes.

“No se sabe quién dio el grito, quién no aguantó más. Y de pronto el ejército jordano avanzaba, desobedeciendo órdenes, se juntaba con nosotros. Eso fue a mediodía.

“A las ocho de la noche la división israelí empezó a retirarse. No podíamos creerlo, era la primera vez que sucedía, la primera vez en la historia. Y cuando avanzamos vimos el daño que les habíamos hecho: los tanques destruidos, los equipos abandonados.

“Al día siguiente Hussein se hizo fotografiar en un tanque capturado. A Dayan le preguntaron para cuando era el almuerzo en Amán, y él contestó que sólo el burro no cambia de opinión. A Levy Eshkol le preguntaron que había sucedido, y él dijo que el que busca miel, debe esperar algunas picaduras.

“Aquella picadura la hicimos nosotros, y nos costó. Nos costó 90 muertos, que son muchos cuando sólo teníamos 500 hombres. Pero Al Karameh cambió todo, fue un viraje decisivo. Les demostró a todos los árabes que ellos podían derrotar al ejército israelí.

“Para nosotros, el resultado fue tremendo. Hasta entonces, Al Fatah era una organización estrictamente secreta, un puñado de hombres. La batalla de Al Karameh demostró a las masas que éramos sinceros, que podíamos convertirnos en el cuchillo y en la víctima como dice uno de nuestros documentos, “entrar en la batalla para crearlo todo de la nada”, que los palestinos podíamos cerrar el puño sobre la brasa ardiente, como dice nuestro hermano Abu Ammar (Arafat)”

Después de la batalla de Al Karameh millares de palestinos acudieron a incorporarse a Al Fatah, que aún no estaba preparado para recibirlos, aunque tuvo que abrir las puertas. Otras organizaciones se enriquecieron con ese flujo. Un año después la Resistencia palestina se paseaba libremente por Siria, tenía una estación de radio en El Cairo, dominaba prácticamente en Líbano Jordania.

Sobre ese transitorio triunfo iba a abatirse la traición del rey Hussein. La esperanza palestina ardería en las calles de Amán, en las montañas de Jordania, antes de renacer poco a poco como una llama que no está destinada a apagarse.

“El sionismo no es sólo el enemigo de los árabes, es el enemigo de toda la humanidad” Fatah

En la oficina de Fatah en Beirut, Abu Hatem, miembro del Comité Central de la Organización, refirió a Noticias las etapas posteriores a la batalla de Karameh, que en 1968 demostró por primera vez que una fuerza árabe podía enfrentar al ejército israelí.

“En Karameh, la Revolución Palestina creó las circunstancias de su propio crecimiento. Todo el mundo árabe se acercó a nosotros. Inversamente nuestros enemigos redoblaron sus esfuerzos para destruirnos. Los israelíes atacaron nuestras bases y nuestros campamentos, y los gobiernos árabes reaccionarios también. Esas tentativas culminaron en Jordania, en setiembre de 1970. El ejército de Hussein atacó nuestras bases y nuestros pueblos, con tanques y aviones.

“No consiguió aplastarnos pero mató a muchos miles de compañeros. La masacre se reanudó en julio de 1971. Tuvimos que salir de Jordania.

“Con la pérdida de nuestras bases jordanas, empieza la cuarta etapa de nuestras luchas. Al principio nuestra actividad disminuyó. Tuvimos que adoptar una nueva política, concentrar la fuerza de Fatah en los propios territorios ocupados. El resultado se vio después de un año, con el aumento de las operaciones.

“También aumentamos la acción política, la duplicamos. El resultado es que actualmente la opinión pública mundial empieza a comprender que no hay acuerdo estable en Medio Oriente sin el pueblo palestino, que no hay paz sin Revolución Palestina.

“Actualmente la totalidad de los países africanos, con excepción por supuesto de los residuos coloniales, reconocen a la OLP como el único representante legítimo del pueblo palestino. En la Conferencia de Países no Alineados de Argel, el año pasado, 72 estados reconocieron a la OLP. O sea que las relaciones de la Revolución Palestina con el resto del mundo crecen día a día, y particularmente con el bloque socialista encabezado por la Unión Soviética.

“Por supuesto que no nos quedamos en eso. En la última guerra, la de Octubre, todo el mundo sabe -y principalmente los israelíes- que no hubo dos frentes, sino tres: el egipcio, el sirio y el palestino”.

OLP y CNP

Fatah es la fuerza hegemónica de la guerrilla palestina. Su líder Abu Ammar (Arafat) preside la OLP y, desde comienzos de junio de 1974, el Consejo Nacional Palestino. Pero no es la única organización de la Resistencia.

En la OLP figuran, además de Fatah, el Frente Popular dirigido por Habache, el Frente Democrático de Hawathme (escisión del FP) y Saika, organización adiestrada por los sirios. Después de Fatah, Saika es probablemente la de mayor capacidad militar, y el FD, que se define como marxista-leninista, la de mayor capacidad política, mientras que la estrella de Habache, inclinado al ultraizquierdismo, parece declinar.

Fuera de la OLP se encuentra todavía el Comando General, escindido del FP y dirigido por Ahmad Jibril, que saltó a la notoriedad a comienzos de este año con la operación de Kyriat Shmonet.

El Consejo Nacional Palestino, CNP, la organización más amplia de la Revolución, incluye no sólo a las organizaciones guerrilleras, sino a los frentes de masas, delegados de territorios ocupados y de la emigración y de grupos financieros y religiosos.

A los dirigentes de Fatah no les gustan las fotografías ni las autobiografías. Trazar su historia no es fácil. Un documento de la Organización, fechado en 1969, admite que sus creadores fueron un grupo de intelectuales que publicaban la revista Nuestra Palestina, antes de optar por la lucha armada. En ese punto su primera preocupación fue financiar la futura Organización, sin pedir ayuda a los gobiernos árabes, y el camino que eligieron fue heterodoxo:

“Ya no es un secreto que buscamos empleo o desarrollamos actividades comerciales en las regiones árabes ricas en petróleo, como el Golfo. Al principio esto creó una atmósfera particular alrededor de Fatah, pero eso no nos desalentó... porque nosotros sabíamos que nos privábamos hasta de lo esencial para ahorrar el máximo de nuestros ingresos y destinarlo al movimiento”.

¿Quiénes eran? Los nombres de guerra de alguno de ellos -Abu Ammar, Abu Iyad, Abu Ihad- son conocidos, pero salvo el primero (Arafat), poco se sabe de los demás. Los tres pertenecen sin embargo al grupo que fue al Golfo a trabajar. Cuando en 1965 decidieron lanzar la guerra, volvieron a suelo palestino. Abu Ammar operó allí, en Cisjordania, viviendo como un pastor a medias ciego, de gruesos anteojos negros. Su designación como “vocero” de Fatah fue una decisión en la que no participó.

“Necesitábamos un hombre que pudiera hablar en nombre de Fatah. La prensa israelí había empezado a concentrarse en el nombre de Abu Ammar, porque era uno de los líderes en territorio ocupado, y un combatiente de primera fila... La dirección se reunió y lo designó vocero. Era el único miembro de dirección que no estaba presente. La decisión se anunció y él tuvo que cumplir con la decisión”.

Habla Fatah

A pesar del origen de sus fundadores, Fatah puso siempre el acento en la lucha de masas, además de la acción armada: “Si abordáramos solamente la lucha armada, estaríamos condenados al fracaso, porque en términos militares partimos de una situación de inferioridad. Pero si abordáramos solamente la lucha política, también estaríamos perdidos, porque tarde o temprano nos chocaríamos con la realidad de que el enemigo nos domina por la fuerza. La lucha armada es indisoluble de la lucha política, y el descuido de una o de otra equivale a convertir la guerra revolucionaria en una aventura.

“En consecuencia, nosotros no diferenciamos entre acción política y acción militar, ni mandamos a combatir a nadie que no haya pasado por la organización política”.

¿Cuál es el objetivo último de Fatah? Sus dirigentes lo vienen repitiendo desde hace años: la creación de un estado y no religioso en Palestina. ¿Cuál sería la situación de los judíos en ese Estado?

“Fatah no toma las armas contra los judíos. Aceptamos a los judíos como ciudadanos palestinos en absoluto pie de igualdad con los árabes. Fatah toma las armas contra el sionismo y se propone liquidarlo, porque el sionismo es el enemigo fascista y racista, el enemigo de toda la humanidad y no solamente de los árabes”.

Preguntó un periodista:

- ¿Qué harían ustedes frente a un judío perseguido en cualquier lugar del mundo?

Contestó Fatah:

- Le daríamos un fusil y pelearíamos a su lado.

El bombardeo de aldeas libanesas desnuda la esencia de un terrorismo que se llama “represalia”

Otra vez los rockets de los Phantom se han abatido sobre las aldeas del Líbano, un país pequeño que no tiene ejército ni aviación y cuyo pecado es dar refugio a 300.000 palestinos, una décima parte de los expulsados de su patria por los israelíes.

Nuevamente los campamentos de refugiados son descriptos como “bases” guerrilleras. Visité uno de esos campamentos, el de Nabatiyeh, al día siguiente de su casi total destrucción por los aviones israelíes, el 16 de mayo de este año. Vi las pequeñas casas arrasadas como por una enorme topadora, los utensilios de cocina desparramados, ropa de mujer colgando de los árboles calcinados.

Eso no era una base.

Esto no significa que en Líbano, en Siria, en cualquier país árabe, no existan bases de fedaín. Existen pero ni están a la vista, ni albergan una población civil de millares de almas, ni están indefensas, ni son bombardeadas.

Desde hace 25 años Israel vive anticipando ataques, en perpetuo estado de “represalia”. Una propaganda que empieza a volverse torpe describe cada acción de sus fuerzas como respuesta a un acto de terrorismo.

En cada oportunidad se resucita la historia de ese terrorismo, se invoca Maalot, Kyriat Shmoné, Lod, Munich. Entre esos actos y los campos nazis de concentración se establece una continuidad, se retrocede a los programas zaristas, a la intemporal persecución del judío. En este proceso se ha perdido de vista toda la verdad: el palestino despojado de su patria se ha convertido en agresor, la víctima en verdugo.

Se discute sobre los métodos. ¿Por qué los palestinos atacan escuelas? He visto la escuela de Nabatiyeh, nivelada con la roca. ¿Por qué los palestinos tiran granadas en un mercado? En Ain el Hue, la semana pasada, no quedó siquiera el mercado, bajo las bombas israelíes de 250 kilos.

La discusión sobre los métodos es una de las formas de eludir la discusión sobre el fondo, reemplazar el porqué por el cómo.

Pero aún esa discusión secundaria no debe ser rehuida.

¿De quién es el terror?

Hablemos de Maalot, por ejemplo. Las cosas en Maalot no empezaron el 15 de mayo de 1974, con la matanza de 22 estudiantes israelíes. Empezaron el 15 de mayo de 1948, con el Estado de Israel. Porque Maalot no se llamaba Maalot, sino Tarchiha, y no era un pueblo judío sino una aldea árabe.

¿Dónde está Tarchiha? Arrasada, borrada del mapa. Volvamos a Deir Yassin, otra aldea árabe hoy enterrada bajo Kfar Shaul, un suburbio de Jerusalén. 9 de abril de 1948. Fuerzas de la Haganah y del Irgun atacan la aldea, matan a 254 habitantes, descuartizan los cadáveres y los tiran a un pozo. Escuchemos el testimonio del coronel Meir Bail del ejército israelí, que tardó 24 años en hablar: “Los soldados peinaron las casa, tirando explosivos en su interior y usando todas las armas que tenían. Disparaban indiscriminadamente sobre todo lo que había adentro, incluso mujeres y niños. Sus oficiales no movieron un dedo para impedir las atrocidades que se estaban cometiendo. Junto con otros residentes de Jerusalén, imploré que se ordenara a los soldados detener el fuego. Fue inútil. 25 hombres fueron subidos a un camión, paseados por Jerusalén en “desfile de la victoria”, llevados a una cantera y fusilados a sangre fría.”

Retrocedemos al 30 de enero de 1948. La aldea se llamaba Sheikh. El método fue el mismo. Los muertos, 60.

Sa’sa. 14 de febrero de 1948. 20 casas dinamitadas con sus habitantes adentro. 60 muertos. Recordemos a Lydda. 11 de julio de 1948. La Haganah reprime un alzamiento popular: 250 muertos según fuente israelí, entre 500 y 1700 según fuentes árabes.

14 de octubre de 1953. Bombardeo de aldeas jordanas, 75 muertos. En Qibya se encierra a los vecinos en sus casas con fuego de ametralladoras, luego se las dinamita.

Franja de Gaza. 8 de febrero de 1955. 38 muertos.

31 de agosto de 1955. Ataque a Khan Yunis en la Franja de Gaza, 46 muertos.

11 de diciembre de 1955. Ataque a aldeas sirias. 50 muertos.

Otra vez Khan Yunis, abril de 1956. 275 muertos.

10 de octubre de 1956. Ataque a aldeas jordanas. 48 muertos.

Octubre de 1956. Kafr Qasim. 51 aldeanos son asesinados por estar fuera de su casa en un toque de queda del que no fueron avisados.

13 de noviembre de 1966. Ataque a las aldeas de Gaza y Jordania. 200 muertos.

Noviembre de 1967. Karameh, Jordania. Ataque con morteros a niños que salían de una escuela.

La lista es interminable. Entre 1949 y 1964 los países árabes denunciaron 63000 actos de agresión, entre 1950 y 1966 las Naciones Unidas y la Comisión de Armisticio condenaron 78 veces al Estado de Israel. Después ya nadie llevó la cuenta, la “represalia” se convirtió en costumbre.

Vuelta al origen

Si en el balance del terror en Medio Oriente, Israel lleva una ventaja sobre todos sus adversarios, si el Estado mismo de Israel fue la obra de organizaciones terroristas, si esas organizaciones inventaron o reactualizaron la mayoría de los modernos métodos del terror -recordar el asesinato de conde Bernadotte, la voladura del hotel Rey David, la ejecución de rehenes ingleses, las cartas explosivas- en eso no se agota la discusión sobre los métodos. Para restituir el cuadro disociado, es preciso volver a relacionar los métodos con los objetivos.

El terror es un método de lucha que han usado todas las revoluciones y también todas las reacciones. Hechas las reverencias de práctica a la actitud que prefiere condenarlo “en sí mismo” (como si algo existiera en sí mismo), su humanidad o su inhumanidad depende de sus fines. Nuestra Revolución de Mayo fue terrorista. El general Aramburu también. Con estas precisiones es posible reenfocar el terror en Medio Oriente, superar las barreras de una propaganda que -casualmente- es la del imperialismo occidental, y decidir quién tiene la parte de razón que las circunstancias le permiten tener.

El objetivo del terrorismo palestino es recuperar la patria de que fueron despojados los palestinos. En la más discutible de sus operaciones, queda ese resto de legitimidad.

El terrorismo israelí se propuso dominar un pueblo, condenarlo a la miseria y al exilio. En la más razonable de sus “represalias”, aparece ese pecado original.

La Embajada de Israel replica

El diario Noticias recibió el 27 de junio último una extensa carta del señor Mario H. Sejatovich a cargo de la oficina de prensa de la embajada de Israel, que se reproduce a continuación. El propósito de la dirección del diario fue publicarla íntegra y a la mayor brevedad posible. Lamentablemente cuando iba a cumplirse ese propósito, se produjo la muerte del Teniente General Perón y Noticias -como integrante del pueblo peronista- sumó su duelo al de sus lectores consagrando varias de sus ediciones a informar sobre la vida, la obra y la muerte del gran patriota desaparecido.

Ahora cumplimos ese pedido, formulando tres aclaraciones: 1º) la dirección del diario efectivamente respalda las opiniones vertidas por Rodolfo J. Walsh en su serie de notas sobre La Revolución Palestina aparecidas en Noticias en la semana del 12 al 19 de junio último. Cabe recordar al respecto que Walsh viajó a los países árabes como enviado especial de este matutino; 2º) Walsh utilizará próximamente esta misma columna para contestar a la embajada de Israel; 3º) La descripción objetiva de la injusticia histórica que ha venido soportando el pueblo palestino sólo con malicia puede interpretarse como una actitud antisemita o persecutoria de la comunidad judía de nuestro país.

Este es el texto de la embajada de Israel:

“Señor Director: Cumplo en dirigirme a usted con relación a la serie de artículos titulada “La Revolución Palestina” publicada en Noticias cuya representación invoca su autor en reiteradas oportunidades. Como de ello surge que el diario aparece respaldando las afirmaciones del señor Walsh entre las cuales se encuentran flagrantes inexactitudes y deformaciones de los hechos históricos, esta Embajada apela al derecho de respuesta, confiando que dará cabida al texto completo de esta carta en las columnas de su diario.

Ella no intentará ser una refutación exhaustiva del extenso trabajo del señor Walsh, pero entendemos que urge restablecer la verdad acerca de algunos de los más gruesos equívocos en que incurrió el nombrado, a saber: “1.- El problema de los refugiados palestinos fue creado por los propio líderes árabes, al destacar la Resolución de las Naciones Unidas del 29 de noviembre de 1947, que determinaba la creación de dos Estados, uno judío y otro árabe, violando así sus deberes como miembros de la Organización Internacional, y al compeler a los pobladores árabes a abandonar sus lugares de residencia para abrir paso a los ejércitos invasores, cuya intención proclamada era destruir el naciente Estado de Israel.

“El señor Walsh intenta demostrar que la inmigración judía significó el desplazamiento de los árabes. La verdad es diferente: al fin de la Primera Guerra Mundial la Tierra de Israel era un país casi despoblado. La población árabe era de 557.000 y la población judía de 100.000. Menos del 30 por ciento de los árabes vivían en el área que es hoy Israel. Hasta los comienzos de la década del 30 era una tierra de emigración árabe, tendencia que revirtió en los años siguientes cuando el desarrollo económico y social promovido por la comunidad judía atrajo la afluencia de árabes de los países vecinos. Al proclamarse la independencia de Israel, el número de árabes que habitaban su territorio era de 600 a 700.000. De éstos, permanecieron donde estaban 160.000. EN consecuencia el número real de refugiados árabes salidos de Israel en 1948 puede estimarse en 450.000 y aún dando margen a errores estadísticos, nunca más de 550.000, cifra que equivale aproximadamente al mismo número de refugiados judíos provenientes de los países árabes (97 por ciento de la población judía total de estos últimos) que se vieron obligados a emigrar a Israel. De hecho se produjo una transferencia de poblaciones. Mientras Israel integró a estos hermanos venidos de los países árabes, los refugiados palestinos fueron concentrados por los países árabes en miserables campamentos, impidiendo hasta hoy día su integración pese a su identidad étnica, cultural, idiomática y religiosa para usufructuar esa situación como un arma política contra Israel.

“¿Quiénes provocaron el éxodo palestino? La respuesta está en las propias palabras de los líderes árabes. Lo admitió explícitamente el señor Emile Ghoury, secretario general del Alto Comité Árabe de Palestina, el 6 de septiembre de 1948:

“El hecho de que existan estos refugiados es consecuencia directa de la acción de los Estados Árabes al oponerse a la participación y al Estado Judío. Los Estados Árabes acordaron unánimemente esta política y deben participar en la solución del problema”. Ya antes del 23 de abril de 1948, en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, el entonces presidente del Alto Comité Árabe, señor Jamal Husseini, confesaba:

“Nunca hemos ocultado el hecho de que nosotros hemos iniciado la lucha”.

El diario jordano Al-Difaa aportó el 6 de septiembre de 1954 este testimonio de un refugiado: “Los gobiernos árabes nos dijeron: Salid para que nosotros podamos entrar. De modo que nosotros salimos pero ellos no entraron”.

“2.- Fueron los Estados Árabes de la región los que impidieron con su agresión y la secuela consiguiente, la constitución del Estado Árabe Palestino previsto por la Resolución de Partición de la ONU. El señor Trygve Lie, entonces secretario general de las Naciones Unidas, dijo:

“Los Árabes habían afirmado reiteradas veces que resistirían la partición con la fuerza”. Y así ocurrió: el 14 de mayo de 1948 los ejércitos regulares de Egipto, Jordania, Siria, Líbano e Irak, y contingentes de Arabia Saudita y Yemen, invadieron el Estado de Israel. El 15 de mayo de 1948 en El Cairo, el secretario general de la Liga Árabe, Azzam Pachá, llamó a los árabes a una Guerra Santa contra Israel, y declaró: “Será una guerra de exterminio, una matanza de la que se hablará como se habla de la matanza de los mongoles y de los cruzados”. El señor Andrei Gromyko, entonces representante de la Unión Soviética y actualmente su Ministro de Relaciones Exteriores, declaró en el Consejo de Seguridad de la ONU, el 21 de mayo de 1948:

“La Delegación de la URSS no puede menos que expresar su asombro ante la actitud adoptada por los Estados Árabes en la cuestión palestina y particularmente ante el hecho de que esos Estados hayan enviado sus tropas a Palestina a realizar operaciones militares encaminadas a la supresión del movimiento de liberación nacional en Palestina” (Actas Oficiales del Consejo de Seguridad, Tercer Año, Nº 71, 299 sesión p. 4, mayo 1948).

“La agresión militar árabe fue derrotada, pero el Reino de Transjordania anexó la mayor parte del territorio destinado a convertirse en un Estado palestino, mientras Egipto hacía otro tanto con la franja de Gaza. Fueron los propios árabes, pues, los que impidieron la creación de un Estado palestino.

“3.- El señor Walsh afirma que el pueblo judío no tiene derecho a la Tierra de Israel. A esta altura de la historia ese es un tema fuera de discusión: La Tierra de Israel fue un estado independiente sólo tres veces en su historia y cada una de ellas fue un Estado Judío. Sólo cuando se la identificó con el pueblo judío entró en los anales de la humanidad como una unidad geopolítica e histórica. La ocuparon conquistadores extranjeros, pero sólo el pueblo judío alcanzó su independencia en esta tierra y la consideró el alma y el centro de su existencia nacional.

“4.- El señor Walsh afirma que Gran Bretaña ‘regaló Palestina’ al pueblo judío, provocando con mentalidad colonial, la creación del Estado de Israel. La verdad es opuesta: el renacimiento de Israel, aspiración de siglos, se concretó como movimiento de liberación nacional del pueblo judío a través del sionismo, en la segunda mitad del siglo XIX y se afianzó con el trabajo de tres generaciones de pioneros judíos.

“La Declaración de Balfour no fue otra cosa que el reconocimiento de esa realidad histórica, consagrada por la comunidad internacional cuando la Liga de las Naciones resolvió crear el Mandato sobre Palestina, para instaurar el Hogar Nacional Judío.

“Era la primera vez que el sueño milenario del retorno a Sión recibía el auspicio universal. Incluso de los más representativos caudillos árabes de ese entonces, como el Rey Hussein, de Hejaz, quien escribió:

“Vimos a los judíos afluir a Palestina... El móvil no puede escapar a los que tienen una intuición profunda; saben que este país ha sido para sus hijos originales, pese a todas sus diferencias, una patria sagrada y amada”. (Al Kibla, La Meca Nº 183, 23 de marzo de 1918; George Antonius, Despertar Árabe pág. 269).

“Este reconocimiento a la formación del Estado Judío se integra en el contexto de la creación de los Estados Nacionales árabes en el Medio Oriente, al desintegrarse el Imperio Otomano, tal como en Europa el desmembramiento del Imperio Austro-Húngaro dio lugar a la conquista de su soberanía por los movimientos nacionales de los países sojuzgados.

“5.- El señor Walsh sostiene en sus artículos los objetivos proclamados por la organización Al Fatah: instaurar en reemplazo del Estado de Israel, un Estado árabe con mayoría árabe, lo que implica liquidar totalmente la soberanía y la independencia de Israel. El instrumento adoptado para este objetivo es el terrorismo que elige deliberadamente como blanco a civiles inocentes, en Israel y en el mundo, y que no trepida en asesinar a mujeres y niños. El señor Walsh confiesa haber visitado esas bases terroristas, que buscan abrigo en campamentos de refugiados instalados en territorio del Líbano, cuyo gobierno tolera esa situación.

“Una de las expresiones más significativas de esta situación es que el gobierno libanés ha suspendido el derecho de su ejército y su policía a entrar en las bases de los terroristas y los campos de refugiados que están bajo su control, hasta el punto de no tener siquiera competencia en delitos comunes, o asaltos por parte de los ‘fedayines’, a soldados libaneses, o ante enfrentamientos entre grupos terroristas antagónicos.

“El señor Walsh da un testimonio dramático de lo que significa la educación para el odio, sin repudiarla. Exalta el hecho de que los niños sean adiestrados para matar. Y abunda en ejemplos parecidos para atribuir un contenido ‘revolucionario’ al desborde criminal del terrorismo árabe. De este modo, el señor Walsh aparece justificando las matanzas de Lod, Munich, Fiumicino, Atenas, Zurich, Jartum, Kiriat Shmone, Maalot, Shamir, y Nahariya, entre otras.

“La verdadera revolución en Medio Oriente es la paz”.

Saludo al señor Director atentamente.

Mario H. Sejatovich
Oficina de Prensa
Embajada de Israel

Respuesta

Flagrantes inexactitudes, deformaciones de los hechos históricos, gruesos equívocos, son algunas de las virtudes que la Oficina de Prensa de la Embajada de Israel en Buenos Aires atribuye a mi reciente serie sobre Palestina, según la carta publicada en Noticias el domingo 14.

En ella el señor Sejatovich, funcionario de esa oficina, se propone “reestablecer la verdad” y lo intenta sosteniendo, en síntesis, que Palestina era “un país casi despoblado” al fin de la Primera Guerra Mundial; que el problema de los refugiados palestinos fue “creado por los propios líderes árabes”, en 1948, “al compeler a los pobladores árabes a abandonar sus lugares de residencia”; y que el 14 de mayo de 1948 los Estados Árabes “invadieron el Estado de Israel”.

En mi serie de notas yo he sostenido que Palestina era desde el siglo VII una tierra poblada por árabes; que el éxodo de 1948 fue provocado por las organizaciones terroristas Haganah, Irgun y Stern; y que fueron estas organizaciones las que desencadenaron la guerra.

Frente a opiniones tan dispares, un lector distante tiene derecho a conocer las fuentes en que se basan para deducir dónde está la verdad.

El mito de la “Tierra sin Pueblo”

Expliqué en mis notas que ya a fines del siglo pasado la propaganda sionista convirtió al palestino en “el hombre invisible” de Medio Oriente, a tal extremo que Teodoro Herzl hizo un viaje a Palestina y escribió un informe donde no figuraba la palabra “árabe”. El mito de la “tierra sin pueblo” era útil para fomentar la inmigración del “pueblo sin tierra”. Ese mito renace en la carta de la Embajada de Israel, como si no hubiera sido refutado.

Según el escritor israelí Amos Elon, en un libro de 1971, cuando Herzl viajó a Palestina en 1898, “debía haber allí más de 500.000 árabes palestinos”. Esto se complementa con una observación formulada en 1891 por el judío Achad Haam, que conocía bien Palestina:

“En el extranjero solemos pensar que Palestina hoy es casi desierta, un páramo incultivado... Pero no es así, en absoluto. Es difícil encontrar tierras sin cultivar... En el extranjero solemos pensar que los árabes son todos salvajes, comparables a los animales, pero esto es un gran error”.

Cabe preguntarse si no es esa forma racista de pensar, lo que volvía “invisible” al palestino y lo que, todavía hoy, hace que la Embajada de Israel invente cifras de población distintas a las que figuran en los únicos censos conocidos. Así el señor Sejatovich afirma, sin citar fuente, que al fin de la Primera Guerra “la población árabe era de 557.000 y la población judía, de 100.000”.

La verdad es que en 1914 los turcos hicieron un censo que dio una población total de 689.272, y el sionista Arthur Ruppin estimó que 60.000 eran judíos.

El 31 de diciembre de 1922 el “Gobierno de Palestina” (o sea el Mandato británico) hizo un censo que dio estos resultados:

Árabes: 663.914

Judíos: 83.794

Otros: 9.474

Total: 757.182

Es decir que cuatro años después de lo que dice la Embajada, la población judía aun no llegaba a los 100.000. Tampoco acierta la Embajada cuando dice que Palestina “hasta comienzos de la década del 30 era una tierra de emigración árabe”. Si comparamos el censo de 1922 con el de 1931, vemos que la población árabe creció el 28% y la población judía, el 108% lo que sólo se explica por la política de inmigración que implantó el Mandato británico.

De las cifras que acabo de citar se deduce que los términos “Palestina, país despoblado”, son una falacia en cualquier época que se considere. En 1922, la densidad de población ascendía a 22 habitantes por kilómetro cuadrado, cifra superior en ese momento a la de Estados Unidos o la URSS, y que la Argentina no alcanzará en un siglo: lo que espero no suministre argumentos a ningún colonizador.

El mito de la “Agresión Arabe”

Para explicar el éxodo palestino de 1948, la Embajada de Israel apela a un argumento que el sionismo ha dejado prácticamente de utilizar desde 1961, cuando fue pulverizado por el investigador inglés Erskine Childers.

El argumento pretendía que “dirigentes árabes” habían hablado por radio a los palestinos ordenándoles evacuar sus casas. Childers viajó a Israel en 1953 y pidió pruebas de ese alegato, sin obtenerlas. Acudió entonces al Museo Británico, donde se conserva la versión grabada por la BBC de todas las emisiones de radiales de Medio Oriente desde 1948, y no sólo no encontró un solo llamamiento árabe a la evacuación, sino numerosas exhortaciones, e incluso órdenes, de permanecer en sus casas.

Las razones que incitaron a los palestinos a huir al grito de “Deir Yassin!” son la destrucción de aldeas y las masacres que precedieron al 15 de mayo de 1948. Ello esta demostrado, en primer lugar, por uno de los responsables de esas masacres, el dirigente de la Irgun Menajem Begin, en su libro La Rebelión. Pero hay además centenares de testimonios.

El mediador de la UN, conde Bernadotte (asesinado por terroristas sionistas) dijo en su informe:

“El éxodo de los árabes palestinos resultó del pánico causado por la lucha, de rumores sobre actos de terrorismo reales o supuestos y de la expulsión... Prácticamente toda la población árabe huyó o fue expulsada del área ocupada por los judíos”.

El periodista (y luego diputado) israelí Uri Avneri dice:

“En algunos casos, los dirigentes judíos trataron de persuadir a los árabes de que se quedaran, por ejemplo en Haifa. Pero por regla general los incitaron a abandonar sus ciudades y aldeas”.

El propio Yigal Allon ha referido que para limpiar Galilea de palestinos, llamó a los alcaldes árabes y les advirtió “que se van a quemar todas las aldeas de Huleh... que huyan mientras hay tiempo”.

El mayor O’Ballance, historiador militar inglés, señala que “expeditivamente los árabes fueron expulsados y obligados a huir, como en Ramleh, Lydda y otros lugares. Dondequiera avanzaban en territorio árabe las tropas israelíes, la población árabe era arrancada como por una topadora”.

El terror causado por las masacres tipo Deir Yassin, y no las inexistentes exhortaciones de “dirigentes árabes” a quienes nunca se nombra, fue pues la causa del éxodo.

La mayoría de esas masacres ocurrieron antes del 14 de mayo, fecha de la “invasión” de Estados Árabes, y ocurrieron en zonas netamente árabes, que aun dentro del Plan de Partición de la UN, figuraban dentro del Estado Árabe.

Entre el 21 de diciembre de 1947 y el 14 de mayo de 1948, las organizaciones terroristas israelíes montaron las siguientes operaciones de gran envergadura, fuera de los límites de Israel, que en todos los casos significaron ocupación de territorio, toma o destrucción de ciudades y pueblos, y expulsión de árabes: Qazaza (21.12.47); Sása (16.2.48); Haifa (21.2.48); Salameh (1.3.48); Biyar Adas (6.3.48); Qastal (4.4.48); Deir Yassin (10.4.48); Lajun (15.4.48); Saris (17.4.48); Tiberias (20.4.48); Haifa (22.4.48); Jaffa (26.4.48); Acre (27.4.48); Safad (7.5.48); Beisan (9.5.48). La fuente es el New York Times.

Estas incursiones, y los extensos relatos que las documentan, prueban que Israel no esperó siquiera el día de su Independencia, fijado por la UN, para lanzarse a la conquista de territorio árabe; y que fueron sus organizaciones armadas las que desencadenaron la guerra.

En este contexto, importan relativamente poco las citas de funcionarios árabes que en su mayoría pertenecían a gobiernos corrompidos y reaccionarios, de fuertes vínculos con el colonialismo. Lo que hayan dicho o dejado de decir el rey Faruk, o el rey Abdullah, o el títere británico en Irak, Nuri as Said, tiene tan poca importancia como lo que hayan declarado los Comisionados designados por el gobierno británico, a quienes cita la Embajada (Abdul Khader, el único dirigente amado y seguido por los palestinos, murió en combate). Pretender que sobre esos testimonios se pueda erigir el derecho a la dominación de un pueblo; suponer que el relato de “un refugiado” (entre un millón), aparecido en un diario jordano, justifique las infames Leyes de Expropiación dictadas por el Estado de Israel sobre las tierras árabes; hablar de una imaginaria “transferencia de poblaciones”; todo eso es defender lo indefendible.

Comprendo que el señor Sejatovich, lo haya hecho, por encargo de su Embajada, con tan poca convicción.

Para reflexionar

Con respecto a los datos verificables, sólo me resta agregar que las cifras de refugiados que di en mi serie de notas proceden de la UN. La Embajada de Israel se permite, sin embargo, teorizar sobre mi actitud frente al terrorismo y la violencia, que expliqué claramente en mi serie sobre la Revolución Palestina.

Dije allí que apruebo la violencia de los pueblos oprimidos que luchan contra sus opresores. Eso significa que el terrorismo que se inscribe en esa lucha es -más allá del juicio particular sobre cada acción- tan legítimo en el caso de los palestinos como en el caso de la Resistencia francesa. Y que la insurrección de los palestinos frente a los ocupantes de su patria es tan legítima como, por ejemplo, el alzamiento del ghetto de Varsovia contra los nazis.

El testimonio de un escritor religioso judío ayudará a comprender el paralelo:

“En lo que a mi concierne” ha dicho Moshe Menuhin “mi religión es el judaísmo profético y no el judaísmo-napalm. Los nacionalistas ‘judíos’, el nuevo tipo de guerreros ‘judíos’ no son judíos, sino nazis ‘judíos’ que han perdido todo el sentido de la moralidad y la humanidad judías... A pesar de todos los artificios de encubrimiento y la construcción de imágenes ficticias; a pesar de los torrentes de trucos sofisticados, publicidad astuta, retórica polémica, ocultamiento de los hechos, redacción tendenciosa de la historia, el hecho trágico es que los nacionalistas ‘judíos’ se apoderaron por la fuerza de las armas, del terror y de las atrocidades, de los hogares, la tierra y la patria de los campesinos, trabajadores y comerciantes árabes, en la vieja Palestina; construyeron una ‘Patria Judía’ y la expandieron durante los meses anteriores al 14 de mayo de 1948 por medio de masacres, despojos, terrorismo, entre el 10 de abril y el 14 de mayo, expulsando a los árabes de ciudades tan típicamente árabes como Deir Yassin, Jaffa, Acre, Ramleh, Lydda, etc.. Los nacionalistas ‘judíos’ son nazis ‘judíos’ y yo siento vergüenza que me identifiquen con ellos y con sus causas herejes”.

Rodolfo Walsh
Periodista,
Buenos Aires, 1974.
Fuente: Diario Noticias.

Los palestinos en los territorios ocupados en el 48

Por Lidon Soriano

 
Hoy me han llamado de Gaza y entre otras cosas me han dicho que la niña a la que estuvimos visitando en el hospital de Shifa ha muerto como consecuencia de las heridas y fragmentos de metralla que tenía dentro del cráneo. Y me viene a la cabeza una y otra vez la cara y la pena de su madre. Además de ella, en la ultima semana Israel ha asesinado en Palestina a 14 personas y ha herido a otras 34, aunque lo peor una vez más no es eso sino las condiciones de pobreza, la falta de movimiento, la ausencia de libertades basicas, la humillación permanente que supone la ocupación, especialmente en Gaza.

 
Todos los años, tras conocer la realidad de los territorios del 67, acabábamos la brigada conociendo la realidad de los territorios del 48, yendo a Haifa, Akka, Nazareth y Ein Hod entre otros lugares de Galilea y a Bersheva, Laquia, Al Naam, Tal Sheva, entre otros pueblecitos del Neguev. El objetivo es conocer la realidad de la población árabe que vive en los teritoris del 48. Son 1.200.000 personas que estan sometidas a unas leyes discriminatorias y racistas que les impide tener los mismo derechos que el resto de la ciudadanía en Israel.

 
Y es que la eliminación de la poblacion palestina ha sido desde la primera mitad del siglo XX el principal objetivo sionista para asi poder certificar su famosa frase de "una tierra sin pueblo, para un puebo sin tierra". Para ello llevan a cabo todo tipo de estrategias, la prioritaria el control demográfico.

 
En 2002, tras la publicación de un estudio que demostró que el ritmo de crecimiento demográfico entre la poblacion palestina era superior al judio, se reactivó el "Israel Council for Demography", implantando politícas de ayuda a la maternidad para fomentar la natalidad israel y asi "preservar el caracter judío del estado".

 
En 2003 B. Netanyahu afirmó públicamente en una conferencia en Herziliya sobre asuntos de seguridad, que la demografía se había convertido en un problema para Israel.

 
El 27 de julio de 2005 el Knesset aprobó una enmienda a la ley de Reunificación Familiar del 2002, que básicamente impide que las parejas mixtas (una provenientede los TT67 y otra de los TT48) puedan vivir juntos porque a la persona que viniera de los TT67, bien Cisjordania, bien Gaza, nunca le darían la nacionalidad, con lo que se expondria a una existencia ilegal y a ser deportado en cualquier momento.

 
El 4 de abril de 2005 Sharon en una declaraciones afirmó que no hacia falta disfrazar estas políticas demográficas, tanto las positivas hacia la población judía, como las negativas hacia la población palestina, como de "seguridad", confirmando que sencillamente eran necesarias para mantener la naturaleza judía del estado de Israel.

 
Otros ejemplos de las políticas racistas de Israel para con la población palestina en los territorios del 48 los encontramos en el mercado laboral. Los y las palestinas no pueden acceder a ningun trabajo institucional gubernamental, incluso algunas empresas directamente no contratan a población árabe.

 
Los puestos de responsabilidad les están prácticamente vetados y la mayoría tiene dificultades para encontrar trabajo como licenciados o doctores. lLes prohiben al acceso a algunos trabajos como en compañías de aviación, en industrias eléctricas, en la central nuclear.

 
Ubican las industrias mas contaminantes, eléctricas, químicas, en las zonas en las que se encuentran los pueblos no reconocidos. De hecho las cifras de abortos, de malforciones congénitas, de leucemia o de linfoma es mucho mayor en esta población, sobre todo entre la población infantil, que en el resto del país.

 
Prohiben ademas a la poblacion arabe comprar ni un metro cuadrado de tierra.

 
En educación la discriminación es fácilmente apreciable. Los y las estudiantes palestinas tienen una red educativa diferente de la judia, con unas infraestructuras obsoletas e insuficientes.

 
Las universidades son todas judias y los filtros para la población árabe son muy duros, a parte de las humillaciones que los y las estudiantes palestinas sufren en los campus.

 
A nivel presupuestario y aunque la población árabe paga los mismos impuestos que la población israeli,el Knesset solo dedica entre el 3-5 % del total del presupuesto a la comunidad árabe, musulmana y cristiana, cuando son una quinta parte de la población. Normalmente, además, los proyectos que se aprueban en el parlamento para mejorar las condiciones de la población árabe nunca se llevan a cabo.

 
Israel tiene 30 leyes de confiscación de terrenos y casas y los motivos son de lo mas irrisorio, desde haber pintado la casa de un determinado color, a haber reparado una grieta en el tejado sin el obligatorio permiso israelí, que por otra parte nunca llega, pasando por la ley del ausente u otras tantas más.

 
Por si esto no fuera poco si ademas de confiscarte la casa te la destruyen, después van a buscarte para que corras con los gastos de los bulldozers y las escavadoras. Surrealismo en su maxima esencia.

 
Estas políticas son facilmente apreciables simplemente paseando por las ciudades, en aquella como Haifa con población palestina y judía, enseguida te das cuenta de por qué barrio estás pasando pues los barrios árabes los tienen abandonados, les recogen las basuras una o dos veces a la semana, los edificios estan descuidados y hasta las farolas y la papelera son diferentes, mas feas y medio rotas.

 
Si a todo esto le sumamos que los impuestos que tienen que pagar son muy elevados y que mucha gente no tiene trabajo o tiene trabajos con salarios muy bajos, nos encontramos con otra politica de limpieza étnica, sutil y efectiva.

 
Ademas en este racista marco sociopolítico nos encontramos con la realidad de los pueblos no reconocidos, es decir pueblos que físicamente existen pero que israel no reconoce ni situa en el mapa.

 
A pesar de pagar sus impuestos estos pueblos no reciben ningun tipo de infraestructuras, ni carreteras, ni desagues, ni canalizaciones de agua, y tampoco reciben servicios ni educación , ni salud, nada, sencillamente son ignorados.

 
En la actualidad hay aproximadamente un centenar de pueblos no reconocidos en los TT48, de ellos unos 45 estan ubicados en el desierto del Neguev, con las consiguientes dificultades que un contexto desértico conlleva.

 
Debido a la situación que se está viviendo en el norte del país en esta ocasión sólo pudimos ir al desierto del Neguev.

 
Fuimos a Bersheva la ciudad mas grande del desierto del Negev. El desierto del Negev constituye el 62% de la Palestina historica, la población que ancestralmente había poblado el desierto del Negev es la población árabe beduina. Es una población seminómada con un tipo de vida propia y peculiar, viven en jaimas o en casas sencillas, muchos de ellos tienen ganado y en determinadas zonas incluso algunos cultivos. Esta comunidad esta muy unida a la tierra y es una gente que no entiende de fronteras, que siempre ha sido libre y que tiene su ritmo de vida que (afortunadamente para ellos) nada tiene tiene que ver con nuestro tipo, ni ritmo de vida en occidente.

 
El sionismo desde el principio (incluso, antes del 48) intentó por todos los medios judeizar completamente la zona del Negev, pues la consideraban una zona estrategica de gran importancia al estar entre Egipto, Jordania, Gaza, Cisjordania y el mediterráneo.

 
De hecho antes de 1948 habia una población de 80.000 personas que tras la primera guerra árabo-israelí en 1948 fue reducida a 10.000. De los 70.000 restantes unos fueron asesinados, otros fueron obligados a salir sobre todo hacia Jordania y otros tuvieron que marchar como refugiados a Gaza y Cisjordania.

 
Del total del territorio por el que se movía libremente la población beduina, les dejaron tan solo el 7% del territorio, para ubicarse y moverse con el ganado.

 
Bersheva, en 1948 fue totalmente "limpiada" de su poblacion autoctona y repoblada con comunidades exclusivamente judias, de hecho en la actualidad de un total de 200.000 habitantes que tiene la ciudad solo unos 3000 son árabes y su mayoria venidos de Haifa en las últimas décadas.

 
Desde el 48 al 68 la zona fue declarada "área militar", durante esos años el sionismo fue asesinando a los lideres de las diferentes comunidades beduinas. Tambien en esa época fueron cortando la posibilidad de comunicacion entre los árabes del Negev o beduinos y los árabes de Gaza y Cisjordania. Otra de las medidas que adoptaron (y aqui podemos observar la importancia que el imperialismo concede al lenguaje) fue eliminar de los documentos la palabra "árabe" para referirse a la población autóctona y pasaron a denominarles simplemente beduinos (hoy en dia, continuan con la misma estrategia intentando eliminar todo lo relacionado con el concepto "árabe" sustituyéndolo, intencionada y erroneamente, por "islam", concepto al que ya han conseguido adjudicar conotaciones negativas, en nuestras mentes occidentales, manipulables e ignorantes).

 
En 1969, puesto que no conseguian eliminar a la poblacián árabe beduina decidieron recluirles en ciudades construidas exclusivamente para ellos. La primera ciudad se llamo Tal Sheva, era una ciudad dormitorio con casas de unos 30 a 50 metros (ellos las denominaban "las pequeñas cajas") para familias de 8 a 20 miembros. Por supuesto en estas ciudades no ubicaban ninguna fabrica, comercio o tienda que les pudiera dar trabajo o/y abastacer de los productos basicos y por supuesto no les construían granjas, ni invernaderos donde poder cultivar algunos vegetales o tener al ganado ¿Os suena de algo? Guetos, encarcelar a la poblacion, destruir su forma de vida, muros, muros, muros... Limpieza étnica.

 
Algunas personas accedieron a ir a vivir a estas ciudades-dormitorio o mejor se podrian definir como ciudades-cementerio, pero muchas otras personas se negaron a abandonar su forma de vida ancestral, porque sabian que eso era matarles en vida y esta negacion se convirtio en una forma de resistencia valiente y noble. Estas personas continuaron viviendo en pequeñas comunidades que fueron y son definidas hoy en dia como pueblos no reconocidos y por tanto todas sus construcciones, casas, granjas o vallados para el ganado, como construcciones ilegales.

 
Con el pretexto de esa "ilegalidad" no solo les impiden construir nuevos habitáculos, sino que al tener el decreto promulgado en los años 60 que les declaraba ilegales, caracter retroactivo, todas sus construcciones "debían" ser demolidas. Por ello todos los dias una seccion de la policia militar israeli, creada en exclusiva para tal fin, se dedica a destruir casas, granjas, amenazar a los habitantes de los poblados a los ninyos y ninyas cuando van a la escuela, para lo que deben recorrer varios Km por el desierto y a las familias que tienen ganado (esto es extensible para la gente que vive en los pueblos reconocidos y en los no reconocidos) no se molestan en matarles las cabras, utilizan técnicas mas sutiles como prohibir a las fabricas de productos lacteos israelies que les compren la leche, impedir que les llegue la suficiente cantidad de agua como para dar de beber a las cabras o impedirles el acceso a las zonas que tienen algo de hierba y paja para que estas puedan comer.

 
En 1973 se diseñó un plan para construir 6 pueblos mas solo para la población árabe, iguales a Tal Sheva. Por aquel entonces la población árabe habia ascendido de 10.000 a 40.000. La gente que iba a estos pueblos como perdia sus tierra y su ganado tenia que trabajar para los granjeros israelies, o trabajar en negro en lo que les saliera y por lo que les pagaran. Mucha gente igual que en el 69 se negaron a ir y permanecieron en sus pueblos "no reconocidos".

 
En la actualidad, de una poblacion de 120.000 árabes aproximadamente la mitad vive en estos pueblos no reconocidos, resistiendo toda las politicas genocidas del racista estado de Israel.

 
Pero, alli siguen en unas condiciones de precariedad total, constantemente sometidos a las decisiones y acciones militares, vivendo en una incertidumbre permanente.

 
Pero, insisto, alli siguen, esa es la enorme grandeza de este pueblo. El compañeero con el que estuvimos todo el día visitando y conociendo la zona, nos dijo que ellos tienen muy claro que:" todo esto sucede porque Israel no nos quiere libres en nuestra tierra".

 
Afortunadamente la poblacion palestina de aproximadamente 5.200.000 millones entre los teritorios ocupados en el 67, incluido Jerusalen y en los territorios ocupados en el 48, es decir Israel, va a continuar ejerciendo su derecho a resistir y van a continuar luchando, la inmensa mayoría, sencillamente con su presencia.
 
 
Fuente: www.rebelion.org

Entrevista a James Petras

Chury: Estoy en contacto con James Petras allí en los Estados Unidos en esta jornada que tenemos aquí, bastante fría, con cielo totalmente cubierto y hasta niebla. Buen día Petras ¿cómo estás?


Petras: Buen día. Aquí tenemos 35 grados y subiendo, con mucho sol y con mi aire acondicionado funcionando bien.

 

Chury: Bueno, viste las diferencias ¿no?. Petras, naturalmente uno pasa de este saludo amable y de todo esto por lo menos a una situación de una complejidad y un dolor humano muy fuerte. Parte de la entrevista se va a orientar a que nos digas qué perspectivas tiene el conflicto de Oriente Medio. LA gran pregunta es en qué va a terminar esto, cuál es el plan de Israel. Un análisis de la situación.

 

Petras: El plan de Israel -y hay que decirlo con toda franqueza- es la creación de lo que llaman el Gran Israel. Hace medio siglo que ya los principales líderes de Israel tienen una visión melagomaníaca de que Israel debe ser desde el canal de Suez hasta el Eufrates y parece una visión apocalíptica, bíblica e imperial, pero eso es lo que creen los principales políticos de Israel que no quieren quedarse con la simple mitad de un pequeño país. Y a partir de esta visión, con diferentes grados de agresividad, primero han conquistado territorios en Palestina; han ocupado el sur del Líbano y forzosamente tuvieron que salir por la resistencia de Hezbollah. Y ahora vuelven a la carga destruyendo totalmente la economía en Gaza para forzar lo que algunos laboristas sionistas llaman "las condiciones por la salida voluntaria de la población palestina" (lo dicen así con todo cinismo) y es lo mismo que están haciendo en el Líbano ahora, bajo el pretexto de un conflicto donde cayeron dos presos. Con este pretexto están destruyendo toda la economía del Líbano, incluso atacando a un gobierno que es cliente de Washington y atacando soldados fieles al liderazgo político pro Washington. Eso debe indicar para mucha gente, que Israel no es un simple agente del imperialismo norteamericano sino que realmente tiene sus propias ambiciones imperiales y su política estratégica y que lo que Estados Unidos tolera de que Israel está atacando a sus clientes, es porque el lobby judío en este país no le permite a Washington defender a sus propios clientes, a defender las inversiones norteamericanas en el Líbano ni los proyectos de reconstrucción en Gaza.

 

Ustedes deben saber que la planta hidroeléctrica en Gaza estaba construida con hombres del gobierno de Bush en una forma de tratar de estabilizar lo que existe en Gaza. Israel la primera cosa que hizo fue bombardear y destruir esa planta que costó más de 50 millones de nuestro dinero. Y como es común, todo el lobby, todas las organizaciones comunales de Israel, apoyan a Israel contra la política de Washington, que indican que aquí tenemos una población, una comunidad, que su primer lealtad está en el gobierno de Israel y no lo que es el país donde viven. Pero que tienen una enorme fuerza y controlan a los congresistas y Bush lo sabe y por eso tiene miedo en este año electoral a mostrar su discrepancia con Israel, a pesar que está subvirtiendo su política de extender la influencia norteamericana a partir de cambios de regímenes como hiciera en el Líbano.

 

Recuerda que la política de EE.UU. a partir del asesinato de una figura política, forzaron a Siria a abandonar el Líbano y a partir de este éxito, ellos construyeron un gobierno en el Líbano favorable a los intereses de Washington que ahora Israel está destruyendo y polarizando el país en favor de Siria, en favor de Hezbollah y contra los EE.UU. ¿Y cómo podemos explicar que Israel pueda hacer cosas así? porque la extensión del poder y ocupación de territorio del Líbano por parte de Israel, está apoyado por los presidentes de las principales organizaciones judías, que junto con los millonarios judíos, financian más del 60 por ciento de las contribuciones que recibe el Partido Demócrata y el 35 por ciento de las contribuciones políticas que recibe el Partido Republicano. Y si uno quiere analizar cómo impacta la política de los sionistas aquí en los EE.UU., debe estudiar -yo he construido un dossier documentando la penetración de los Comité de acción política, lo que llaman aquí PAC- y cómo contribuyen con dinero, activistas y penetración de Comités de asesores, el proceso político aquí estamos «sionizados» en relación con la política del Medio Oriente.

 

En esta perspectiva yo no veo ninguna intervención por la paz de parte de Estados Unidos y como consecuencia de su influencia en Europa y su poder de veto en Naciones Unidas, esta guerra va a continuar. No hay ninguna posibilidad de que se negocie, se intercambien presos o se arregle porque los presos son pretextos para el estado de Israel para extender su poder y su influencia.

 

Este cálculo de Israel es muy peligroso para todo el mundo, para nosotros. Porque si Israel lanza un ataque contra Siria, va a provocar la reacción de Irán. Irán tiene misiles que pueden alcanzar a Haifa e incluso a Tel Aviv y eso nos implica una guerra generalizada porque la influencia sionista aquí va a empujar a los EE.UU. en la guerra contra Irán y Siria y ahí ya estamos en una guerra generalizada mundial.

 

Ese es el gran peligro del fanatismo judío fundamentalista que está apoyando este estado terrorista de Israel. No es un simple problema entre Israel y Palestina y los derechos de los palestinos o lo que sea.

 

Estamos hablando que hay un peligro mundial, como las encuestas en Europa, entre el ciudadano promedio mencionaba.

 

Varias veces en las encuestas preguntan cuál es el principal peligro para la paz y el estado que nombran primero es Israel y la respuesta de Israel es ¡que toda Europa es antisemita! En vez de reflexionar y decir "qué estamos haciendo", la respuesta automática de Israel es culpar a los que están preocupados y no preguntarse internamente.

 

Lo mismo pasa con las organizaciones sionistas, incluso judíos que en el mundo automáticamente responden en la misma línea como pájaros, como loros lo que dice Israel. Es como el stalinismo en el peor momento. Son cinturones de transmisión automáticos, aquí tengo frente a mí documentación. Un día Israel dice una cosa, los próximos días lo repiten los dentistas, los médicos, los abogados, los especuladores, los medios de comunicación, todos repiten palabra por palabra.

 

"Raptan a un soldado" ¿cómo se puede raptar un soldado? cuando estás en conflicto, capturás un preso de guerra. Estas cosas de la corrupción del lenguaje político es otro tema en el que nos podríamos concentrar.

 

Imagino que en Uruguay es lo mismo y las organizaciones pro Israel repiten palabra por palabra lo que dicen sus patrones en Israel, con algunos pequeños grupúsculos y algunos individuos sueltos que dicen que Israel y Palestina tienen la culpa -como Poncio Pilatos- que los dos lados están sufriendo etc..

 

En vez de ver los miles de muertos y miles de heridos, tratan con gran hipocresía esos progres, de culpar a ambos lados y confundir a los oprimidos con los opresores. Yo no tengo ninguna visión optimista por la paz. Mientras Israel esté gobernado por una visión megalomaníaco, con una arrogancia y prepotencia espantosa, no hay paz. Vamos a una guerra prolongada. Y la otra vez que Israel empezó una guerra contra Hezbolla fracasó, sufrieron bastantes bajas y tuvieron que retirar primero sus tropas y después las milicias títeres de cristianos de la derecha entonces yo creo que estamos frente a una guerra prolongada, con posibilidades graves para la paz en el mundo.

 

Chury: Dejo un momento este tema, porque aquí hubo un plenario del Frente Amplio en el que se trató un tema que es realmente importante para los uruguayos, primero porque aquí en el Uruguay la izquierda durante muchos años, se opuso a tratados de libre comercio con los Estados Unidos. Pero ahora de la mano del gobierno del Dr. Vázquez y la conducción de economía de Danilo Astori y de los llamados cabeza de lista, los Huidobro, los Mujica, se ha llegado a la conclusión de que es bueno hacer un tratado de libre comercio con los EE.UU. pero que no se llame así, que tenga otro nombre. Es decir: los mismos contenidos a los cuales se le cambia de nombre.

 

Petras: Bueno, yo creo que el señor Astori no sólo estudió economía sino también cosmetología. Es decir que es un especialista en maquillaje y las cosméticas siempre hasta las manos; si no directamente pro Astori o por el señor Vázquez, se puede traer al maestro del salón de belleza, Gargano, o tal vez Arismendi, que pueden meter mano y dar alguna estocada de poner otra palabra, otra máscara, llamarlo trato de libre comercio progresista. Y como decía, una subordinación democrática, libre, a la uruguaya. Y todo eso para engañar a la gente.

 

Pero con el mínimo sentido común entiendo que el lobo con piel de oveja todavía es lobo que muerde. Y van a perder todos los beneficios que reciben ahora los empleados públicos y los demás porque tienen que ser competitivos como dice Astori y alguien tiene que apretarse el cinturón y como a los capitalistas los necesitamos para invertir en el empleo y que tengan muchas ganancias, tienen que ser los empleados públicos, los choferes de autobuses y taxis los que tienen que hacer el gran sacrificio para que el trato democrático de libre comercio tenga éxito y no tocamos las grandes ganancias y las tres o cuatro casas de los financistas en Rocha, Punta del Este y lo demás.

 

Chury: En Uruguay se habla insistentemente de que los pasos que está dando aquí Estados Unidos tanto en la zona del Cerro de Montevideo donde va a estar el puerto de la Armada, como en Laguna del Sauce, una base aeronaval y Santa Bernardina en Durazno, van a ser la avanzada de lo que después puede transformarse en una base norteamericana o en una escuela militar norteamericana y que se ha estado haciendo una política de ablandamiento.

 

Ya está aquí un contingente norteamericano

 

Petras: Yo creo que es así. Lo que yo entiendo es que ya tienen acuerdo con el Ministro de Defensa y la cúpula militar para establecer una escuela de entrenamiento o mejor dicho una base para la escuela de entrenamiento porque una escuela no puede existir independientemente del territorio que ocupa y hay que construir casas para los entrenadores, campos de práctica. Y cuando hablamos de escuela, estamos hablando de una base militar donde está ubicada la escuela. Y por lo menos la noticia que nosotros tenemos es que ya hay acuerdos. No sé si están publicados en Uruguay.

 

Chury: Sí, sí.

 

Petras: Entonces estamos ya, entonces Astori está en los pasos de Duarte al estilo paraguayo. Lo que tenemos un país, Uruguay, en los pasos de los gobiernos de verdugos como ese gobierno en Paraguay.

 

Mientras en Argentina tienen problemas para montar una escuela en una base militar, van a Paraguay y van a Uruguay para construir las bases, como tienen bases en Miami y como tienen escuela en Puerto Rico entonces está el modelo colonial que sigue Uruguay en relación con bases militares.

 

Quiero decir que Panamá expulsó la escuela de las Américas que tuvo que volver a EE.UU. Ahora en otros países están cuestionando las bases militares: en Asia y otros lugares. Mientras el mundo está expulsando las bases militares o los EE.UU. establecen bases por la fuerza o la corrupción como la mafia en Bulgaria, ahora tiene la invitación por el gobierno autotitulado democrático y progresista.

 

Fíjate qué progreso tenemos estableciendo bases militares y trampolines para intervenir en América Latina, por la invitación de un gobierno ¡con socialistas, comunistas, tupamaros y lo demás!

 

Uruguay gana el premio de lame botas con el gobierno actual. Tiene la competencia de Paraguay y de Colombia pero por sus credenciales democráticas, este año gana el famoso premio "lamebotista del año".

 

Chury: Petras, un saludo nuestro, un saludo de la audiencia, gracias por todo el análisis. Nos reencontramos el próximo lunes.

 

Petras: Sí. Hablo con mucha tristeza. Cuando uno considera a Carlos Quijano viejo amigo y todas las tradiciones democráticas independientes y nacionales de Uruguay, tenemos que tratar temas tan vergonzosos que me pone triste reflexionar sobre el pasado de Uruguay frente a estos acontecimientos. Realmente me pongo a tomar algunos tragos ahora para olvidar el presente y recordar el pasado.

 

Chury: Un abrazo grande Petras.

 

Petras: Un abrazo. Chau.

David es palestino

Por Lidon Soriano

 
Esta tarde hemos llegado a Nablus, los compañeros palestinos nos aconsejaban no venir, pues la madrugada pasada un comando de los mártires de las brigadas de Al aqsa llevaron a cabo una acción de resistencia, volando un jeep militar. Como resultado un soldado ha muerto y cinco estan heridos, dos de gravedad. Puesto que cada vez que hay una acción de resistencia a continuación el ejército israelí lleva a cabo diferentes acciones de venganza y castigo personal y colectivo, se suponía que las cosas se endurecerían, sobre todo en el casco viejo, que es donde ha sucedido y donde nos encontramos. Pero la brigada ha decidido seguir con nuestro programa, pues hemos pensado que esa era una forma, pequeña pero digna, de luchar contra la ocupación, es decir, que no fuera el gobierno israelí a través de su aparato represor quien decidiera nuestro programa, sino nosotras mismas, así que tras casi 4 horas de viajes para recorrer poco mas de 50 Km hemos llegado a Nablus.

 
De momento lo único que hemos podido comprobar ha sido más presencia militar por todas partes, más dureza en el checkpoint de Hawara (una de las entradas de Nablus) y que hacia las diez no quedaba nadie por las calles de la ciudad vieja, signo de que la gente teme que algo pueda ocurrir. De hecho acaba de venir un amigo palestino al que le han asesinado, en estos años de intifada, a 13 de sus mejores amigos (en la pandilla eran 15) a decirme que le han avisado, de que los soldados ya han entrado en la ciudad. Estos días hemos tenido una agenda muy intensa por lo que me centraré en lo más significativo del recorrido.

 
El viernes tuvimos reunión con la gente de Stop the Wall que nos puso al día de la situación del muro, que a pesar de la opinión consultiva del tribunal de justicia de la Haya del 9 de julio de 2004, que lo declara ilegal, continúa construyéndose de diferentes formas, con piezas de hormigón de 9 metros de altura, con alambradas de espino y electrificadas, en forma de carreteras que nunca podrán utilizar los palestinos y que por lo tanto eso ya les supone un muro infranqueable, en forma de nuevas colonias, que les roban la tierra y les delimitan el terreno por donde van a poder moverse, etc, etc.

 
También nos hablaron del plan Olmert que consiste en desalojar 70 pequeñas colonias en donde viven unos 50.000 colonos (que serían llevados a Jerusalen, para acelerar la judeización de Jerusalen) mientras acaban la construcción del muro. Dejando por lo tanto Cisjordania dividida en tres guetos sin acuíferos, sin comunicación entre ellos, sin control de sus fronteras, sin ninguna salida al mar, excepto Gaza, (e incluso esa salida la tienen controlada, pues los palestinos sólo pueden navegar en seis millas desde la costa). En fin un país de recortable, como las muñecas de papel de cuando eramos pequeñas.

 
A la vez, las colonias grandes las irían agrandando y posteriormente, anexionando a Israel, dejando en ellas a unos 367.000 colonos, población que seguiría creciendo, a pesar de que está terminantemente prohibido por la IV convención de Ginebra que la potencia ocupante ubique a sus ciudadanos en la tierra ocupada.

 
A esta guetización, se uniría el plan del banco Mundial, consistente en crear una serie de entre 9 y 11 maquiladoras, es decir, fábricas en donde se esclaviza a la gente que en ella trabaja como en India, centroamérica y otras zonas empobrecidas del planeta. Fábricas que se ubicarían pegadas al muro por fuera del mismo y con un acceso para que los palestinos pudieran entrar a trabajar y al acabar mandarles otra vez al gueto. Palestinos a los que por un acuerdo entre el banco mundial e Israel, éste les podría pagar una tercera parte del salario mínimo profesional que paga a los israelíes, es decir, trabajar 14 h. por una miseria. Lo mejor de todo cómo lo venderían a occidente: "Israel da trabajo a la población palestina" Me río por no llorar.

 
Más tarde fuimos a Bilin, donde como cada viernes se hace una acción de protesta contra el muro. En este caso, se hizo una boda, una boda de verdad entre una americanopalestina y un palestino del comité de resistencia del pueblo. Allá llegamos toda la comitiva, familia, amigos y "apegados" osea, nosotros y medio centenar más de internacionales. Al llegar enfrente de los soldados, empezó el baile, las fotos, los cánticos, todo era festivo hasta que a los diez minutos de llegar el ejército empezó a cargar con una furia inusual.

 
Empezaron a tirar bombas de sonido de forma masiva y más tarde gases lacrimógenos, con la particularidad de que los tiraban rasos, a medio metro del suelo, a dar a la gente que corría huyendo de tal alarde de fuerza y barbarie, más tarde se oyeron también algunas balas de caucho. Los soldados se acercaban con los jeeps y la gente corríamos, ora entre los olivos, ora por la carretera, esquivando los botes y huyendo de los soldados que cada vez estaban más cerca. Hubo heridos, a un par de compañeros les hirieron con botes de humo y yo llevaba sangre en la espalda de la camisa, aunque afortunadamente para mi, no era mía.

 
Ya a salvo en el pueblo nos contaron que a los diez minutos de llegar los novios una piedra hirió al jefe del comando en la cabeza, ya que por la extrema chulería que le caracteriza iba sin casco, haciéndole una brecha por la que sangraba con profusión. Llegado este punto no puedo evitar esbozar una sonrisa imaginándome el momento y es que una vez más se repite el David contra Goliat, aunque en esta ocasión David, es palestino.

 
Al acabar marchamos a Belen, donde tras recibir una charla muy interesante del periodista y escritor Nasser Ibrahim fuimos alojados en familias, recibiendo una vez más el calor y la hospitalidad de esta gente maravillosa que te da todo a cambio de nada, como nosotros en occidente, vaya. Al día siguiente estuvimos con una asociación que trabaja con personas con discapacidad sorprendiendo, cómo en un contexto tan agresivo e inestable, se preocupan por temas como la integración de las personas con discapacidad cuando en nuestras sociedades eso parece casi algo folclórico y políticamente correcto que se reduce a las personas especializadas, pero que la sociedad no acaba (ni empieza) de aceptar como parte fundamental de su crecimiento humano y social.

 
(Los tiroteos se agudizan y resulta curioso, el sonido sordo de los kalasnikovs palestinos y la fuerza de los fusiles y ametralladoras israelíes, es todo tan desigual....)

 
Después fuimos a conocer la realidad de los pueblos del oeste de Belen (Husam, Wadi Fukin, Batir,..) Éste es un territorio que está siendo literalmente estrangulado entre el muro y las colonias que crecen sin cesar, robando más tierras, más acuíferos naturales, más tierras de cultivo y separando a su población de Belen, su centro de aprovisionamiento de materiales varios y su principal mercado. Es decir, un estrangulamiento económico y físico tan sutil como maquiavélico y eficaz.

 
En realidad no están sino copiando algunas de las estrategias que la Hagana (germen del futuro ejército israelí) llevó a cabo en 1947-48 cuando fue estrangulando económicamente a ciudades y pueblos con la finalidad de que sus habitantes no vieran otra salida que marchar y a los que resistían después los masacraban, como sucedió en Deir Yassin.

 
Finalmente estuvimos con un diputado de Al Fatah que nos dio su versión de la situación política y con el que pudimos departir muy animadamente al hablar perfectamente castellano.

 
Y es que esa es otra de las características de este pueblo la capacidad que tienen para el diálogo, para argumentar y contrargumentar con los de un lado y con los del otro, mientras que una vez más en nuestros medios de comunicación se les muestra como unos intransigentes, con los que no se puede dialogar.

 
Los tiroteos estan siendo brutales, incluso se estan oyendo tanques, asi que os dejo. 

La influencia de Israel y su cabildeo en la política de USA en Oriente Próximo

Por Jeffrey Blankfort
 
La evidente capacidad de Israel, uno de los países más pequeños del mundo, de conformar la política en Oriente Próximo de la única superpotencia que queda en el mundo, ha sido una fuente de desconcierto, conjetura, y constante frustración para los que luchan por la justicia para los palestinos y para los pueblos de la región en su conjunto.
 
Una de las raíces de este singular fenómeno histórico se puede encontrar en la interpretación de la decisión de hace 120 años de la Corte Suprema de USA que otorgó a las corporaciones los mismos derechos que a los ciudadanos individuales de ese país.
 
Uno de esos derechos es la libertad de palabra garantizada por la primera enmienda de la Constitución de USA.
 
Gracias al extraordinario grado de corrupción que se manifestó en la sociedad usamericana de fines del Siglo XIX, contribuciones financieras a los candidatos políticos llegaron a ser vistas por el tribunal como expresiones de expresión política y por lo tanto bajo la protección de la corte.
 
Esto llevó a que el sistema político de USA se caracterice por interminables y cada vez más costosas campañas políticas y a que sea, sin duda, el más corrupto entre lo que se describe generalmente como “países avanzados.” La decisión de la Corte Suprema, reafirmada con el pasar de los años, abrió la puerta a “intereses especiales” bien financiados y a sus grupos de presión y les ha permitido, mediante lo que equivale a un soborno legal, conformar las políticas exterior e interior de USA.
 
En 1907, el autor usamericano Mark Twain, escribió que existe sólo una “clase criminal nativa en USA – el Congreso” y una década después el humorista Will Rogers bromeó: “USA tiene el mejor Congreso que el dinero pueda comprar.”
 
Los primeros que pagaron el precio usual fueron los ferrocarriles y las compañías siderúrgicas y luego fueron las compañías madereras, petroleras y de la construcción, los fabricantes de armas y de automóviles, las industrias aeronáuticas y de comunicaciones, y lo que se conoce bajo el eufemismo de proveedores sanitarios – los doctores, hospitales y los fabricantes farmacéuticos que han asegurado que los usamericanos sean los únicos ciudadanos en un país desarrollado que no tengan un servicio nacional de salud.
 
En el campo de la política exterior, ningún grupo de presión ha mostrado más poder que aquel de la comunidad judía organizada de USA en apoyo a Israel; a lo que generalmente se refieren como el Lobby de Israel y en las salas del Congreso, simplemente como “el lobby.” Su poder es tanto más impresionante si uno se da cuenta de que el lobby no representa a más de un tercio de los seis millones de judíos de USA.
 
La dedicación y la resolución de ese tercio, sin embargo, contrastan fuertemente con la falta de intervención de la abrumadora mayoría de los usamericanos en un sistema por el que perdieron hace tiempo fe y respeto. Este hecho ha simplificado considerablemente la tarea del lobby, mucho más de lo que podría parecer a primera vista. Por eso, también, el apoyo incondicional para Israel seguirá probablemente siendo el único aspecto en el que demócratas y republicanos entierran sus hostilidades y marchan juntos al unísono como animales adiestrados de un circo. No sólo las medidas favorables a Israel reciben usualmente 400 votos de los 435 miembros de la Cámara de Representantes y hasta 99 de 100 en el Senado, sino cuando se trata de la ayuda al exterior, el Congreso vota frecuentemente a favor de otorgar a Israel más dinero del que ha solicitado un presidente y aprueba legislación favorable al lobby a pesar de la oposición de este último.
 
Desde 1985, el monto de ayuda directa ha fluctuado entre 3.000 y 3.500 millones de dólares, y extras no publicados en el presupuesto del Pentágono tienden a elevar considerablemente esa cifra.
 
Se calcula que el monto total actual es de por lo menos de 108.000 millones de dólares. Esta cifra no incluye el coste de 19.000 millones de dólares en garantías de préstamos a Israel desde 1991, los miles de millones de dólares de dólares del contribuyente que han sido invertidos en bonos del gobierno israelí por fondos de pensión de los sindicatos, estados individuales y gobiernos de distritos y ciudades, ni los millones en donaciones libres de impuestos de judíos usamericanos a agencias y obras benéficas casi-gubernamentales israelíes desde que Israel llegó a ser un Estado.
 
El estado de la economía de USA jamás ha tenido importancia. Cuando no había fondos para programas interiores esenciales, como en 1991, cuando seis de diez ciudades de USA no pudieron cumplir con sus presupuestos y varios estados con sus pagos de salarios, Israel recibió, por sobre los deseos del primer presidente Bush, 650 millones de dólares más en efectivo como parte de la ley de gastos de emergencia de la Guerra del Golfo. En septiembre de 1992, después de resistir obstinadamente durante un año la solicitud israelí de 10.000 millones de dólares en garantías de préstamos, pero ante una difícil elección contra Bill Clinton dentro de dos meses, Bush se adaptó a la exigencia del Congreso de que se aprobara la solicitud de Israel. Fue demasiado tarde para ayudarle en las urnas. No es sólo un tributo a los millones de dólares contribuidos a los candidatos políticos nacionales por acaudalados judíos usamericanos sino un testimonio del temor que AIPAC, el Comité de Asuntos Públicos USA-Israel, el grupo de presión oficialmente registrado de Israel, ha instilado en los miembros del Congreso que no tienen ni un interés personal en el apoyo a Israel ni un electorado judío importante. “Si hubiera un voto secreto, la ayuda a Israel sería reducida severamente,” declaró en 1989 un congresista descrito como favorable a Israel a Morton Kondracke de New Republic. “Israel ya no recibe 3.000 millones de dólares al año por afecto. Es por miedo de que te vayas a despertar una mañana y descubras que un oponente tiene 500.000 dólares para presentarse a las elecciones en tu contra.”
 
Sin embargo el lobby es más que sólo AIPAC, que por sí sólo no podría ejercer tanto poder. Existen, en realidad, más de 60 organizaciones, entre pequeñas y grandes, dedicadas con determinación a promover los intereses de Israel en USA mientras marginan, intimidan y silencian a sus críticos. Entre otros, tienen en la mira a judíos opuestos a la existencia de Israel como Estado judío, como yo y otros que se indignan simplemente por la continua ocupación israelí y por el robo de tierras palestinas, y los medios letales que utiliza para realizarlos, restringidos sólo por las ligeras limitaciones de la comunidad internacional.
 
Unas 52 de estas organizaciones pertenecen a la Conferencia de Presidentes de las Principales Organizaciones Judías Usamericanas, que supuestamente es la voz de los judíos usamericanos.
 
Además de AIPAC, las dos mayores y más influyentes de ellas son la Liga Contra la Difamación, o ADL, y el Comité Judío Usamericano, o AJC. Representantes de las principales organizaciones se reúnen todos los meses para planificar la estrategia para ese mes. No abandonan nada al azar.
 
La ADL comenzó en 1914, como un vástago de la más antigua organización sionista de la nación, B’nai B’rith. Su misión era defender a los judíos contra actos y palabras anti-judíos. Sigue haciéndolo, pero el racismo anti-judío dejó de ser un problema serio en USA hace años y hoy en día la principal tarea de la ADL es recolectar información sobre críticos de Israel, a los que llama “los nuevos antisemitas” y calumniarlos en los medios públicos.
 
Hace catorce años, fue demasiado lejos en su recolección de información. Un allanamiento de la policía de San Francisco de la oficina de ADL en la ciudad reveló que la organización estaba realizando una importante operación de espionaje privado en todo USA. Sólo en el área de San Francisco, su agente había compilado ilegalmente ficheros sobre más de 600 organizaciones y 12.000 individuos, yo entre ellos. No se trataba sólo de grupos árabes-usamericanos, palestinos y musulmanes, sino asimismo negros, latinos, asiáticos, irlandeses y sindicales.
 
Había una categoría especial para el movimiento contra el apartheid que no podía sorprender en vista de los vínculos de Israel con la África del Sur del apartheid, pero el espía de la ADL también transmitía esa información a un agente del espionaje sudafricano, junto con informes sobre exiliados de ese país residentes en el área.
 
La presión de influyentes sionistas locales convenció a los funcionarios de la ciudad de que no procesaran a la ADL, mientras la organización prometió que abandonaría sus actividades de espionaje. No hay motivos para suponer que lo haya hecho. En la actualidad, trabaja en estrechísima relación con departamentos de la policía en todo el país, educándolos en los así llamados “crímenes de odio” y envía rutinariamente a grupos de policías usamericanos a viajes gratuitos a Israel para que aprendan cómo reaccionar ante “ataques terroristas.” Esto no promete nada bueno para lo que queda de las libertades cívicas usamericanas.
 
El Comité Judío Usamericano fue fundado por judíos alemanes en 1906 y fue firmemente antisionista hasta que los eventos de la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto Judío lo llevaron a cambiar su posición. En la actualidad, es la oficina extraoficial de relaciones exteriores del lobby, y hasta hace poco se limitaba en general a trabajar entre bastidores presionando a gobiernos extranjeros en nombre de Israel. Comenzó a mostrar los músculos más públicamente hace dos años cuando abrió una oficina en Bruselas para cabildear a la Unión Europea.
 
El AJC tiene ahora reuniones semanales con un alto funcionario, cuando no con el jefe de Estado de un gobierno miembro de la UE y ya se puede ver el efecto. Durante el año pasado, la UE se ha apartado de su relativo apoyo a los palestinos y ha adoptado una posición tras otra reflejando las exigencias israelíes.
 
No se encuentra en la conferencia de presidentes a una serie de otros importantes componentes del lobby, incluyendo a 117 consejos de relaciones de la comunidad judía, 155 federaciones judías, y varios poderosos gabinetes estratégicos (think-tanks) de Washington como el Instituto para la Política de Oriente Próximo de Washington, creación del AIPAC; el Instituto Empresarial Usamericano, y la Fundación por la Defensa de la Democracia, fundada después del ataque contra el World Trade Center.
 
Si se suma a los que he mencionado hasta ahora, a los organismos religiosos judíos que también cabildean a favor de Israel, debería ser obvio que no existe otro grupo étnico o religioso que llegue cerca de tener una organización tan intensa, con la posible excepción de los sionistas cristianos, pero el alcance de las actividades de estos últimos es relativamente limitado. No es más que uno de varios aspectos que distinguen al Lobby de Israel de otros poderosos grupos de presión usamericanos por intereses especiales, aparte del hecho de que representa los intereses de un país extranjero. Todos son importantes para comprender su éxito.
 
El primero, por supuesto, es el dinero. Es imposible saber cuánto contribuyen los judíos a los políticos usamericanos, pero es mucho más que cualquier otro grupo.
 
La dificultad ocurre porque grupos que controlan los datos categorizan las contribuciones según el sector financiero del donante que, en el caso de Israel, tiende a disfrazar el objetivo del donante. Por ejemplo, la industria de comunicaciones en USA es dominada por judíos, en su mayoría conocidos partidarios de Israel. Cuando contribuyen a los demócratas o republicanos, sin embargo, ese dinero no es atribuido al Lobby de Israel, sino a la industria de comunicaciones. Esto vale para las empresas bancarias y financieras de Wall Street que también son en gran parte judías, así como a otros sectores del mundo de los negocios.
 
Haim Saban ilustra este problema. Multimillonario israelí-usamericano nacido en Egipto y propietario de medios de información, dio en 2002 12,3 millones de dólares al Partido Demócrata. 7,5 millones en un solo pago. Fueron dos millones de dólares más de lo que Exxon dio al Partido Republicano durante un período de 10 años, pero no mereció más de algunas líneas en el New York Times. Saban, buen amigo del ex primer ministro israelí Ehud Barak, también ha hecho grandes contribuciones a AIPAC.
 
También estableció el Centro Saban sobre Oriente Próximo en el Instituto Brookings, convirtiendo lo que otrora fuera un gabinete estratégico independiente en otro componente del lobby. Los 12,3 millones de dólares de Saban, sin embargo, no fueron considerados como financiamiento de grupos de presión para Israel.
 
Lo que se considera como dinero favorable a Israel es limitado en gran parte a fondos de unas tres docenas de PAC pro-Israel, o sea comités de acción política y sus miembros. Los PAC son grupos autorizados a recolectar donaciones y entregarlas a políticos que apoyan los intereses particulares de la industria, los sindicatos o de organizaciones sin fines de lucro que constituyeron el PAC. Lo que distingue a los PAC pro-Israel de otros es que disimulan su identidad para evitar la mirada indagadora de los medios y del público. Lo logran simplemente al no mencionar a Israel en su nombre. Por lo tanto tenemos a Californianos del Norte por un Buen Gobierno, Luisianos por un Buen Gobierno, el Caucus del Desierto, el PAC de Hudson Valley, y NATPAC, etc. Esto ha llevado a que un ex funcionario del Departamento de Estado se haya referido a ellos como “PAC furtivos.”
 
Además, a diferencia de otros PAC, sólo contribuyen a candidatos en otros estados.
 
Por ejemplo, Caucus del Desierto envía dinero a candidatos al Congreso o a miembros titulares del Senado o de la Cámara de Representantes en Illinois o Nueva Jersey, basándose solamente en sus posiciones respecto a Israel. Esto ha llevado a críticos del lobby a retratarlos como “Israel Primeros”. Con ello quieren indicar que se preocupan más por el bienestar de Israel que por el de sus conciudadanos.
 
Medí las contribuciones políticas favorables a Israel abriendo el sitio en la red de la revista Mother Jones, una revista mensual liberal favorable a Israel. En 1997 y 2000 compiló listas de los 400 principales donantes individuales a ambos partidos políticos. Lo que descubrí fue que en 2000, 7 de los principales 10 donantes, 12 de los principales 20, y por lo menos, 125 de los principales 250, eran judíos, la mayoría donantes al Partido Demócrata. En otras palabras, por lo menos un 50% o más de los grandes donantes. Es una cifra extraordinaria si se considera que los judíos representan sólo un 2,3% de la población usamericana.
 
La cifra general de un 50% corresponde a cálculos desde dentro del Partido Demócrata, así como de organizaciones judías, aunque algunos especulan que la cifra podría ascender a un 70%.
 
La dimensión de estas contribuciones, combinada con las de los sindicatos que están vigorosamente a favor de Israel al nivel de su sus direcciones y que han invertido por lo menos 5.000 millones de dólares en bonos del gobierno de Israel, ha convertido al Partido Demócrata, en lo que el profesor de derecho usamericano Francis Boyle, calificó recientemente de “una fachada para AIPAC.”
 
Mientras mantiene una formidable presencia en el Congreso de la nación, hasta el punto de que en el Congreso hablan simplemente de “el lobby”, AIPAC cobra su fuerza de sus cuadros de base y de la de otras organizaciones judías con las que se entrelaza en cada estado y ciudad importante en USA. Sus operaciones son realizadas por un personal de 165, un saludable presupuesto anual de 47 millones de dólares, y oficinas en todo el país. Una ventaja especial le asegura el que sea considerada un grupo de presión nacional y que no tenga que registrarse según la Ley de Registro de Agentes Extranjeros.
 
Esto brinda a sus cabilderos accesos a sitios y actividades que le serían prohibidos si estuviera registrado, como ser su participación en audiencias de comités del Congreso, la presentación o aprobación de legislación que referente a Israel o al Oriente Próximo, y la colocación de sus pasantes como voluntarios en las oficinas de miembros del Congreso, donde sirven como ojos de AIPAC, o si se prefiere, sus espías.
 
Pocos miembros del personal de AIPAC cabildean realmente. La mayoría suministra materiales de investigación, puntos de discusión, y discursos para miembros del Congreso o ayuda a preparar el Informe de Oriente Próximo de AIPAC, un periódico quincenal que es una lectura esencial en el Congreso. A nivel local, además de contribuir dinero, miembros de AIPAC proveen voluntariamente su pericia a candidatos presentados a las elecciones parlamentarias, de manera que quienquiera gane, Israel está seguro de ganar un partidario.
 
La conferencia anual de AIPAC en Washington cada primavera es un evento importante de la temporada política. En 2005, 4.000 miembros asistieron junto con 1.000 estudiantes invitados. El discurso central es usualmente hecho por el presidente, el vicepresidente o el Secretario de Estado. Este año recibieron al vicepresidente Dick Cheney con repetidos aplausos y una ovación de pie. Como tributo al poder del lobby, asiste aproximadamente la mitad de los miembros del Congreso, incluyendo a los jefes de la mayoría democrática y republicana en el Senado y la Cámara. Predeciblemente, sus discursos reflejan su lealtad personal y el compromiso inquebrantable de USA con Israel. Los nombres de los miembros del congreso que aparecen son publicados en el sitio en la red de AIPAC, que subraya su condición entre los principales donantes judíos.
 
Igual de importantes, pero raramente publicitados, son los almuerzos y cenas regionales que AIPAC realiza en todo el país, a los que invitan a dirigentes políticos locales – alcaldes, intendentes, miembros de las municipalidades, jefes de la policía, fiscales de distrito, superintendentes de escuelas, etc. Los oradores en esos eventos son usualmente un senador nacional o un gobernador de otro Estado. Lo interesante es que jamás invitan a los medios ni los informan de su presencia, tampoco en el lugar en el que tiene lugar el evento, ni en el Estado del orador.
 
Como corolario, esos funcionarios públicos favorecidos son rápidamente invitados a viajes con todos los gastos pagados a Israel por cuenta de los consejos de relaciones comunitarias de la comunidad judía local. Allí ven al primer ministro, al ministro de defensa, al Jefe de Estado Mayor del ejército israelí, hacen un tour por Israel y a un asentamiento en Cisjordania, y visitan el museo Yad Vashem del Holocausto. Los nuevos miembros del Congreso emergen invariablemente de esos así llamados “funcionarios del Estado” y así las relaciones personales establecidas entre ellos e influyentes activistas de la comunidad judía en dichos viajes son mutuamente provechosas.
 
Políticos, de candidatos al Congreso al presidente, viajan frecuentemente a Israel para obtener el apoyo de los votantes judíos en casa.
 
George W. Bush realizó su único viaje a Israel antes de decidir que se presentaría como candidato a presidente, en lo que fue considerado en general como un esfuerzo por ganar el apoyo de votantes favorables a Israel. El gobernador de California Arnold Schwarzenegger y el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, judío no practicante, hicieron lo mismo.
 
Una vez que están en el Congreso, los legisladores pueden contar con más viajes gratuitos a Israel organizados a través del Fondo de Educación USA-Israel, una fundación establecida por AIPAC con ese propósito. Sólo en 2005, más de 100 miembros del Congreso visitaron Israel, algunos de ellos varias veces.
 
Hay que subrayar que pocos políticos consideran que sea necesario hacer un tal viaje político a México antes o incluso después de una elección, a pesar de que México es mucho más vital para la economía de USA y es la patria auténtica de muchos millones más de usamericanos. Pero, claro, no existe un grupo de presión mexicano con tanta influencia política o financiera.
 
AIPAC no contribuye directamente a campañas parlamentarias o presidenciales, pero aconseja a sus miembros y a la comunidad favorable a Israel dónde su dinero puede ser más efectivo, sea a través de contribuciones individuales o mediante uno de los PAC.
 
Una característica importante del poder de AIPAC es su capacidad de obtener las firmas de por lo menos 70 senadores de USA bajo cualquier carta que desee enviar a un presidente de USA cuando considere que no actúa a favor de los mejores intereses de Israel. Una de las notable fue la carta de 76 de ellos dirigida al presidente Gerald Ford el 21 de mayo de 1975, después de que Ford suspendiera la ayuda para Israel y estuviese a punto de hacer un importante discurso re-evaluando la relación entre USA e Israel y llamando a Israel a retornar a las fronteras de 1967. La carta advirtió a Ford contra todo cambio en la fuerte relación USA-Israel. Ford nunca pronunció el discurso y ningún presidente se ha atrevido a volver a formular una amenaza semejante.
 
Mitchell Bard, un ex editor del Informe de Oriente Próximo de AIPAC, explica que la fuente del poder del grupo de presión es que “los judíos se han dedicado a la política con un fervor casi religioso.” Aunque la población judía en USA es de aproximadamente seis millones, o sea un poco más de un 2% de la población de USA, casi un 90% vive en doce estados clave en el colegio electoral.
 
“Sólo esos estados,” escribe Bard, “significan suficientes votos electorales para elegir al presidente. Si se suma como judíos a los no-judíos identificados en los sondeos de opinión como favorables a Israel, es obvio que Israel tiene el apoyo de uno de los mayores grupos con posibilidades de veto en el país.”·
 
Bard subraya lo que ha sido obvio para los observadores políticos desde hace años. El activismo político judío obliga a los miembros del Congreso a considerar lo que pueden significar para su futuro político si tienen antecedentes de votos divergentes sobre temas relacionados con Israel. No existen ventajas para los que critican abiertamente a Israel y “considerables costos tanto en pérdida de dinero como de votos de judíos y no-judíos por igual.” Para un miembro del Congreso, basta con pedir ecuanimidad con israelíes y palestinos para que se convierta en un candidato a la derrota.
 
Consecuentemente, los políticos a todo nivel del gobierno tienden a ser más receptivos a las preocupaciones de los votantes judíos que a los de mayores segmentos de sus electorados, que se preocupan más por la TV “reality”, las telenovelas, los deportes profesionales, y por sus teléfonos celulares que por la política electoral.
 
Aunque el que “la contribución a las campañas sea una clave importante para el poder judío… [sea] uno de los secretos peor guardados en la política judía usamericana,” como señaló JJ Goldberg, en su libro “Jewish Power”, ésta no fue considerada suficiente por los partidarios de Israel en los años inmediatamente posteriores al establecimiento de Israel. Se estimó necesario que los grupos judíos crearan una estructura supra-organizativa que trabajara para asegurar que ningún sector de la vida usamericana permaneciera inmune a su influencia. Aunque esta estructura se desarrolló con el tiempo y a pesar de que ha expandido y refinado el alcance de sus actividades, su modus operandi ha seguido siendo en gran parte el mismo.
 
Esto fue revelado en una audiencia del Comité del Senado sobre Relaciones Exteriores en 1963, cuando la ayuda financiera y el apoyo político de USA para Israel eran mínimos en comparación con lo que ocurriría posteriormente, y aún era posible que por lo menos un legislador elegido criticara públicamente a Israel. La represalia vino más tarde. Por lo tanto, en mayo de 1963, el senador J.W. Fulbright, demócrata de Arkansas, presidente del Comité de Relaciones Exteriores inició una serie de audiencias sobre las actividades de agentes extranjeros en USA para determinar si era necesario imponer leyes más restrictivas.
 
Entre los grupos investigados estaban los del joven lobby de Israel, incluyendo la estructura supra-organizativa o aglutinadora: el Consejo Sionista Usamericano (AZC, por sus siglas en inglés), y AIPAC que entonces era poco más que una organización unipersonal.
 
En esos días, el AZC incluía a otros ocho grupos; sólo dos de ellos son importantes en la actualidad, la Organización Sionista de Usamérica, de extrema derecha, y la Organización Sionista de Mujeres de Usamérica, más conocida como Hadassah. Como el Comité de Asuntos Públicos Sionista Usamericano, AIPAC había sido lanzado en 1951 como el brazo de cabildeo del Consejo Sionista Usamericano, pero se separó del AZC en 1954 para no poner en peligro la libertad de impuestos de las demás organizaciones por sus esfuerzos de cabildeo. Eliminó “Sionista” de su nombre y se convirtió en AIPAC en 1959. La separación fue sobre todo cosmética. Mientras AIPAC concentraba sus esfuerzos en el Congreso, los otros grupos desplegaron su cabildeo a favor de Israel a lo largo y lo ancho de la sociedad de USA.
 
Esto quedó en claro en el programa de un solo comité del AZC que fue presentado en la audiencia del Senado. Hay que señalar que en aquel entonces Israel no enfrentaba un peligro externo y que no existía la Organización por la Liberación de Palestina.
 
El Comité de Información y Relaciones Públicas del Consejo Sionista Usamericano realizaba “una parte importante de su trabajo mediante subcomités altamente especializados compuestos de profesionales en áreas específicas de actividad que ofrecían sus servicios…” Sus objetivos para el año fiscal 1962/63 eran revistas, y sus editores, la televisión, la radio y el cine; grupos religiosos cristianos; las universidades, a todo nivel; la prensa diaria; los editores de libros y su promoción; la expansión de su oficina de oradores, ya activa; la relación con organizaciones, a niveles nacionales y locales, especialmente aquellas con programas de relaciones internacionales, con especial atención a la “comunidad negra:” “la producción de material especial y de orientación en temas controvertidos, como los refugiados árabes, la situación sirio-israelí, etc.;” la subvención de viajes a Israel para “formadores individuales de la opinión pública para ayudar a suministrarles una experiencia en Israel… y organizar viajes “en los que participarán formadores de la opinión pública [y] suministrar arreglos adecuados en Israel para tratar a visitantes usamericanos… contrarrestando la oposición” (que era mínima en aquel entonces, pero no tomaban riesgos), el control y la oposición a todas las actividades realizadas aquí por los árabes, Amigos Usamericanos de Oriente Próximo y otros grupos hostiles”, y finalmente el número doce nombrado “Miscelánea,” que incluía: “Responder a pedidos de información y suministro de literatura adecuada para muchos miles de pedidos recibidos cada año.”
 
Eran sus objetivos hace 44 años. Veamos a dónde han llegado.
 
El primer ítem incluía las revistas y cultivar la relación con sus editores. Aunque varias de las revistas más importantes de la época ya no son publicadas, las que existen en la actualidad, como Newsweek, Time, US News & World Report, y Weekly Standard son de propiedad o tienen dirección judía o una parte sustancial de su personal editorial estaba formada por judíos. Aunque el que alguien sea judío no significa necesariamente que él o ella sea un sionista activo, mis observaciones a través de los años, indican que en su mayoría simpatizan con Israel y, por lo menos, por su propio interés, sabrán cómo hilar una historia.
 
La televisión, la radio y el cine eran dominados en aquel entonces por judíos, pero ahora apoyan con más vigor a Israel, tanto los propietarios como la gerencia, así como la dirección de las noticias. Es una fuente primordial de propaganda e influencia a favor de Israel.
 
Los grupos religiosos cristianos han representado un desafío para el lobby, ya que varias confesiones han buscado, a través de los años, una posición equilibrada ante al conflicto Israel-Palestina. Esto, para los sionistas, es un acto de “antisemitismo”. En general, sin embargo, los sionistas se han asegurado de que en sus relaciones con la mayor parte de las confesiones cristianas nunca se olvide la culpa cristiana por siglos de persecución de los judíos. Su mayor éxito ha sido la suma de los evangélicos cristianos a las filas del movimiento sionista, lo que asegura un masivo apoyo de votantes en USA rural donde viven pocos judíos.
 
Entre las confesiones más liberales, los sionistas han tenido que trabajar recientemente horas extra para impedir que presbiterianos, episcopálicos y congregacionalistas, aprueben o implementen planes que los llevarían a desinvertir de compañías usamericanas que se benefician con la ocupación.
 
Las universidades han sido desde hace tiempo un importante campo de batalla entre los sionistas y los partidarios de Palestina. En los últimos años, la batalla por la desinversión y lo que puede o no ser enseñado sobre el conflicto Israel-Palestina han sido los temas principales. Los sionistas ya se habían mostrado extremadamente activos antes de la actual Intifada, pero poco después de que Israel fuera ampliamente criticado por su ataque contra Yenín en abril de 2002, 26 de los grupos en los campus dirigidos por Hillel, y organizaciones fuera de los campus dirigidas por AIPAC, la ADL y la AJC formaron la Coalición Israel Campus. Hasta ahora han podido impedir todos los intentos de desinversión en los campus universitarios, como lo han hecho en las iglesias.
 
En la batalla por el contenido de la enseñanza, la ADL comenzó temprano. A comienzos de los años ochenta, fue la primera organización que publicó una lista de profesores y activistas favorables a los árabes y la distribuyó entre sus miembros y en los medios de información. El grupo más reciente: Campus Watch, [Vigilancia de los campus], llegó a colocar sus direcciones en su sitio en la red hasta que se vio obligado a retirarlas. En la arena académica, la AJC y Campus Watch han estado empujando al Congreso para que apruebe legislación que exigiría un control de los estudios de Oriente Próximo en las universidades para asegurar que los profesores no indoctrinen a sus estudiantes con “propaganda” contra Israel o contra USA. Ya que esto violaría claramente la Primera Enmienda y limitaría la libertad de expresión de los profesores en las aulas, la legislación está atascada en el Senado.
 
Hace poco, el lobby logró una importante victoria cuando impidió que la universidad Yale, la más antigua de la nación, contratara al profesor de la Universidad de Michigan y experto en Oriente Próximo, Juan Cole, aunque Cole había sido recomendado por los comités de contratación de la universidad. ¿Su crimen? Critica a Israel y al lobby y apoya a los palestinos.
 
La conquista de la prensa diaria ha significado a veces una contienda, pero el lobby logró una clara victoria. Con la propiedad de los dos diarios más influyentes del país, el New York Times y el Washington Post que han estado históricamente en manos judías, con columnistas favorables a Israel en ambos periódicos sindicados en cientos de otros periódicos en todo el país, la posición favorable a Israel es la única que el usamericano lee tanto en sus páginas editoriales como en las de opinión.
 
También las noticias reciben un sesgo pro-israelí pero eso no les basta a los grupos sionistas de control de los medios de información: CAMERA y Honest Reporting. Acusan a ambos periódicos de tener un prejuicio contra Israel, favorable a Palestina. Esto, por cierto, es una estupidez, pero les sirve para meterlos en vereda.
 
Cualquier estudio de los títulos de libros revelará otro éxito del lobby. Ha habido una plétora de libros sobre Israel y la cultura judía, pero nada ha tenido más éxito que la promoción de libros sobre el holocausto judío y la producción parece ser interminable. Además, es poco común que un niño usamericano pase por la escuela pública sin realizar un intenso estudio del holocausto a través del diario de Ana Frank. Para ellos, es la historia de la Segunda Guerra Mundial. En realidad, los escolares usamericanos pasan más tiempo estudiando el holocausto que el genocidio de los usamericanos nativos y los tres y medio siglos de esclavitud y las décadas de racismo que siguieron. Antes de que salgan de la universidad, los estudiantes también habrá leído y experimentado las sensibleras recriminaciones de Eli Wiesel contra el mundo no-judío por no ayudar a los judíos. Wiesel es ahora un personaje permanente en la escena cultural usamericana.
 
No me concentraré en todo el resto del programa del AZC fuera de subrayar que sus vínculos con la comunidad afro-usamericana, y más recientemente con la emergente población latinoamericana, ha sido de gran importancia para la dirección del lobby. Mientras los judíos de izquierda jugaron papeles importantes en las luchas por los derechos cívicos de USA, el control de la agenda política negra y la determinación de su dirección han sido desde hace tiempo objetivos importantes del lobby. Ha tenido éxito en ambos casos. Contribuciones de acaudalados empresarios judíos favorables a Israel dan apoyo financiero a iglesias negras y mantienen tranquilos a sus pastores, mientras el suministro de medios para campañas electorales y bases de datos cruciales para candidatos negros a políticos, aseguran su lealtad a sus donantes, si no a Israel. Los que se niegan a la genuflexión ante el lobby, que exigió su renuncia a toda crítica cuando Israel suministró armas a la África del Sur del apartheid, se ven acusados de “antisemitismo” y son objetivos para la extinción política.
 
Lo que queda hoy es lo que he llamado “la plantación invisible.” La única parlamentaria que no está actualmente en esa plantación es Cynthia McKinney de Atlanta, Georgia. La derrotaron en 2002 por criticar a Israel y a la guerra contra Iraq, pero luchó por recuperar su escaño en 2004, para gran disgusto no sólo del lobby sino también del Partido Demócrata.
 
Apuntan a ella de nuevo en la primaria del 18 de julio en Georgia.
 
Finalmente, y eso lo más inquietando, lo que distingue al Lobby Israel de todos los demás es que no encara una oposición de importancia.
 
En realidad, sólo esta primavera, con la publicación de un trabajo intitulado “El Lobby de Israel y la Política Exterior de USA” en London Review of Books por los profesores John Mearsheimer de la Universidad de Chicago y Steven Walt, de Harvard, el tema del poder y la influencia del lobby sobre la política de Oriente Próximo de USA se convirtió en un tema aceptable para el debate público.
 
En su trabajo, los profesores afirmaron, con considerable evidencia, que el apoyo de USA a Israel a través de los años no ha sido en función del interés nacional de USA y que la actual guerra en Irak fue iniciada esencialmente por cuenta de Israel y argumentaron, efectivamente, contra la noción de que Israel actualmente sirva como un “punto de valor estratégico” para USA.
 
El que el artículo haya tenido que ser publicado en Londres, después de ser rechazado por la revista Atlantic en USA, es un comentario elocuente sobre el grado en el que la discusión del lobby, ha representado un tema tabú en los círculos políticos usamericanos.
 
Esos círculos incluyen no sólo a los partidarios de Israel y los políticos y los medios de información sobre los que mantienen su influencia, sino a la izquierda usamericana y su principal icono: el profesor Noam Chomsky. Aunque elogió a los dos profesores por haber presentado el tema, procedió a descartar de paso su tesis, sin discutir sus principales puntos.
 
No fue una sorpresa. Durante más de 30 años, en innumerables libros, discursos, y entrevistas, el profesor Chomsky ha sostenido que Israel es un “punto de valor estratégico” para USA, que sirve como “policía de ronda” de Washington en Oriente Próximo, y que el lobby no es realmente un factor en las deliberaciones de política exterior de Washington. Sólo parece que lo es, insiste, porque sus posiciones tienden a coincidir con las de las elites gobernantes de USA. También es importante señalar que se opone enérgicamente a cualquier forma de presión económica contra Israel, sea mediante boicot, desinversión, o sanciones del tipo de las aplicadas a África del Sur.
 
Con todo lo que ha invertido en su posición, el profesor Chomsky no va a cambiar su posición al respecto. Tampoco, al parecer, lo harán otros profesores como Stephen Zunes que han adoptado rígidamente su punto de vista.
 
Por lo más importante y lamentable, es que también ha sido la posición adoptada por los movimientos de solidaridad contra la guerra y de solidaridad con Palestina. En lugar de saludar la oportunidad de criticar o incluso de discutir el papel del lobby que ha ofrecido el artículo de Mearsheimer-Walt, han preferido ignorarlo, como Chomsky y Zunes, insistiendo en que el problema no es el lobby, sino el imperialismo de USA (como si las dos cosas se excluyeran mutuamente) que es un objetivo fácil pero que presenta una base limitada para una acción política concreta. El hecho de que el movimiento de apoyo a Palestina en USA ha sido un terrible fracaso hasta ahora, creo, puede deberse, en gran parte, a su negativa a reconocer el poder del lobby de Israel y a cuestionar ese poder a escala local o nacional.
 
Es interesante señalar que en 1971, tres años antes de que Chomsky publicara su primer libro sobre el tema, Roger Hilsman, que fue funcionario el Departamento de Estado a cargo de espionaje bajo la administración Kennedy escribió:
 
“Es obvio hasta para el observador más despreocupado, por ejemplo, que la política exterior de USA en Oriente Próximo, donde el petróleo reina supremo, ha respondido más a las presiones de la comunidad judía usamericana y a su deseo natural de apoyar a Israel, que a los intereses petroleros usamericanos.”
 
Stephen Green, cuya innovadora investigación de documentos del Departamento de Estado fue incorporada en su extraordinario libro “Taking Sides: America’s Secret Relations with Militant Israel,” lo dijo de un modo más matizado:
 
“Desde 1953,” escribió, “Israel, y los amigos de Israel en USA, han determinado las líneas generales de la política de USA en la región. La tarea de los presidentes de USA ha sido implementar esa política, con diferentes grados de entusiasmo, y de encarar los aspectos tácticos.”
 
El difunto profesor Edward Said no escatimó sus palabras sobre el tema. En 2001, en su contribución a “The New Intifada”, intitulada, adecuadamente: “El último tabú de USA,” preguntó retóricamente: “¿Qué explica esta situación [actual]? La respuesta está en el poder las organizaciones sionistas en la política usamericana, cuyo papel durante todo el “proceso de paz” nunca ha sido encarado suficientemente – un descuido que es absolutamente sorprendente, considerando que la política de la OLP ha sido en esencia depositar nuestra suerte como pueblo en el regazo de USA, sin ninguna conciencia estratégica de cómo la política usamericana es dominada por una pequeña minoría cuyos puntos de vista sobre Oriente Próxima son en algunos puntos más extremos que los del propio Likud.”
 
Y respecto a AIPAC, Said escribió:
 
“El Comité de Asuntos Públicos Usamericano Israel – AIPAC – ha sido durante años el más poderoso grupo de presión en Washington. Al disponer de una población judía bien organizada, bien relacionada, altamente visible y acaudalada, AIPAC inspira temor y respeto intimidantes en el espectro político. ¿Quién va a enfrentar ese Moloch por cuenta de los palestinos, cuando estos no pueden ofrecer nada, y AIPAC puede destruir una carrera profesional en lo que tarda en tomar en manos su libreto de cheques? En el pasado, uno o dos miembros del Congreso se resistieron abiertamente a AIPAC, pero los numerosos comités de acción política controlados por AIPAC se aseguraron de que jamás fueran reelegidos. ¿Si ése es el material que compone la legislatura, qué se puede esperar del ejecutivo?
 
La opinión del profesor Said, como la de los demás, cayeron en oídos sordos.
 
Por lo tanto, no puede sorprender que ante la ausencia de una oposición pública organizada y ante la vil falta de ella por parte de los que pretenden apoyar a la causa palestina, le haya sido fácil al Lobby Israel mantener su control sobre el Congreso de USA, y esencialmente sobre la política de USA para Oriente Próximo mientras convierte una derrota predecible en las urnas en el coste político para cualquier presidente que se le oponga.
 
Cada presidente, comenzando con Richard Nixon, ha hecho por lo menos un esfuerzo a medias para lograr que Israel abandone Cisjordania, Gaza y las Alturas del Golán, no para beneficiar a los palestinos, sino para favorecer los intereses regionales de USA y cada uno de ellos ha sido frustrado por el lobby.
 
La excepción fue Jimmy Carter, un ajeno a la situación política, que obligó a Menachem Begin a evacuar el Sinaí a cambio del tratado de paz de Camp David con Egipto y en 1978 y, para refregárselo en la nariz, le ordenó que retirara sus tropas de Líbano después de la primera invasión de su vecino del norte de Israel.
 

 

Al lobby no le gustó Camp David, ni los demás esfuerzos de Carter por presionar a Israel y éste lo pagó en las urnas en 1980 cuando recibió sólo un 48% del voto judío, el menor de cualquier demócrata desde que comenzaron a contarlo. Considerando la situación que he descrito, la perspectiva de modificar la política usamericana en cuanto a asegurar aunque sea un atisbo de justicia para los palestinos, no es brillante. Lo que nos queda por hacer es explicar por qué y retar a aquellos de nuestro lado que controlan obstinadamente el mensaje a que encaren la verdad o se aparten del camino.
 
Nota de Rebelión: Este texto fue presentado originalmente por Jeffrey Blankfort en la Conferencia de la Comisión Islámica de Derechos Humanos, en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos, Londres, 2 de julio de 2006.
 
Jeff Blankfort declaró posteriormente sobre las circunstancias en las que fue presentada su intervención:
 
“Había sido invitado a hablar en un panel en una conferencia de todo un día, patrocinada por la Comisión Islámica de Derechos Humanos, cuyo tema era: “Contra el sionismo: Perspectivas judías.” El día fue dividido en tres paneles. El primero fue: “El caso religioso contra el sionismo” que incluía a dos rabinos de Neturei Karta... El segundo panel sobre “Subyugación en nombre de la autodeterminación” se componía del historiador israelí Uri Davis, que se encontró entre los primeros que describieron a Israel como estado del apartheid, Les Levidow, miembro de la Campaña de Solidaridad con Palestina del Reino Unido, cuyo tema era “Apoyo occidental para el sionismo: Implicaciones para la estrategia,” y Roland Rance, activista sindical cuyo tema fue “Oposición al sionismo: La estrategia central de un movimiento de solidaridad.” En el tercer panel estaban Michael Warshawski, que habló de “Sionismo como la primera línea de la así llamada civilización judeo-cristiana; John Rose, miembro destacado del Partido Socialista de Trabajadores del Reino Unido, que habló de “Desmantelamiento del sionismo – condición previa para la reconciliación árabe-judía,” y yo, que hablé de “La influencia de Israel y su lobby en USA sobre la política de Oriente Próximo de USA.”
 
Se perdonará a cualquiera que haya escuchado al segundo panel si se pregunta si alguno de los oradores había oído hablar del artículo de Mearsheimer-Walt, para no hablar de haberlo leído. No hubo nada en las presentaciones de Levidow o Rance que presumiblemente hablaran de lo que debería ser la estrategia de un movimiento de solidaridad con Palestina, que pudiera indicar que hayan prestado o estén prestando atención a que lo que el lobby sionista hace en el Reino Unido o en otras partes tenga alguna significación. Recién al preguntar un miembro del público preguntó a los panelistas qué pensaban del artículo de Mearsheimer-Walt, reaccionaron y lo denunciaron, así como la noción misma del poder del lobby. Rance, con tanto entusiasmo como el que dedicó a denunciar los crímenes de Israel en Gaza, y Levidow con más pasividad, pero con casi la misma firmeza. Aunque no era el tema de Davis, estuvo de acuerdo con ambos en que la cola israelí no menea al perro usamericano.
 
Mi presentación (continuó Blankfort) provocó la ira de John Rose que se apartó de sus observaciones para arremeter contra la idea de que el lobby tenga alguna influencia sobre la política de USA, insistiendo en que Israel es un “factótum” de USA en la región. En una breve refutación, facilitada por el moderador, atraje la atención del público al hecho de que los únicos dos grupos que han rechazado la tesis del artículo de Mearsheimer-Walt son los propios sionistas, y la izquierda antisionista, y que era curioso que los que lo hicieron con tanta emoción en esa conferencia, a diferencia de mi persona, no hayan tenido experiencia alguna con el lobby de Israel en USA; que su posición permite que las fuerzas favorables a Israel corran por doquier sin encontrar oposición. Aprecio el hecho de que el IHRC me haya dado la oportunidad de representar a una parte que es excluida en gran parte de conferencias sobre el problema Israel-Palestina que son organizados por los grupos “oficiales” de solidaridad con Palestina.
 
Lo que ocurrió ese domingo no fue sólo un desacuerdo académico en una tarde calurosa de verano en Londres, sino representa una falla crítica del movimiento occidental de solidaridad con Palestina; una falla que equivale a permitir que ciertos sedicientes judíos “antisionistas” que con el pasar de los años han asumido posiciones clave en el movimiento, continúen suministrando un escudo de protección para las bien documentadas actividades destructoras de los grupos de presión favorables a Israel tanto en USA como en el Reino Unido y, sin duda, en otros sitios. Es evidente que deben ser enfrentados y cuestionados incluso si el lobby mismo necesita ser enfrentado y cuestionado y el problema debe ser discutido y comprendido exhaustivamente por los miembros del movimiento. Los que piensan de otro modo deberían examinar el triste historial del movimiento de solidaridad hasta ahora y preguntar si uno de los motivos de su fracaso es o no el que no se reconozca la importancia del papel del lobby.
 
FUENTE: www.rebelion.org 

“La brutalidad demente del Estado de Israel”

Por Kathleen Christison
 
No bastan las palabras: los términos corrientes son inadecuados para describir los horrores que Israel perpetra a diario, y ha perpetrado durante años, contra los palestinos. La tragedia de Gaza ha sido descrita cien veces, como lo han sido las tragedias de 1948, de Qibya, de Sabra y Chatila, de Yenín -- 60 años de atrocidad perpetrada en nombre del judaísmo. Pero el horror generalmente cae en oídos sordos en la mayor parte de Israel, en la arena política de USA, en los medios de información dominantes en USA. Los que se horrorizan – y son muchos – no pueden penetrar el escudo de indiferencia que protege a la elite política y mediática en Israel, más aún en USA, y cada vez más en Canadá y Europa, contra la obligación de ver, de preocuparse.

Pero hay que decirlo, y bien fuerte: los que preparan y realizan la política israelí han convertido a Israel en un monstruo, y ya es hora de que todos nosotros – todos los israelíes, todos los judíos que permiten que Israel hable en su nombre, todos los usamericanos que no hacen nada por terminar con el apoyo de USA para Israel y su política asesina – reconozcamos que nos enlodamos moralmente al mantenernos pasivos mientras Israel realiza sus atrocidades contra los palestinos.

Una nación que exige la primacía de una etnia o religión sobre todas las demás terminará por ser sicológicamente disfuncional. Obsesionada narcisistamente con su propia imagen, tiene que esforzarse por mantener a cualquier precio su superioridad racial y llegará inevitablemente a considerar toda resistencia a su superioridad imaginaria como una amenaza existencial. Por cierto, todos los demás pueblos se convertirán automáticamente en una amenaza existencial simplemente en virtud de su propia existencia. Mientras trata de protegerse contra amenazas ilusorias, el Estado racista se hace crecientemente paranoico, su sociedad cerrada e insular, intelectualmente limitado. Los reveses lo enfurecen, las humillaciones lo enloquecen. El Estado arremete en un esfuerzo insano, sin ningún sentido de la proporción para reasegurarse de su propia fuerza.

Esa pauta se agotó en Alemania nazi, cuando trató de mantener una mítica superioridad aria. Ahora se agota en Israel. “Esta sociedad ya no reconocer ninguna frontera, geográfica o moral,” escribió el intelectual israelí y activista antisionista Michel Warschawski en 2004 en su libro “Towards an Open Tomb: The Crisis of Israeli Society [Hacia una tumba abierta: La crisis de la sociedad israelí]. Israel no conoce sus límites y arremete al descubrir que su intento de forzar a los palestinos a la sumisión y de tragarse a toda Palestina está siendo frustrado por un pueblo palestino con capacidad de recuperación, digno, que no se somete en silencio, ni renuncia a la resistencia frente a la arrogancia de Israel.

Nosotros, en USA, nos hemos curtido ante la tragedia infligida por Israel, y nos dejamos engañar fácilmente por el sesgo que automáticamente, por algún truco de la imaginación, convierte las atrocidades israelíes en ejemplos de cómo Israel es tratado injustamente. Pero una clase dirigente militar que lanza una bomba de 250 kilos sobre un edificio de apartamentos residencial en medio de la noche y mata a 14 civiles en su sueño, como sucedió en Gaza hace cuatro años, no es un ejército que opera siguiendo reglas civilizadas. Una clase dirigente militar que lanza una bomba de 250 kilos sobre una casa en medio de la noche y mata a un hombre, a su esposa y a siete de sus hijos, como ocurrió hace cuatro días, no es el ejército de un país moral.

Una sociedad que puede hacer caso omiso como si fuera insignificante ante el brutal asesinato de una niña de 13 años por un oficial del ejército que pretendió que ella amenazaba a los soldados de un puesto militar – uno de casi 700 niños palestinos asesinados por israelíes desde que comenzó la Intifada – no es una sociedad con conciencia.

Un gobierno que encarcela a una muchacha de 15 años – una de varios cientos de niños bajo detención israelí – por el crimen de empujar y de escapar de un soldado que trataba de cachearla a la entrada de una mezquita, no es un gobierno con algún comportamiento moral. (Esta información, que no es el tipo de noticia que llega a aparecer en los medios de información usamericanos, fue mencionada por el Sunday Times de Londres. La niña recibió tres tiros mientras se escapaba y fue condenada a 18 meses de cárcel después de salir del coma.)

Los críticos de Israel subrayan crecientemente que Israel se autodestruye, se acerca a una catástrofe de su propia creación. El periodista israelí Gideon Levy habla de una sociedad en “colapso moral.”

Michel Warschawski escribe sobre una “locura israelí” y “brutalidad demente,” una “putrefacción” de la sociedad civilizada, que han lanzado a Israel por un camino suicida. Prevé el fin de la iniciativa sionista; Israel es una “banda de matones,” dice, un Estado “que se burla de la legalidad y de la moral cívica. Un Estado que funciona despreciando la justicia pierde la fuerza necesaria para sobrevivir.”

Como señala con amargura Warschawski, Israel ya no conoce fronteras morales – si alguna vez las conoció. Los que siguen apoyando a Israel, que encuentran excusas para lo que hace mientras desciende hacia la corrupción, han perdido su brújula moral.

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Kathleen Christison es ex analista política de la CIA y ha trabajado en relación con problemas del Oriente Próximo durante 30 años. Escribió “Perceptions of Palestine and The Wound of Dispossession”. Para contactos: kathy.bill@christison-santafe.com.

Los ojos en Gaza

«Reclamar que del lado palestino se acepten unos acuerdos de paz que los propios gobernantes israelíes, de palabra y de hecho, se han encargado de tirar por la borda es darle la espalda a la realidad».

Las gentes biempensantes han repetido hasta la extenuación que Israel es la única democracia del Oriente Próximo. Que sus percepciones al respecto poco tienen que ver con lo que cualquier persona sensata entiende que es, de suyo, una democracia lo certifica lo que viene sucediendo en Gaza desde días atrás. Aunque, claro, en los tristes tiempos que corren pareciera como si a los ojos de muchos el compromiso franco con el terror de Estado -adobado, por qué no, de nacionalismo étnico- fuese una exigencia inexcusable para reconocer la condición propia de la democracia. El lector bien sabe lo que tenemos entre manos: el secuestro de un soldado propio ha hecho que los gobernantes israelíes hayan acometido operaciones militares de muy diversa índole en Gaza y, secundariamente, también en Cisjordania. ¿Qué ocurriría si un soldado español fuese secuestrado en Afganistán y el Gobierno presidido por Rodríguez Zapatero decidiese bombardear, como represalia, una central eléctrica afgana para a continuación hacer otro tanto con un par de puentes? ¿Cómo podría justificarse que elementos vitales para la vida cotidiana de la población fuesen objeto de destrucción con la vista puesta -supongámoslo ingenuamente- en presionar sobre los integrantes del grupo responsable del secuestro en cuestión? Que esta suerte de consideraciones no afectan un ápice a los dirigentes israelíes del momento lo certifica con claridad el hecho, bien conocido, de que en los tres últimos lustros han sido asesinados en los territorios ilegalmente ocupados -se dice pronto- más de setecientos niños y adolescentes palestinos. Será la razón de Estado. En estas horas, y por añadidura, a todo lo anterior se suman el riesgo de una situación límite en Gaza y -no se olvide- un genuino golpe de Estado provocado desde el exterior en virtud de la detención de un buen número de ministros palestinos acompañada de acciones militares contra edificios oficiales.

Uno que creía haberlo visto todo en abril de 2002 de la mano de los bulldozers del Ejército israelí tirando abajo un campo entero de refugiados... No nos engañemos mucho a la hora de determinar por qué semejante grado de barbarie es una realidad. Israel hace lo que le viene en gana porque sabe de manera fehaciente que no cuenta con otra oposición que la que blande, a la desesperada, un pueblo al que no le queda otro horizonte.

La Casa Blanca -ese encalado edificio que acoge una singular combinación de estulticia, prepotencia, negocios sucios, ultramontanismo religioso y desprecio por la vida ajena- considera, llamativamente, que «Israel tiene a derecho a defenderse». Como de costumbre, y entretanto, la Unión Europea no sabe ni contesta. ¿Dónde está, por cierto, el ministro Moratinos, este patético personaje que a todo el mundo dice lo que intuye que espera oír, cada vez más engatusado por el designio de mostrar que España es lo que en efecto, y por desgracia, es: un aliado fiel de Estados Unidos? Aunque, claro, el silencio alcanza también al grueso de nuestros medios de comunicación y, con ellos, a nuestra autosatisfecha opinión pública. Seré rotundo en la conclusión: de un tiempo a esta parte parece barruntarse entre nosotros que el triunfo de Hamás en las últimas elecciones palestinas ha conducido el conflicto que nos interesa a un callejón sin salida. Nada más lejos de la realidad: el éxito electoral de los islamistas palestinos no fue sino la consecuencia inevitable de lo que, antes, hicieron quienes condujeron el conflicto a ese callejón. Estoy pensando en quienes todavía hoy, impertérritos, prefieren no percatarse de que los acuerdos de paz alentados en el decenio de 1990 conducían, en el mejor de los casos -y perdónese que haga hincapié en esta cláusula restrictora-, al establecimiento de un Estado palestino inviable por su clara subordinación a la lógica colonial y a los intereses de Israel.

No hay duda alguna con respecto al hecho de que fue esta circunstancia, junto con el rechazo que suscitaba una Autoridad Nacional Palestina corrompida y obscenamente supeditada al dictado foráneo, la que provocó el apoyo a Hamás de muchos ciudadanos que ninguna simpatía tienen por los rigorismos religiosos.

Reclamar que del lado palestino se acepten unos acuerdos de paz que los propios gobernantes israelíes, de palabra y de hecho, se han encargado de tirar por la borda es darle la espalda, sin más, a la realidad.

Las políticas criminales que Israel abraza desde mucho tiempo atrás, y con ellas la provocación constante a un pueblo castigado y humillado obligan a preguntarse si no sobran las razones para que Hamás, junto con tantos otros grupos, se mantenga en sus trece de repudiar la farsa de los acuerdos de paz y, al tiempo, no reconocer al agresor.

Fuente: Carlos Taibo* , Diario Vasco - España

*CARLOS TAIBO/PROFESOR DE CIENCIA POLÍTICA EN LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE MADRID Y COLABORADOR DE BAKEAZ.