Blogia
Karim Marzuqa

Internacional

Hezbollah es parte integrante de nuestro Ejército nacional

El presidente está convencido de que Hizbulá «forma parte del Ejército libanés» y afirma que para impulsar el alto el fuego no hay que proceder al desarme del Partido de Dios, sino que «deben retirarse inmediatamente las tropas israelíes» y hay que enviar 15.000 soldados regulares al sur del río Litani, «al lado de Hizbulá».

Oyendo hablar a Émile Lahud uno comprende que en el Líbano los tiempos de paz aún quedan lejos, puesto que el país se halla profundamente dividido. El primer ministro, Fouad Siniora, daría cualquier cosa por neutralizar la fuerza militar de Hizbulá, mientras que el presidente elogia al «ejército de liberación nacional». Lahud, un maronita al que muchos cristianos consideran un «traidor al servicio de Siria», es presidente desde 1998 y posee un mandato renovado hasta noviembre de 2008 por voluntad de Damasco. No cree posible que Israel y Siria firmen un tratado de paz bilateral. Ayer, en el palacio presidencial de Baabda, dijo: «Los libaneses permaneceremos en estado de guerra con Israel hasta que no se resuelva la cuestión palestina».

Pregunta.- Presidente, ¿cómo se puede impulsar el alto el fuego?

Respuesta.- Cualquier resolución de la ONU debe implicar el retiro inmediato de las tropas israelíes. De no ser así, se le estaría otorgando al enemigo el derecho a ocupar el Líbano. En mayo de 2000 ya se produjo una retirada israelí, pero la resistencia [Hizbulá] ha seguido luchando en buena parte de nuestro país, ya que, desde entonces, la zona de Shebaa y las montañas vecinas han sido víctimas de la ocupación. Hoy en día sería aún peor, estallaría de inmediato una guerra de liberación. La ONU, en su documento, debe especificar que Israel abandone Shebaa y las montañas de Hermon, que son nuestras.

P.- Como usted sabe, esas zonas pertenecieron a Siria hasta la guerra de 1967, y así lo declaró la ONU en el año 2000.

R.- Tras la retirada israelí de 2000, mantuvimos conversaciones con los enviados de la ONU durante un mes y medio. Queríamos evitar derramamientos de sangre contra los libaneses que habían colaborado con Israel durante la ocupación. Al final, acordamos que ya trazaríamos más adelante la línea fronteriza exacta. Por eso, Shebaa y las montañas quedaron en una posición ambigua que ahora debe definirse. El departamento jurídico de la ONU declaró que, según el derecho internacional, la cuestión de la frontera deben decidirla Siria y Líbano. Pues bien, Damasco, basándose en documentación de los años veinte, ha declarado que Shebaa es libanesa.

P.- ¿Toda esa historia no es un pretexto para mantener en activo la milicia Hizbulá?

R.- Los hechos demuestran que Israel ya había planificado esta nueva invasión del Líbano. Si lo único que deseaban era la liberación de los dos soldados raptados el 12 de julio, podían haber propuesto un intercambio de prisioneros, como hizo Sharon en 2004.

P.- Israel dice que no tiene intención de volver a ocupar el Líbano.

R.- Y yo le digo que volverá a hacerlo, sólo que ahora se siente derrotado. La capacidad de la resistencia libanesa lo ha pillado por sorpresa, y se venga en los civiles. Hizbulá lucha como los vietcong y yo estoy de su parte. Nosotros no podemos ganar una guerra contra Israel de un modo convencional. Su Ejército es muy superior, pero nuestras técnicas de guerrilla son muy eficaces. Tanto que, tras un mes de conflicto, los soldados israelíes siguen utilizando helicópteros, porque el territorio está en manos de nuestros valientes guerrilleros.

P.- ¿Entonces, según usted, Hizbulá forma parte del Ejército libanés?

R.- Desde luego que sí. Y, para ser eficiente, debe seguir siendo un movimiento de guerrilla paralelo a nuestras Fuerzas Armadas.

P.- ¿Estaría dispuesto a retirarlo del norte del Litani a cambio del alto el fuego?

R.- No es necesario. Nuestro Ejército puede garantizar el alto el fuego. Además, Israel está masacrando a la población civil con sus bombas de fósforo y uranio.

P.- Los médicos de Tiro y Sidón lo niegan.

R.- Tenemos pruebas de ello y las hemos mandado a la ONU. También poseo pruebas de que los agentes israelíes mataron a Rafik Hariri.

P.- Por lo que respecta a la muerte de Hariri, todo el mundo sospecha de Siria.

R.- Lo hizo Israel, porque envidia nuestros éxitos.

P.- ¿Es posible la paz entre Israel y Líbano?

R.- En nuestro país viven más de 500.000 palestinos. Representan un grave problema demográfico. Sólo habrá paz cuando la cuestión palestina quede resuelta de una vez por todas.

P.- ¿Irán y Siria apoyan a Hizbulá a expensas del Líbano?

R.- No es cierto. Hizbulá es, ante todo, una fuerza libanesa. Como mínimo, tres de cada cuatro libaneses están con la resistencia. Los norteamericanos ayudan a Israel, lo arman con las bombas más terribles... ¿Acaso nosotros no podemos recibir ayudas externas?

Hezbollah: algo más que terroristas

El domingo pasado fui a una concentración frente a la Embajada de Israel en Madrid y encontré a muchos camaradas, amigos de la Universidad, o compañeros que trabajaron conmigo en el Cervantes de Beirut o en el Comité de Solidaridad con la Causa Árabe. En todos los casos, al acercarse sonrientes para saludarme, antes de preguntarme “¿cómo te va?” e interesarse por mi estado, me decían “baja esa bandera”, “¿qué haces?”. Y es que yo llevaba una bandera de Hizbolá y, por supuesto, dejé ondeando al viento la bandera mientras discutía infinidad de aspectos que son los que ahora me llevan a escribir esto. Ya que a mi entender, se hacen necesarias algunas precisiones sobre la naturaleza y el papel de Hizbolá.

 

La bandera flameaba y todos los árabes con los que cruzaba la vista me sonreían. Uno que estaba a mi lado me dijo “ponte en la primera fila para que te vea la televisión”, y otro, que más tarde me veía distraído y enfrascado en una discusión, me asaltó “déjamela a mí, yo la agito”. Y es que los árabes son una realidad y nosotros otra. ¿O no? En cualquier caso la lengua con la que se designa a la realidad en la prensa son muy diferentes a uno y otro lado. Nuestras formas de entender no creo que sean diferentes, los conceptos son universales, pero el lenguaje deforma nuestra percepción y se hace necesario compartir un mismo lenguaje para entenderse. Una u otra palabra, para designar a una misma realidad, puede hacer que sientas brío o sonrojo al flamear una misma bandera.

 

Primero, algo obvio sobre Hizbolá. Evidentemente no es “un grupo terrorista”, ni “una guerrilla”, ni “una milicia” como pretende la Resolución 1559. ¿Por qué? Vayamos término por término.

 

El uso que se hace del término “terrorista” es realmente increíble y se le dan varios significados. Por una parte, la mayoría acepta por terrorista quien designe la Administración Norteamericana como tal, así de simple. Después hace una lista en la que incluye los nombres de las organizaciones, partidos o estados que le parecen molestos en algún lugar del mundo. Recientemente hemos visto cómo han quitado a Libia. En su día metieron a Hamás. Todavía no entiendo cómo los dejaron participar en las elecciones palestinas. Por otra parte, aún con imprecisión, podemos aceptar por terrorismo el hecho de asesinar civiles indiscriminadamente para conseguir un fin político. Las operaciones de Hizbolá –operaciones y no atentados- antes de este conflicto siempre se han dirigido exclusivamente a militares del Tsahal.

 

Por “guerrilla” siempre se ha entendido un grupo armado que quiere hacerse con el poder del país de forma no democrática para cambiar el modelo político. Nada más lejos en el caso de Hizbolá puesto que nunca ha utilizado sus armas contra el Ejército Libanés y además, no sólo tiene dos ministros en el gobierno actual y varios diputados en el parlamento, sino que en las elecciones de mayo de 2005 fue el partido político más votado del Líbano y, por si alguien dudase de su carácter nacional y democrático, tiene suscrita una alianza con el Partido Nacional Libre del general Michel Aoun, compuesto en su gran mayoría por cristianos. Hay muchos ejemplos de honestidad democrática en la persona de Hasan Nasralá, cualquiera que haya seguido la ajetreada política libanesa sabe el respeto que le dispensan en todas las esferas empezando por el difunto Rafiq al-Hariri.

 

Con “milicia”, en el contexto de la Guerra Civil Libanesa, se ha designado a los brazos armados de los partidos políticos que, además, generalmente estaban vinculados a una confesión. Estas milicias, por tanto, se consagraban a proteger sus intereses confesionales y políticos frente a otros partidos. Hizbolá, después de la Guerra, nunca ha utilizado sus armas para dirimir disputas internas. Es más, cuando se retiró Israel del Sur del Líbano en el año 2000 y no acogió en su territorio más que a los líderes del colaboracionista ESL (Ejército del Sur del Líbano) dejando del lado libanés a la tropa, no se supo de nadie en Hizbolá que tomará represalias contra los que durante muchos años anduvieron torturándoles ante los ojos de oficiales israelíes en la prisión de Jiam. Incluso en Bint Ybeil, conocidos por todos, todavía viven los soplones de Israel. No obstante, a raíz de la resolución 1559 que en su segundo artículo pide el desarme de las milicias en Líbano, algunos han propuesto la definición que les conviene para desarmar a Hizbolá y a los palestinos dentro de los campos: todo ejército no regular.

 

Y es que Hizbolá es, en parte, un partido democrático dentro de Líbano y un movimiento de resistencia islámica- y así es como ellos se llaman a sí mismos- cuyo objetivo es defender al país de las permanentes agresiones israelíes y restituir la soberanía nacional libanesa combatiendo la Ocupación Israelí de las Granjas de La Chebáa, las alturas de Kfar Chuba y el pueblo de Najila.

 

Pero Hizbolá no es sólo eso, es mucho más. La televisión al-Manar que las Fuerzas de Ocupación del Ente Sionista bombardearon nada más empezar su agresión, al más puro estilo de la OTAN en Kosovo o del golpe de estado en Rusia, y que ya había sido prohibida en Europa y EEUU, ¿qué delito cometió? ¿gozar de libertad de expresión? Asimismo la revista semanal y la página de Internet al-Intiqad ¿Por qué no se puede abrir en internet? Aún con todo, alguien podría decir que se trata de aparatos de propaganda propios de cada partido, así que sigamos.

 

La minoría chií siempre ha sido la tesela menos destacada del mosaico libanés. Siempre ha estado oprimida y mal o nada representada, sus partidarios constituyen el sector más desfavorecido del Líbano. De hecho, la mayor parte de los que han hecho posible el progreso del peso político de Hizbolá son los desplazados de la anterior ocupación israelí que, procedentes del Sur, se afincaron en la Dahiya Yanubiya y en Harat Harek, barrios del Sur de Beirut, rodeados de campos de refugiados palestinos como Bury el Bereyneh, Chatila, etc. Y que hoy, de nuevo, se ven desplazados. La avenida Hadi Nasralá, de la que poco debe quedar a estas horas, era un ejemplo de urbanismo sin parangón en todo Beirut; avenidas con aceras e islitas, pequeñas zonas verdes, pasos de cebra, semáforos, edificios modernos de ocho o más plantas en sintonía, con sentido de conjunto. (Quien haya visitado Beirut, valorará estas palabras).

 

Toda esa gente pobre que estaba construyendo un presente democrático y organizado son las principales víctimas de esta guerra. Aunque esta guerra, no lo olvidemos, va dirigida a todos los libaneses sin excepción. En esos barrios hoy masacrados y abandonados, Hizbolá atendía a los ciudadanos y llenaba a través de una amplia red de asistencia social el hueco dejado por las instituciones gubernamentales de un estado ausente y malogrado. Al menos tres hospitales, varias escuelas, centros de estudios y de investigación, fondos de ayuda a los huérfanos y a las familias de los mártires (otra palabra con muy distinto valor aquí y allí), y un largo etc. Ni que decir tiene que son obras sociales, muy distantes de las religiosas o militares, con las que Hizbolá ha ganado un amplio respaldo popular al brindarle una brizna de esperanza.

 

Y así necesitaríamos horas para ‘traducir’ términos como “conflicto” por “guerra”, “secuestrados” por “prisioneros de guerra”, “concesión” por “derecho”, “estado de Israel” por “ente sionista”, “operación” por “atentado”, “mártir” por “suicida”, “terrorista o miliciano” por “combatiente” que nos desfiguran la realidad y nos llevan inconscientemente, y esto es lo peligroso, a posturas conciliadoras con el imperialismo. De hecho al hablar del tema, solo por el lenguaje, ya se ve si nos podemos entender o no.

 

HIZBOLÁ FRENTE A ISRAEL EN LA GUERRA ACTUAL

 

Cuando Condoleezza Rice dijo que lo que estamos presenciando no son más que las contracciones de un nuevo Oriente Medio que va a ver la luz, se puso de manifiesto que la razón de la guerra obedece a un plan norteamericano israelí -previo a la captura de soldados- para implantar un nuevo orden en la región. Y en ese plan Israel es la mano de hierro que ejecuta esa política unilateral e impuesta. Israel no quiere vivir en paz, no quiere permanecer ni insertarse en el entorno. Si quisiese, negociaría tomando como base la iniciativa árabe de la Cumbre de Beirut de 2002, la Hoja de Ruta o los defenestrados Acuerdos de Oslo.

 

Pero Israel no quiere negociar. Su ejército, el Tsahal, es el único elemento de cohesión de una sociedad artificial, cobarde y paranoica cuyo gobierno solo entiende el lenguaje de las armas con sus vecinos. Se sabe el Ejército más moderno y el Estado solo se apoya en su arrogancia y en la política de hechos consumados mediante el uso ciego de la fuerza. Ese es el único lenguaje que entiende. No respeta la vía diplomática o del diálogo, ni a los representantes electos, ni la legalidad internacional. Frente a esta actuación, la lógica de la resistencia es la más eficaz. Capturar prisioneros y forzar a negociar. De hecho, esta ha sido la única forma de sentarlos a negociar en repetidas ocasiones. Además, apresar militares israelíes mientras haya presos libaneses en Israel es un deber moral para forzar el intercambio para conseguir su liberación.

 

La Resistencia Islámica, que tomó el relevo de la Resistencia Nacional en el 82 tras liberar Beirut, en los sucesivos intercambios de prisioneros y de cadáveres (1985, 1996 y 2004) ha recuperado presos del Partido Comunista Libanés, gesto que da una semblanza de su sentido nacional más allá del confesional, y prisioneros de otros países árabes, que le da el sentido de lucha por la Causa Árabe, es decir por la liberación de Palestina. Y es que esta cuestión se omite frecuentemente en la prensa, pero detrás de quitar las armas a Hizbolá viene la nacionalización o la expatriación de los refugiados palestinos del Líbano, ya que es necesario acabar con todas las fuerzas discordantes para hacer posible el parto que propone Rice.

 

Israel sabe muy bien que no puede acabar militarmente con la Resistencia, por eso destruye sociedades, sobre todo si son democráticas como las de Palestina y Líbano, para impedir que ningún país de su entorno pueda prosperar y así eternizar los desequilibrios y posponer indeterminadamente una solución para la región. El primer objetivo es destruir y el segundo castigar a la población civil por haber votado a quien no les conviene a ellos. Invertir con las armas el resultado democrático, arrancarles a Hamás y Hizbolá el respaldo popular que los sustenta. Una estrategia bruta, antidemocrática y criminal que además una y otra vez se demuestra inútil.

 

Preguntémonos: ¿Es Israel un enemigo del Líbano? Sí, no cabe la menor duda de que la política hostil y agresora de Israel supone una amenaza constante al Líbano. ¿Puede el Ejército Libanés enfrentarse a Israel? No, por la falta de misiles, de cazas (que tiene prohibido por los acuerdos de Taif -¡Qué glorioso y valiente el Ejército del aire israelí que bombardea durante un mes un país que tiene prohibida la aviación militar y los mísiles tierra aire!) y sobre todo por la falta de consenso político que lo tiene relegado a desempeñar funciones administrativas y de prevención de disturbios internos. Además el 85 por ciento de su material es estadounidense y es completamente inútil frente a Israel. Un ejemplo; el ejército del aire libanés tiene 30 helicópteros Bell UH-1H de los que se hicieron famosos en la guerra de Vietnam hace 40 años y que ahora están jubilados en la mayor parte del mundo. Aparte de ser poco más que chatarra frente a las armas israelíes, los estadounidenses se los vendieron en condiciones escandalosas: prohibición de ponerles radares y de proveerlos de armas, incluso ametralladoras, con el fin de proteger a Israel. La desfachatez de la administración norteamericana es asombrosa; a la vez que morían cuatro militares libaneses al estrellarse el 5 de mayo un helicóptero por su mal estado (no les vendían siquiera piezas de recambio), especialistas del Pentágono visitaban el Ministerio del Interior Libanés para negociar la venta de los más sofisticados y modernos sistema de defensa y vigilancia para instalar en la frontera con Siria.

 

La Resistencia Islámica de Hizbolá, al igual que en sus obras sociales, nace de una necesidad nacional y de la falta de consenso a nivel institucional y de gobierno. Seguramente Hizbolá no sea en absoluto la mejor opción, pero, ahora, sobre el terreno es la única. Esto tiene que estar muy claro. Y en efecto todo el Líbano está unido a la Resistencia porque saben por la experiencia que si no lo estuviesen estallaría la guerra civil y la posible fragmentación del país. Por lo tanto, solo alinearse con la resistencia de Hizbolá garantiza la integridad, la unidad y la soberanía libanesas.

 

 

HIZBOLÁ Y EL RENACER DE LA CAUSA ÁRABE

Hace casi 40 años, en junio del 67, los árabes salieron de la historia o pasaron a un tercer plano. Hoy han vuelto a entrar con el mismo enemigo enfrente, pero planteando una nueva estrategia defensiva. Al igual que en el 67, los resultados de este nuevo episodio van a influir de manera directa- bien como un lento resurgir, bien como otro largo letargo- en el mundo árabo-islámico desde Irán a Sudán, pasando por Siria, Irak, Palestina, Líbano y Somalia.

 

De hecho, 40 años después del fracaso Naserista, los Estados Árabes y sus ejércitos regulares son incapaces de enarbolar la bandera de la Causa Árabe debido a tanto contemporizar en busca de su propia estabilidad. Por eso, si el arrojo de Hizbolá y Hamás se propaga entre los pueblos de la región y desestabiliza los gobiernos y las monarquías “moderados” supondrá el mayor triunfo de la democracia, de la democracia verdadera y no como resultado de una política impuesta por EEUU e Israel. Esta es la única esperanza a corto plazo para el mundo árabe islámico de parar la fragmentación interna y el neocolonialismo occidental.

 

Porque no lo olvidemos, la reciente agresión israelí al Líbano no es más que el último episodio de una larga guerra que lleva casi un siglo y que por supuesto no es consecuencia de la captura de los dos soldados prisioneros. Hoy, después de un mes de atroces bombardeos y de negociaciones, no podemos ignorar – como viene haciendo en la prensa- la relación entre el asesinato de Rafiq al-Hariri y el proyecto norteamericano-israelí en la zona que abarca desde la tregua de 1949, pasando por las invasiones y ocupación de 1978 y de 1982 y la retirada del 2000, hasta lo que vemos hoy y lo que falta por venir.

 

Una aproximación a Hezbollah

Por Lara Deeb

 

Hizbollá, el movimiento chií libanés cuya milicia está combatiendo al ejército israelí en el sur del Líbano, ha venido recibiendo un tratamiento erróneo en la cobertura que sobre la guerra en curso han llevado a cabo gran parte de los medios. Mucho más que una milicia, el movimiento se conforma también como partido político y actor poderoso de la política libanesa, siendo, además, proveedor de importantes servicios sociales. Hizbolá, que no es una criatura auspiciada por el patrocinio sirio o iraní, surgió para combatir la ocupación israelí del sur del Líbano desde el año 1982 hasta el 2000 y, con una mira más amplia de objetivos, para defender a la comunidad musulmana chií que permanecía históricamente privada de la capacidad de votar en el Líbano. Aunque cuenta con muchos adversarios políticos, Hizbolá está muy enraizado en el país – un hecho que la campaña militar israelí está sacando a la luz.

 

LOS CHIIES LIBANESES Y EL ESTADO LIBANÉS

 

En Líbano, la relación sociedad-estado es “confesional” y el poder gubernamental y sus cargos se distribuyen sobre la base de una procedencia religiosa. Hay 18 comunidades étnico-confesionales reconocidas oficialmente hoy en el país. Las distribuciones originales, establecidas en 1943 en un Pacto Nacional tácito entre cristianos maronitas y musulmanes sunníes al finalizar el mandato francés, adjudicaron los puestos de mayor poder, el de presidente, a un cristiano maronita, y el de primer ministro, a un musulmán sunní, recayendo un cargo de relativamente menor importancia, el de portavoz del Parlamento, en un musulmán chií. Otros puestos gubernamentales y escaños del Parlamento se repartieron utilizando una proporción de 6/5 entre cristianos y musulmanes. Estos acuerdos respetaron supuestamente la proporción de población que aparecía en el censo de 1932, el último censo que se realizó en el país.

 

Este sistema confesional se había quedado obsoleto al no tener en consideración los cambios demográficos que se habían producido. Mientras la población chií creció a buen ritmo en comparación con otros grupos, la inflexibilidad del sistema exacerbó la infra-representación chií en el gobierno. Mientras tanto, la pertenencia a una secta se convirtió en un medio para poder acceder a los recursos estatales, ya que el gobierno soltaba el dinero para establecer redes de asistencia social e instituciones tales como colegios y hospitales sobre la base de dicha pertenencia. Al estar mal representados los chiíes en el gobierno, podían canalizar menos recursos hacia su comunidad, contribuyéndose así a que se fuera creando una pobreza desproporcionada entre los chiíes libaneses. Este efecto se vio agravado por el hecho de que los escaños chiíes del Parlamento eran normalmente ocupados por terratenientes feudales y otras elites favorecidas.

 

Hasta la década de 1960, la mayoría de la población chií en el Líbano vivió en zonas rurales, principalmente en el sur y en el Valle de la Bekaa, donde las condiciones de vida no se aproximaban a los niveles medios del resto de la nación. Tras un programa de modernización que estableció una red de carreteras e introdujo políticas de cultivos comerciales en el país, muchos musulmanes chiíes emigraron a Beirut, estableciéndose en un anillo de empobrecidos suburbios alrededor de la capital. La rápida urbanización que se produjo con la incorporación del país a la economía capitalista mundial ensanchó aún más las desigualdades económicas en el Líbano.

 

Esa población urbana en proceso de crecimiento, integrada mayoritariamente por pobres chiíes, no se organizó inicialmente a base de líneas sectarias. Durante la década de 1960 y los primeros años de la de 1970, fueron integrando gran parte de la base del Partido Comunista Libanés y del Partido Nacionalista Socialista Sirio. En los años siguientes, Sayyid Musa al-Sadr, un clérigo carismático que había realizado sus estudios en la ciudad-santuario iraquí de Nayaf, empezó a desafiar a los partidos de izquierda buscando la lealtad de los jóvenes chiíes. Al-Sadr puso en marcha como alternativa el “Movimiento de los Necesitados”, dedicado a conseguir derechos políticos, dentro del régimen libanés, para los desposeídos. En 1975 se fundó una milicia y rama de este movimiento, Amal, al comienzo de la guerra civil libanesa. Junto a al-Sadr, había también otros líderes religiosos chiíes activistas libaneses, la mayor parte de los cuales habían estudiado también en Nayaf, quienes trabajaron para establecer bases sociales y redes religiosas en las barriadas chiíes de Beirut. Entre ellos estaban Sayyid Muhammad Husayn Fadlallah, actualmente una de las más respetadas “fuentes de emulación” entre los musulmanes chiíes del Líbano y más allá, y Sayyid Hasan Nasrallah. Una “fuente de emulación” (marja’ al-taqlid) es un académico religioso de tan ampliamente reconocida erudición que los individuos musulmanes chiíes buscan y siguen sus consejos en asuntos religiosos. Entre los chiíes, el título de sayyid implica la reivindicación de descender de Muhammad, el profeta del Islam.

 

Entre 1978 y 1982, una serie de acontecimientos propulsaron la naciente movilización chií hacia un alejamiento cada vez mayor respecto a los partidos de izquierda: dos invasiones israelíes del Líbano, la inexplicable desaparición de Musa al-Sadr y la Revolución Islámica en Irán. En 1978, estando de visita en Libia, al-Sadr se evaporó misteriosamente, y su popularidad aumentó a partir de entonces. Ese mismo año, para repeler a los combatientes de la OLP que entonces tenían sus bases en Líbano, Israel invadió el sur, desplazando a 250.000 personas. La consecuencia inicial de esos dos hechos fue la revitalización de Amal y, como milicianos de Amal, los chiíes lucharon con las guerrillas de la OLP en el sur del Líbano. La percepción de que la izquierda libanesa había fracasado era cada vez mayor entre los chiíes, tanto a la hora de asegurar más derechos para los pobres como a la hora de proteger el sur de los combates entre la OLP e Israel. Al año siguiente, la Revolución Islámica en Irán ofreció un nuevo modelo para los musulmanes chiíes de todo el mundo y proporcionó alternativas diferentes al capitalismo liberal occidental de las propugnadas por la izquierda.

 

El último, y sin duda más importante, factor de este conjunto de acontecimientos fue la segunda invasión israelí del Líbano en junio de 1982. En esa ocasión, las tropas israelíes, tratando de expulsar totalmente del Líbano a la OLP, marcharon hasta el norte y establecieron un asedio en el este de Beirut. Decenas de miles de libaneses fueron asesinados y heridos durante la invasión, y otras 450.000 personas fueron desplazadas. Entre el 16 y el 18 de septiembre de 1982, bajo la protección y dirección del ejército israelí y del entonces Ministro de Defensa israelí Ariel Sharon, una unidad de las Milicias Falangistas Libanesas entró en los campos de refugiados de Sabra y Shatila en Beirut, y violó, asesinó y mutiló a miles de refugiados civiles. Aproximadamente una cuarta parte de aquellos refugiados eran chiíes libaneses que habían huido de la violencia en el sur. No debe subestimarse la importancia de la invasión israelí del Líbano en 1982 en la formación de Hizbolá.

 

Tras los sucesos de 1982, muchos miembros importantes de Amal abandonaron el partido, que cada vez estaba más inmerso en políticas clientelistas y había ido olvidando las luchas más importantes contra la pobreza y la ocupación israelí. En esos años, surgieron en el sur, en el Valle de la Bekaa y en los suburbios de Beirut pequeños grupos armados de jóvenes organizados bajo la bandera del Islam. Esos grupos se dedicaron a combatir a las tropas de ocupación israelí y también participaron en la guerra civil libanesa, en la que llegaron a estar implicados hasta unos 15 ejércitos y milicias. Fue Irán quién proporcionó el entrenamiento militar inicial y el equipamiento de las milicias chiíes. Con el tiempo, aquellos grupos se fusionaron formando Hizbolá, aunque la existencia formal del “Partido de Dios” y de su ala armada, la Resistencia Islámica, no fueron anunciados hasta el 16 de febrero de 1985, mediante una “Carta Abierta a los Oprimidos del Líbano y del Mundo”.

 

ESTRUCTURA Y LIDERAZGO

 

Desde 1985, Hizbollah ha ido desarrollando una compleja estructura interna. En la década de 1980, se formó un consejo religioso de dirigentes importantes llamado majlis al-shura. Ese consejo de siete miembros incluía ramas sobre diversos aspectos necesarios para el funcionamiento del grupo, incluyendo comités financieros, judiciales, sociales, políticos y militares. Había también consejos locales regionales en Beirut, en la Bekaa y en el sur. Hacia el final de la guerra civil libanesa, cuando Hizbolá empezó a entrar en la política estatal libanesa, se fundaron otros dos órganos de toma de decisiones: un consejo ejecutivo y un politburó.

 

A menudo se describe a Sayyid Muhammad Husayn Fadlallah como el “líder espiritual” de Hizbolá. Tanto Fadlallah como el partido han negado siempre esa relación; además, de hecho, durante un tiempo hubo desavenencias entre ellos acerca de la naturaleza de la institución islámica chií de la marja’iyya. La marja’iyya se refiere a la práctica e institución de seguir o emular un marja’ al-taqlid. Fadlallah cree que los eruditos religiosos deberían trabajar en múltiples instituciones y que no deberían afiliarse a un único partido político o implicarse en temas mundanos de gobierno. En esas creencias está más cercano a la jurisprudencia chií tradicional, y más distante del concepto de velayat-e faqih (el gobierno de los clérigos) promulgado por el Ayatolá Ruhollah Jomeini de Irán.

 

Hizbolá y su majlis al-shura siguen oficialmente al Ayatolá Ali Jamenei, el sucesor de Jomeini como Líder Supremo de la República Islámica de Irán, pero los adeptos individuales o miembros del partido son libres para elegir qué marja siguen, y muchos emulan entonces a Fadlallah. El tema central está en que la lealtad política y la emulación religiosa son dos cuestiones separadas que pueden, o no, coincidir dependiendo de quién lo considere.

 

Sayyid Hasan Nasrallah es el actual líder político de Hizbolá. Aunque es también un erudito religioso y estudió asímismo en Nayaf, no alcanza un grado suficientemente alto como para ser marja’ al-taqlid y por esa razón es un seguidor religioso de Jamenei. Nasrallah se convirtió en secretario general de Hizbolá en 1992, tras el asesinato por Israel de su predecesor, Sayyid Abbas al-Musawi, junto con su mujer y su hijo de cinco años. Nasrallah es considerado en amplios sectores del Líbano como un dirigente que “dice las cosas como son” – incluso por aquellos que no están de acuerdo con la ideología del partido y con sus acciones. Fue bajo su dirección cuando Hizbolá se comprometió a trabajar dentro del estado y empezó a participar en las elecciones, una decisión que le distanció de algunos de los clérigos más revolucionarios del liderazgo.

HIZBOLÁ Y LOS ESTADOS UNIDOS

 

En Estados Unidos se asocia por lo general a Hizbolá con las bombas colocadas en Beirut en 1983 en la embajada estadounidense, en los cuarteles de la marina y en la sede de la fuerza multinacional que Francia comandaba. El segundo atentado con bombas sirvió directamente para echar al ejército estadounidense del Líbano. En el Departamento de Estado se alude también al movimiento relacionándolo con el secuestro de occidentales en Líbano y con la crisis de los rehenes que produjo el asunto Irán-Contra, el secuestro de un vuelo de la TWA y las bombas colocadas en la embajada y centro cultural israelíes en Buenos Aires a comienzos de la década de 1990. Estas asociaciones son las razones exhibidas para la presencia del nombre de Hizbolá en la lista de organizaciones terroristas. En 2002, el entonces Secretario de Estado Adjunto Richard Armitage describió de maravilla a Hizbolá como el “Equipo-A de los terroristas”, que disponía de “alcance global” y sugirió que “quizá al-Qaeda es actualmente el Equipo-B”. Sin embargo, la implicación de Hizbolá en esos ataques sigue siendo un tema controvertido. Incluso aún aceptando que estuviera implicado, es al mismo tiempo inexacto y desaconsejable reducir a Hizbolá a la condición de grupo “terrorista”.

 

Hay varias razones importantes para ello. Primera, la actividad militar de Hizbolá ha estado por lo general comprometida con el objetivo de acabar con la ocupación israelí del sur del Líbano. Desde la retirada israelí de mayo de 2000, han operado en gran medida dentro de tácitas, pero mutuamente sobreentendidas, “reglas del juego” en las continuas escaramuzas fronterizas de bajo nivel con Israel a fin de evitar víctimas civiles. Además, Hizbolá ha crecido y cambiado significativamente desde sus principios y se ha ido desarrollando tanto como legítimo partido político libanés como organización-paraguas de una miríada de instituciones de asistencia social.

Otro aspecto de la inclusión de Hizbolá en la lista de terroristas de EEUU se refiere a la reputación del grupo como emprendedor de numerosos “ataques suicidas” u “operaciones de martirio”. De hecho, de los cientos de operaciones militares emprendidas por el grupo durante la invasión y ocupación israelí del Líbano, sólo 12 supusieron la muerte intencional de un combatiente de Hizbolá. La mitad, al menos, de los “ataques suicidas” contra las fuerzas ocupantes israelíes en Líbano fueron llevados a cabo por miembros de partidos laicos e izquierdistas.

 

Un tercer elemento de la insistencia de EEUU en etiquetar a Hizbolá como grupo terrorista se relaciona con la noción de que la razón de ser de Hizbolá es la destrucción de Israel, o “Palestina ocupada”, en la retórica del partido. Esta perspectiva se ve apoyada por la Carta Abierta de 1985, que incluye declaraciones como: “La salida final de Israel del Líbano es un preludio de su eliminación final y de la liberación de la venerable Jerusalén de las garras de la ocupación”. Uno podría cuestionar la viabilidad de tal proyecto, especialmente teniendo en cuenta la gran asimetría en el poderío militar destructivo que ahora se está exhibiendo. Los ataques con cohetes de Hizbolá de julio de 2006, que se iniciaron tras los bombardeos israelíes del Líbano, han matado con mucho a 19 civiles y dañado numerosos edificios – nada que ver con la devastación y muerte causadas por la fuerza aérea israelí en Líbano. Hay también razones que cuestionan el intento de Hizbolá, a pesar de la frecuente repetición de la retórica de la Carta Abierta. Anteriormente a mayo de 2000, casi todas las actividades militares de Hizbolá iban enfocadas a liberar el territorio libanés de la ocupación israelí. Los ataques fronterizos desde mayo de 2000 a julio de 2006 no eran más que pequeñas operaciones con objetivos tácticos (Israel ni siquiera respondía militarmente a todas ellas).

 

El documento fundacional de Hizbolá dice también: “No reconocemos ningún tratado con [Israel], ningún alto el fuego y ningún acuerdo de paz, ya sea por separado o conjuntamente”. Este lenguaje fue redactado en un tiempo en que la invasión israelí del Líbano había provocado la aparición de la milicia de Hizbolá. Augustus R. Norton, autor de varios libros y artículos sobre Hizbolá, señala que: “Aunque la enemistad de Hizbolá hacia Israel no se ha visto aminorada, la verdad que ha estado tácitamente negociando con Israel durante años”. Las negociaciones indirectas de Hizbolá con Israel en 1996 y en 2004, y su explicitada voluntad de acordar hoy en día un intercambio de prisioneros, indican realismo por parte del liderazgo del partido.

 

RESISTENCIA, POLÍTICA Y REGLAS DEL JUEGO

 

En 1995, Israel se retiró de casi todo el Líbano, pero siguió ocupando la zona sur del país, controlando aproximadamente un diez por ciento del mismo con soldados israelíes y testaferros de una milicia libanesa, el Ejército Libanés del Sur (SLA, por sus siglas en inglés). La Resistencia Islámica de Hizbolá tomó la dirección, aunque participaban otros contingentes, en la lucha contra esa ocupación. El partido también trabajó para representar los intereses de los chiíes en la política libanesa.

 

La guerra civil libanesa terminó en 1990, después de la firma del acuerdo de Ta’if en 1989. El acuerdo de Ta’if reafirmó una variante del Pacto Nacional, otorgando más poder al primer ministro y aumentando la cantidad de escaños musulmanes en el gobierno. Pero, aunque existen serias dudas sobre la fuerza numérica real de los grupos confesionales en Líbano, cálculos conservadores señalan que al terminar la guerra civil, los musulmanes chiíes representaban por los menos a un tercio de la población, convirtiéndolos en la mayor comunidad confesional. Otros cálculos son muy superiores.

 

Cuando se realizaron las primeras elecciones de la posguerra en Líbano en 1992, muchos de los diversos grupos de milicias (que frecuentemente habían surgido de partidos políticos) volvieron a su condición de partido político y participaron. Hizbolá también decidió participar, declarando su intención de trabajar dentro del sistema político libanés existente, mientras conservaba sus armas para continuar su campaña de guerrillas contra la ocupación israelí en el sur, como lo permitía el acuerdo de Ta’if. En esa primera elección, el partido conquistó ocho escaños, convirtiéndose en el mayor bloque en particular en el parlamento de 128 miembros, y sus aliados ganaron otros cuatro escaños. Desde ese momento, Hizbolá desarrolló una reputación – incluso entre los que estaban vehementemente en desacuerdo con sus ideologías – de ser un partido político « limpio » y capaz, en el ámbito nacional y local. Esta reputación es de gran importancia en el Líbano, donde la corrupción gubernamental es generalizada, el clientelismo político es la regla y los puestos políticos son a menudo hereditarios. Como grupo, los parlamentarios libaneses forman el parlamento más acaudalado del mundo.

 

Aunque la política parlamentaria del partido fue respetada en general, los niveles de apoyo nacional para las actividades de la Resistencia Islámica en el sur fluctuaron a través de los años. Los ataques israelíes contra civiles y la infraestructura libaneses-incluyendo la destrucción de plantas de energía eléctrica en Beirut en 1996, 1999 y 2000– contribuyeron generalmente a aumentar el apoyo nacional para la Resistencia. Fue especialmente el caso después de que Israel bombardeó el 18 de abril de 1996 un refugio de la ONU en Qana en el que estaban asilados civiles, matando a 106 personas.

 

La ocupación del sur de Líbano fue costosa para Israel. El primer ministro israelí Ehud Barak prometió la retirada en las elecciones de 1999, y posteriormente anunció que tendría lugar en julio de 2000. Un mes y medio antes de este plazo, después de deserciones del SLA y del colapso de conversaciones potenciales con Siria, Barak ordenó una caótica retirada de Líbano, que sorprendió a muchos. A las tres de la mañana del 24 de mayo de 2000, el último soldado israelí abandonó suelo libanés y cerró tras de sí la puerta en la frontera de Fátima. Muchos predijeron que el desorden, la violencia sectaria y el caos llenarían el vacío dejado por las fuerzas israelíes de ocupación y el SLA, que se derrumbó rápidamente tras la partida de Israel. Estas predicciones resultaron ser falsas ya que Hizbolá mantuvo el orden en la región fronteriza.

 

A pesar de la retirada, sigue existiendo una disputa territorial sobre una región fronteriza de 391 kilómetros cuadrados llamada las Granjas de Shebaa que sigue bajo ocupación israelí. Líbano y Siria afirman que la ladera montañosa es tierra libanesa, mientras que Israel y la ONU la han declarado parte de las Alturas del Golán y, por lo tanto, territorio sirio (aunque ocupado por Israel). Desde 2000, el Líbano ha estado también esperando la entrega por parte de Israel de un mapa con la ubicación de más de 300.000 minas terrestres que el ejército israelí colocó en el sur de Líbano. “Reglas del juego” no declaradas, que se basan en un acuerdo de no atacar civiles escrito después del ataque de Qana en 1996, han regido la disputa fronteriza entre Israel y Líbano desde 2000. Los ataques de Hizbolá contra puestos del ejército israelí en las Granjas de Shebaa ocupadas, por ejemplo, llevaban a bombardeos israelíes limitados de posiciones de Hizbolá y a rupturas de la barrera del sonido sobre Líbano.

 

Ambos lados, ocasionalmente, han roto las “reglas del juego,” aunque informes de los observadores de la ONU sobre el número de violaciones de la frontera establecen que Israel ha violado la Línea Azul entre los países con una frecuencia diez veces mayor que Hizbolá. Las fuerzas israelíes han secuestrado a pastores y pescadores libaneses. Hizbolá secuestró a un empresario israelí en Líbano en octubre de 2000, afirmando que se trataba de un espía. En enero de 2004, a través de mediadores alemanes, Hizbolá e Israel concluyeron un acuerdo bajo el cual Israel liberó a cientos de prisioneros libaneses y palestinos a cambio del empresario y de los cuerpos de tres soldados israelíes. En el último minuto, funcionarios israelíes desafiaron el dictamen de la Corte Suprema y se negaron a entregar a los últimos tres prisioneros libaneses, incluyendo al detenido más antiguo, Samir al-Qantar, que ha estado encarcelado durante 27 años por matar a tres israelíes después de infiltrarse por la frontera. En aquel entonces, Hizbolá prometió abrir nuevas negociaciones en algún momento futuro.

 

EL NACIONALISMO DE HIZBOLÁ

 

Como hemos señalado, Hizbolá sigue oficialmente a Jamenei como el marja’ del partido, y ha mantenido una calurosa relación con Irán desde los años ochenta, cuando Irán ayudó a capacitar y armar a la milicia. Hizbolá consulta a los líderes iraníes y recibe una cantidad indeterminada de ayuda económica. Irán también ha continuado la ayuda militar a Resistencia Islámica, incluyendo algunos de los cohetes del arsenal de la milicia. Esta relación no significa, sin embargo, que Irán dicte la política o la toma de decisiones de Hizbolá, o que pueda necesariamente controlar las acciones del partido. Mientras tanto, los esfuerzos iraníes por infundir a los chiíes libaneses una identidad pan-chií centrada en Irán han tropezado con la identidad árabe y el creciente nacionalismo libanés del propio Hizbolá.

 

Puede llegarse a una conclusión similar respecto a Siria, considerada a menudo tan cercana a Hizbolá, que se apoda a la milicia del partido la “carta libanesa” de Siria en sus esfuerzos por recuperar los Altos del Golán de Israel. Aunque el partido mantiene buenas relaciones con el gobierno sirio, Siria no controla ni dicta las decisiones o acciones de Hizbolá. Las decisiones del partido son tomadas independientemente, de acuerdo con la visión de Hizbolá de los intereses de Líbano y de los propios intereses del partido dentro de la política libanesa. Después del asesinato del ex primer ministro libanés Rafiq al-Hariri en febrero de 2005, y la subsiguiente retirada siria de Líbano, la posición de Hizbolá fue descrita con frecuencia como “pro-siria.” En realidad, la retórica del partido fue elegida cuidadosamente para que no se opusiera a la retirada siria, sino para reformularla como una retirada que no rompería todos los lazos con Líbano, y que tendría lugar bajo un manto de “gratitud.”

 

No cabe duda de que Hizbolá es un partido nacionalista. Su visión del nacionalismo difiere de la de muchos libaneses, especialmente de la del nacionalismo de orígenes fenicios propugnado por la derecha maronita cristiana y de la del nacionalismo neoliberal, respaldado por EEUU, del partido de Hariri. Hizbolá ofrece un nacionalismo que ve al Líbano como un Estado árabe que no se puede distanciar de causas como la cuestión palestina. Su ideología política mantiene una perspectiva islámica. La Carta Abierta de 1985 subraya el deseo del partido de establecer un Estado islámico, pero sólo a través de la voluntad popular. “No queremos que el Islam reine en el Líbano por la fuerza,” dice la Carta. La decisión del partido de participar en elecciones en 1992 insistió en su compromiso de trabajar a través de la estructura existente del Estado libanés, y también cambió el enfoque del partido de una resistencia pan-islámica a Israel hacia la política interna libanesa. Además, desde 1992, los dirigentes de Hizbolá han reconocido frecuentemente las contingencias de la sociedad multi-confesional del Líbano y la importancia de la coexistencia de las sectas y del pluralismo dentro del país. También hay que subrayar que muchos de los electores de Hizbolá no quieren vivir en un Estado islámico; prefieren que el partido represente sus intereses dentro de un Líbano pluralista.

 

La visión nacionalista del partido ha crecido durante la transición de Hizbolá de una milicia de resistencia a un partido político y más. Después de la retirada siria, se hizo evidente que el partido jugaría un papel más importante en el gobierno libanés. Por cierto, en las elecciones de 2005, Hizbolá aumentó su participación en el parlamento a 14 escaños, en un bloque con otros partidos, que obtuvieron 35. También en 2005, por primera vez, el partido decidió participar en el gabinete, y actualmente ocupa el Ministerio de Energía.

 

Hizbolá no considera su participación en el gobierno como una contradicción de su mantenimiento de una milicia no-estatal. En realidad, el primer punto en la plataforma electoral de Hizbolá en 2005 promete “salvaguardar la independencia del Líbano y protegerla de la amenaza israelí salvaguardando la Resistencia, el ala militar de Hizbolá, y sus armas, a fin de lograr la liberación total de las tierras libanesas ocupadas.” Esta posición coloca al partido en conflicto con la Resolución 1559 del Consejo de Seguridad de la ONU, que llamó al “disolución y desarme de todas las milicias libanesas y no-libanesas” en septiembre de 2004, y con aquellas fuerzas políticas en Líbano que tratan de implementar la Resolución. Antes de los eventos de julio, Nasrallah y otros dirigentes del partido asistieron a una serie de reuniones de “diálogo nacional” orientadas a fijar los términos para el desarme de Hizbolá. El diálogo no había llegado a ninguna conclusión cuando comenzó la actual violencia, en parte por la insistencia de Hizbolá en que todavía necesitaba sus armas para defender a Líbano.

 

Pero el partido también tiene una plataforma social, y se considera como representante no sólo de los libaneses chiíes, sino también, de modo más general, de los pobres. La milicia Amal formada por Sayyid Musa al-Sadr se convirtió también en un partido político, y ha sido el principal rival político de Hizbolá entre los libaneses chiíes, aunque ahora trabajan conjuntamente. El presidente del parlamento durante tantos años, Nabih Berri, líder de Amal, es el intermediario entre Hizbolá y los diplomáticos que se informan sobre las condiciones para un cese al fuego y para un intercambio de prisioneros. El partido también participa en el juego político usual en Líbano, bajo el cual los candidatos se presentan en listas multi-confesionales por distritos en lugar de hacerlo como individuos, y se alía (aunque sea temporalmente) con políticos que no apoyan su programa. En la contienda parlamentaria de 2005, la sunní en la lista de Hizbolá en Sidón fue Bahiyya al-Hariri, hermana del ex primer ministro asesinado. Desde las elecciones, el mejor aliado del movimiento chií ha sido el ex general Michel Aoun, el personaje anti-sirio por excelencia en la política libanesa. El movimiento de Aoun, junto con Hizbolá, fue un componente importante en las enormes manifestaciones del 10 de mayo en Beirut contra los planes de privatización del gobierno, que costaría puestos de trabajo en el sector público de Líbano.

 

ASISTENCIA SOCIAL

 

Las consecuencias de la guerra civil libanesa produjeron estancamiento económico, corrupción gubernamental y una brecha creciente entre la clase media en permanente reducción y el continuo aumento de las filas de los pobres. Las áreas chiíes de Beirut también tuvieron que enfrentar un masivo desplazamiento desde el sur y desde la Bekaa. En ese clima económico, el clientelismo sectario se convirtió en un instrumento indispensable de supervivencia.

 

En los años setenta y ochenta se desarrolló una red chií musulmana de asistencia social, siendo al-Sadr, Fadlallah y Hizbolá los autores fundamentales de dicho desarrollo. En la actualidad, Hizbolá funciona como una organización-paraguas que aglutina a numerosas instituciones de ayuda social. Algunas de estas instituciones dan apoyo mensual y ayuda mediante suplementos nutricionales, educacionales, de vivienda y salud a los pobres; otras se concentran en el apoyo a orfanatos; algunas se dedican a la reconstrucción de áreas dañadas por la guerra. También hay escuelas, clínicas y hospitales a precios reducidos para afiliados a Hizbolá, incluyendo una escuela para niños con síndrome de Down.

 

Estas instituciones de asistencia social se encuentran por todo el Líbano y sirven a la gente local sin tener en cuenta su secta, aunque se concentran en las áreas esencialmente chiíes musulmanas del país. Trabajan casi exclusivamente con voluntarios, sobre todo mujeres, y gran parte de su financiación proviene de donaciones individuales, del apadrinamiento de huérfanos y de impuestos religiosos. Los chiíes musulmanes pagan un diezmo anual llamado el khums, la quinta parte de los ingresos que no necesitan para el mantenimiento de su propia familia. La mitad de este diezmo es entregado al marja’ que reconocen. Desde 1995, cuando Jamenei nombró a Nasrallah y a otro líder de Hizbolá como sus representantes religiosos en Líbano, los ingresos por khums de los chiíes libaneses que siguen a Jamenei han ido directamente a los fondos de Hizbolá. Estos chiíes también aportan su zakat, los óbolos que deben pagar todos los musulmanes que se lo pueden permitir a la vasta red de instituciones de asistencia social de Hizbolá. Gran parte de ese apoyo financiero proviene de chiíes libaneses que viven en el extranjero.

 

¿QUIÉN APOYA A HIZBOLÁ?

 

Dado que uno de los principales objetivos admitidos por Israel en la guerra actual es la “eliminación” de Hizbolá en el sur, es importante notar que el partido tiene una base amplia de apoyo en el sur y por todo el país, una base de apoyo que no necesariamente depende de la secta. Nacer en una familia musulmana chií, o ser un piadoso y practicante musulmán chií, no determina ninguna afiliación política.

 

Tampoco lo hace el status socio-económico personal. Algunas veces se asume que Hizbolá usa sus organizaciones sociales para sobornar a sus simpatizantes, o que estas organizaciones sólo existen para favorecer “actividades terroristas”. Estas opiniones revelan un punto de vista muy simplista acerca del partido. Una lectura más precisa sugeriría que la popularidad del partido se basa en parte en su dedicación a los pobres, pero también en sus plataformas políticas e historial en Líbano, en sus ideologías islámicas y en su resistencia ante la ocupación y ante las violaciones de la soberanía libanesa por parte de Israel.

 

La popularidad de Hizbolá se basa en una combinación de ideología, resistencia y enfoque hacia el desarrollo político-económico. Algunos consideran que las ideologías de Hizbolá facilitarían una alternativa viable a un gobierno respaldado por EEUU y su proyecto económico neoliberal en Líbano, así como una oposición activa contra el poderío estadounidense en Oriente Próximo. Sus electores no sólo son los pobres, sino que provienen cada vez más de las clases medias e incluyen a muchos libaneses en ascenso en la escala social y con un alto nivel de educación. Un gran número de sus partidarios son musulmanes chiíes, pero hay también muchos libaneses de otras esferas religiosas que apoyan al partido y/o a la Resistencia Islámica.

 

“Partidario de Hizbolá” es en sí una frase vaga. Hay miembros oficiales del partido y/o de la Resistencia Islámica; hay voluntarios en organizaciones de bienestar social afiliadas al partido; están todos aquellos que votaron por el partido en las últimas elecciones; están quienes apoyan a la Resistencia en el conflicto actual, sin importar si están de acuerdo o no con su ideología. Postular como meta la desaparición de Hizbolá del sur de Líbano supondría la completa despoblación del sur y equivaldría a la limpieza étnica del área.

 

En los términos del conflicto actual, mientras la opinión pública libanesa parece estar dividida sobre si la culpa debe cargarse a Hizbolá o a Israel por la devastación en curso del país, esa división no descansa necesariamente en líneas sectarias. Lo más destacable es que hay muchos libaneses que no están de acuerdo con las ideologías islamistas de Hizbolá o con sus plataformas políticas y que creen que su operación del 12 de julio fue un error, pero que al mismo tiempo apoyan a la Resistencia Islámica y consideran que su enemigo es Israel. Estas posiciones no son mutuamente exclusivas. Uno de los efectos de los ataques israelíes sobre áreas escogidas de Beirut ha sido el de ampliar las divisiones de clase en el Líbano, lo que podría servir para incrementar aún más la popularidad de Hizbolá entre aquellos que ya se sentían alienados de la reconstrucción y desarrollo del país al estilo Hariri.

 

LA VIOLENCIA ACTUAL

 

El 12 de julio 2006, combatientes de Hizbolá atacaron un convoy del ejército israelí y capturaron a dos soldados. El partido declaró que habían capturado a esos soldados para utilizarlos como moneda de cambio en negociaciones indirectas para la liberación de tres libaneses detenidos sin proceso legal y en desafío al Tribunal Supremo de Israel. Como se ha señalado antes, hay precedentes de tales negociaciones. El ataque se planeó durante meses, y el partido hizo anteriormente al menos otro intento para capturar soldados. Nasrallah había declarado previamente que 2006 sería el año en el que tendrían lugar negociaciones para la liberación de los tres prisioneros libaneses que aún permanecían en las cárceles israelíes. En una entrevista del 20 de julio en al-Yazira, señaló también que otros dirigentes del Líbano conocían su propósito de ordenar los intentos de captura, aunque no los detalles de esta operación en particular.

 

Después de la captura de los soldados, Israel desató un ataque aéreo sobre las ciudades e infraestructuras del Líbano a una escala no vista desde la invasión de 1982. Este ataque fue acompañado por un bloqueo naval y, posteriormente, por una invasión terrestre. La invasión terrestre se ha encontrado con la firme resistencia de los combatientes de Hizbolá, junto con los de otros partidos. Tanto el Partido Comunista Libanés como Amal anunciaron la muerte de combatientes en los enfrentamientos. Al menos han muerto 516 libaneses, la mayoría civiles; el gobierno libanés ofrece la cifra de 750 o más [que aumentan con cada día que pasa]. Un recuento de Naciones Unidas informa que una tercera parte de las víctimas son niños. En muchos de los casos, aldeanos que habían recibido una advertencia para dejar sus hogares a través de folletos israelíes o mensajes telefónicos automáticos, murieron asesinados poco después al convertirse sus vehículos en objetivo de los ataques cuando trataban de escapar. El 30 de julio, los aviones israelíes bombardearon en Qana una casa de tres pisos que era utilizada como refugio, matando al menos a 57 civiles y despertando, una vez más, los recuerdos de la masacre de Qana de 1996. El gobierno libanés estima que, desde el 12 de julio, han resultado heridas 2,000 personas y 750,000 han sido desplazadas de sus hogares. Desde que empezó la campaña de bombardeos israelíes, Hizbolá ha respondido disparando centenares de cohetes hacia Israel, matando a 19 civiles hasta el momento. Además, han muerto en combate 33 soldados israelíes.

 

En Líbano, aldeas enteras han sido arrasadas en el sur, también lo han sido como barriadas enteras en los suburbios al sur de Beirut. Han sido elegidos como objetivos y destruidos autopistas y tanques de gas en el Aeropuerto Internacional de Beirut, carreteras, puertos, plantas de energía, puentes, gasolineras, transmisores de TV, torres de comunicación celular, una fábrica de leche y otras industrias, silos de trigo, así como camiones con suministros médicos, ambulancias y pequeñas furgonetas atestadas de civiles. Naciones Unidas ha advertido ya de inminente crisis humanitaria e indicado que se han puesto en marcha investigaciones ante crímenes de guerra por los ataques a civiles tanto en Líbano como en Israel. Human Rights Watch documentó la utilización de artillería dotada de bombas de racimo, que creen “puede estar violando la prohibición de ataques indiscriminados contenida en el derecho humanitario internacional”, pues las “bombetas” se dispersan mucho y a menudo no explotan con el impacto, convirtiéndose así en minas terrestres. Testigos en Beirut han informado que los efectos de la pauta de destrucción en los vecindarios especialmente machacados semejan los causados por armas termobáricas, o “bombas aspiradoras”, cuyos efectos explosivos son en sí indiscriminados. Los doctores libaneses que reciben muertos y heridos han manifestado que las bombas israelíes contienen fósforo blanco, una sustancia que, si se usa para operaciones ofensivas, es considerada un arma química ilegal.

 

El objetivo inicialmente declarado por Israel de asegurar la liberación de los dos soldados capturados se ha desvanecido del discurso israelí y ha dado abierto camino a otros dos objetivos reconocidos: el desarme, o al menos la “degradación” de la milicia de Hizbolá, y su desaparición del sur de Líbano. Según un artículo del San Francisco Chronicle del 21 de julio, “un alto oficial del ejército israelí” había presentado ante EEUU y otras diplomacias, un año antes de la captura de los dos soldados por parte de Hezbolá, los planes para llevar a cabo una ofensiva con los objetivos mencionados. Aunque Israel no está de acuerdo con muchas resoluciones de la ONU, el ejército israelí parece estar intentando unilateralmente –aunque con la aprobación estadounidense– poner en práctica la Resolución 1559 del Consejo de Seguridad.

 

No resulta fácil de entender cómo los bombardeos aéreos de infraestructuras y la matanza de civiles libaneses pueden llevar a conseguir alguno de esos objetivos, especialmente en un momento en que parece estar creciendo el apoyo a Hizbolá y a la Resistencia Islámica. La atrocidad de las acciones de Israel está consiguiendo a estas alturas acabar con el desacuerdo ideológico con Hizbolá de muchos libaneses y, de ese mismo modo, es probable que los apoyos al partido sigan creciendo.

 

Lara Deeb, antropóloga cultural, es profesora ayudante en los estudios sobre la situación de la mujer en la Universidad de California-Irvine. Es autora de “An Enchanted Modern: Gender and Public Piety in Shi’i Lebanon”.

Texto original en inglés: www.merip.org/mero/mero073106.html

 

Sinfo Fernández es miembro del colectivo de Rebelión. Germán Leyens y Ulises Juárez Polanco son miembros de los colectivos de Rebelión y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción es copyleft y se puede reproducir libremente, a condición de mencionar a la autora, a los traductores y la fuente.

El imperialismo de EEUU hoy

Introducción


Para comprender la actual configuración del poder mundial y las relaciones entre los Estados, el concepto de Imperialismo es más preciso y científico que conceptos vagos y amorfos como el de "globalización".

 

 

La naturaleza y la estructura del imperialismo se capta mejor cuando se reconoce que es un fenómeno complejo, cuyos componentes económicos, políticos, militares e ideológicos se interrelacionan.

 

 

En el sistema imperialista actual hay tres centros principales que son aliados y también compiten: EEUU, la Unión Europea y Japón.

 

 

Este ensayo documentará y describirá la naturaleza y la estructura del poder imperialista de EEUU. Comenzaremos con el papel de las multinacionales de EEUU en la economía mundial y el papel del Estado Imperialista de EEUU en las instituciones financieras internacionales (FMI, Banco Mundial, etc.).

 

 

Seguirá luego una discusión del poder político y militar mundial de EEUU, tal como se ejerce a través de organizaciones multilaterales y de la intervención bilateral y unilateral Finalmente, examinaremos el mensaje ideológico de la propaganda y su transmisión por los medios masivos controlados por el imperialismo.

 

 

Concluiremos resumiendo el poder acumulativo del imperio de EEUU y sus contradicciones.

 

 

Base económica del poder imperialista de EEUU

 

 

Un estudio reciente llevado a cabo por el "Financial Times" sobre las compañías más grandes del mundo según su capitalización del mercado, revela que de entre las 500 compañías más grandes del mundo, 244 son de EEUU, 46 de Japón y 23 de Alemania. Aun considerando toda Europa junta, sólo 173 son europeas, muy por debajo de EEUU. El crecimiento del poder económico de EEUU en relación a Japón aparece claro cuando comparamos los datos de los años 90: el número de firmas japonesas presentes entre las 500 más importantes cayó de 71 a 46, mientras que el número de firmas de EEUU aumentó de 222 a 244.

 

 

Si miramos a las 25 multinacionales más grandes, aquellas cuya capitalización excede los $ 86 billones, la concentración de poder económico de EEUU es aún más clara. Más del 70% son de EEUU, 26% son europeas y sólo el 4% son japonesas. Dado que las multinacionales controlan el comercio, los préstamos y las inversiones, es principalmente EEUU quien ha emergido como potencia dominante abrumadora. Dado que las compañías más grandes son la fuerza principal en la compra de las compañías más pequeñas, a través de fusiones y adquisiciones, podemos esperar que las multinacionales de EEUU desempeñarán un papel importante en el proceso de concentración y de centralización del capital. Estudios recientes demuestran que las corporaciones multinacionales todavía están bajo el control de sus jefaturas en EEUU, Europa y Japón. Más del 80% de las decisiones sobre tecnología e inversión son tomadas por la " casa matriz" imperial, refutando la pretensión de los teóricos de la globalización de que las corporaciones multinacionales no tienen "nacionalidad". Centenares de billones de dólares en ganancias, pagos de intereses y "royalties" llenan los cofres de las corporaciones con base en los EEUU, enriqueciendo a pocos en el norte y empobreciendo a los pobres en el sur.

 

 

La participación de EEUU en los beneficios mundiales ha pasado de 36% en 1990 a 43% en 1998. El poder financiero se concentra aún más: de los 13 de los bancos de inversiones más grandes, 11 pertenecen y son dirigidos por EEUU, dándole un papel clave en la ordenación y en el ser beneficiarios de las mega-fusiones.

 

 

Las llamadas "instituciones financieras internacionales” (IFI) como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), no son realmente internacionales, puesto que son controladas por EEUU y en un menor grado por los Estados Europeos.

 

 

El poder de los votos en las "IFIs" se basa en la contribución financiera, y da a EEUU el poder de vetar o de imponer determinadas condiciones en los préstamos, lo que fuerza a quienes los reciben a privatizar, a desregular sus economías y a eliminar las barreras comerciales.

 

 

La estructura interna de las IFI se compone de una junta de directores que son delegados designados por el Tesoro de EEUU y los ministerios financieros europeos. Estos delegados designados siguen la política dictada por el Estado imperialista, que a su vez trabaja muy de cerca con Wall Street, la Bolsa de Londres, etc. En otras palabras, el carácter multilateral o internacional de estas instituciones financieras es una fachada que disimula el verdadero poder ejercido por los Estados imperiales en favor de sus multinacionales. El FMI, el BM y el BID no son poderes internacionales; son más bien extensiones financieras del Estado imperialista. Las políticas neoliberales impuestas por las IFIs benefician directamente a las multinacionales, a través de las políticas de ajuste estructural, que facilitan los pagos de la deuda externa a bancos de EEUU a expensas de los salarios y los programas sociales para las masas urbanas y rurales.

 

 

El creciente poder de las coporaciones multinacionales de EEUU está ligado directamente a la influencia y dominación de Washington sobre las instituciones financieras internacionales. Ambos poderes fortalecen y expanden el imperio económico de EEUU: poder político e imperialismo económico de EEUU. Este imperialismo económico depende del poder político, de la capacidad del estado imperial para intervenir y establecer regímenes que le sean favorables, así como códigos legales y garantías para la inversión económica de EEUU y el pago de las deudas. El Estado imperial de EEUU es el instrumento principal para conquistar y recolonizar regiones para los inversionistas, prestamistas y comerciantes. Washington tiene varias agencias gubernamentales para realizar estas funciones: las fuerzas armadas para usar fuerza (o amenazar con ella) para defender regímenes pro-capitalistas o derrocar gobiernos progresistas; una extensa área de espionaje internacional y agencias de policía secreta (la CIA, DIA, DEA, NSA, etc.), que organizan esquadrones de muerte, reclutan informantes y en general desestabilizan regímenes antiimperialistas o eliminan movimientos progresistas.

 

 

El Departamento del Tesoro, por medio de instituciones unilaterales, bilaterales o multilaterales, proporciona ayuda económica para los regímenes clientes, y ordena boicots, embargos comerciales, etc. contra los regímenes nacionalistas o socialistas. El Departamento de Estado ordena las políticas diplomáticas, reconociendo y legitimando a los regímenes clientes, o demonizando a sus adversarios. El Departamento de Estado coordina la propaganda con los medios de comunicación privados de forma que transmitan la línea de pensamiento imperial.

 

 

El Departamento de Defensa organiza la intervención militar, entrena a fuerzas represivas y proporciona armas al ejército del cliente, para proteger los regímenes neo-liberales que abren la puerta a toma posesión de sus sectores económicos estratégicos.

 

 

El poder político de EEUU se proyecta en la arena internacional. La clave es es el intento de Washington de manipular y controlar las llamadas instituciones internacionales para dar legitimidad y apoyar su dominación imperial. Washington prefiere funcionar vía las instituciones multilaterales como las Naciones Unidas (ONU) o la Organización de Estados Americanos (OEA) si es posible, pero usará fuerza unilateral si es necesario para defender los intereses imperialistas. EEUU gana poder en la ONU mediante préstamos, influencia militar, regímenes clientes, promesas comerciales… para ejercer presión y sobornar a los gobiernos a votar por oficiales como Kofi Annam, el Secretario General, que son efectivamente servidores del Imperio. Cuando surgen asuntos políticos importantes para el debate, Washington junta los votos de sus clientes, o usa su influencia, o pone el veto en el Consejo de Seguridad para bloquear, o para implementar políticas imperialistas.

 

 

Por lo tanto, la dominación de EEUU sigue caminos multilaterales, bilaterales o unilaterales, según cuál sea el mejor mecanismo disponible en cada momento para realizar sus intereses imperiales: la invasión de Kosovo fue multilateral, el boicot de EEUU a Cuba (Helms-Burton) es unilateral, el apoyo de EEUU a Israel contra los palestinos es bilateral. Diferentes tácticas para el mismo fin político estratégico.

 

 

Las diversas instituciones políticas de EEUU se complementan entre ellas, proporcionando apoyo coercitivo económico, político e ideológico a las multinacionales y combatiendo a los adversarios nacionalistas y progresistas o a los competidores imperiales.

 

 

Poder militar

 

 

EEUU es la potencia militar intervencionista número uno en el mundo. Recientemente ha intervenido directamente en Yugoslavia, Iraq, Somalia, Panamá, Grenada, Afganistán... Ha intervenido indirectamente en operaciones clandestinas en muchas regiones, como América Central (Nicaragua, Guatemala, El Salvador), Suramérica (Colombia, Perú...). La escala y el alcance del poder militar de EEUU se manifiesta en su presupuesto militar (casi $300 billones), su monopolio nuclear y sus ventas militares (el mayor vendedor).

 

 

La OTAN (Organización del Tratado de Atlántico Norte) ha sido la alianza militar principal con la cual EEUU ha ejercitado su hegemonía, primero en Europa y, después del final de la guerra fría, en todo el mundo. La alianza de la OTAN ha estado bajo dirección de EEUU y ha servido siempre para organizar las fuerzas militares capitalistas importantes de cara a intervenir y reprimir los movimientos sociales en todo el mundo. Por ejemplo, Turquía, un miembro de la OTAN, usa armamentos y entrenamiento de la OTAN para reprimir violentamente a millones de kurdos. EEUU utilizó a la OTAN para bombardear Iraq y Yugoslavia. La nueva doctrina de la OTAN establece explícitamente las condiciones para las intervenciones militares ofensivas en cualquier lugar del mundo donde se vean amenazados los intereses occidentales, o sea, donde los movimientos o los regímenes progresistas resistan a las políticas neoliberales.

 

 

La clave del poder militar de EEUU es su flexibilidad táctica y su rigidez estratégica. La flexibilidad militar de EEUU se evidencia de muchas maneras: (1) en entrenar y adoctrinar a las fuerzas armadas clientes para luchar por los intereses económicos y estratégicos de EEUU en su propio país; (2) el Pentágono permite que guardianes de paz de EEUU supervisen áreas conflictivas para mantener los intereses de EEUU; (3) Washington proporciona fuerza aérea y consejeros, mientras otros países ponen las tropas terrestres; (4) el Pentágono recluta nuevos clientes en Europa Oriental, antigua URSS y los países Bálticos para formar parte de la OTAN para ser escudos que cercan a Rusia; (5) las bases militares de EEUU se extienden a nuevas regiones (Ecuador, Bolivia, Argentina, Macedonia, etc.) para reprimir movimientos nacionales y populares sociales..

 

 

La extensión de nuevas bases y alianzas militares coincide con la extensión económica del imperio de EEUU y la profunda contradicción entre la riqueza imperial y el empobrecimiento de la masa.

 

 

La flexibilidad táctica, la variedad de medios de intervención militar, es igualada a la rigidez estratégica. Los legisladores imperiales de EEUU tienen un conjunto de metas estratégicas constantes: mantener su posición de la dominación del mundo, limitar o minar los competidores regionales (Europa, Japón) y aislar, destruir o neutralizar a los regímenes nacionales independientes. La OTAN, extensión de Washington, con su gran presupuesto militar, se dirige a la dominación del mundo; su intervención en Bosnia y Yugoslavia y el reclutamiento de nuevos clientes en Europa Oriental es para fortalecer su posición en Europa; sus bases militares y el Plan Colombia son dirigidos a asegurar regímenes clientes en Colombia, Bolivia, Perú, etc.

 

 

Las ventas de armas de EEUU son componentes económicos y militares del sistema imperial. Las ventas de armas son exportaciones claves para proporcionar grandes beneficios para las industrias de EEUU y para compensar los grandes desequilibrios comerciales no militares. Militarmente, el programa de las armamentos da a EEUU palanca militar, influencia y posición estratégica en las fuerzas armadas de los países compradores: el entrenamiento tecnológico va acompañado de adoctrinamiento en contrainsurgente e ideología neoliberal. Militarismo es el hermano gemelo del imperialismo económico: los mercados libres son defendidos con las ametralladoras.

 

 

Las bases ideológicas del poder imperialista

 

 

La fuerza es el último recurso del imperio. EEUU confía en la propaganda ideológica para ganar adherentes y para desmoralizar y desorientar a sus grandes adversarios. Primero se utiliza la ideología para justificar o ligitimizar la intervención imperialialista. Para convencer al público, en EEUU y en otras partes, Washington sostiene el argumento de que su esfuerzo militar de destruir a los movimientos populares y movimientos sociales que luchan contra las desigualdades sociales y la explotación es por razones humanitarias.

 

 

Éste era el caso en Yugoslavia, donde el bombardeo masivo de edificios civiles y la matanza de miles de personas era para acabar con el " genociio " de los albaneses de Kosovo. Después de la victoria de la OTAN, los doctores forenses encontraron menos de 3.000 muertos en Kosovo, contando serbios, gitanos y albaneses, de ambos lados. Bajo la ocupación de la OTAN 250.000 serbios, gitanos, etc. han sido sacados de Kosovo, centenares han sido asesinados por los terroristas albaneses fanáticos, se ha privatizado la propiedad pública y la OTAN tiene una nueva base militar. La ideología humanitaria extendió el poder imperialista.

 

 

La campaña antidrogas de EEUU ha conducido a crear nuevas bases militares y a la intervención militar directa. En Colombia, EEUU ha escalado su campaña del militarization a través del Plan Colombia, dirigiendo y financiando la represión y a los grupos paramilitares contra los ejércitos del guerrilla y las organizaciones populares que protestan por el régimen neoliberal. La campaña antidrogas de Washington es un fraude, puesto que la mayoría de los traficantes de la droga se encuentran entre los militares y los aliados políticos de Washington, y la mayor parte del dinero de la droga es lavado en bancos de EEUU en Miami, Nueva York, etc. Ideologías antidrogas y antiterroristas se utilizan para disfrazar y legitimizar la recolonización de América Latina por Washington, y se dirigen a la represión de movimientos que desafían la hegemonía de EEUU.

 

 

Los medios de comunicación masivos, la CNN y los monopolios locales y extranjeros, transmiten la propaganda de Washington y dan la imagen de ser agencias de noticias privadas, independientes. La centralización y concentración de los medios masivos de comunicación y sus crecientes conexiones a los centros imperialistas facilitan la conexión entre los monopolios nacionales masivos y los que dictan la política imperialista.

 

 

Conclusión

La dominación imperial de EEUU es el problema principal del nuevo milenio. Es una fuerza compleja y ubicua que ha polarizado profundamente al mundo/clases/razas/género/regiones. La transferencia masiva de riqueza del imperialismo a los ricos del norte y oligarcas del sur va emparejada con el creciente ejército de pobres en el Sur y los decadentes salarios de los trabajadores en el norte. Sin embargo, el fenómeno gemelo de imperialismo económico y militarismo está provocando resistencia popular, movimientos anti-imperialistas en Colombia, revolución social de los campesinos de Bolivia, Brasil, Paraguay, regímenes nacionalistas en Venezuela... Si bien EEUU domina el mundo hoy, la creciente resistencia cuestiona el Imperio de mañana.

Factfile: Hezbollah

Ya van dos semanas de intensos ataques a la población civil libanesa. Más de 380 civiles asesinados, medio millón de refugiados y 1.300 heridos. El Estado Sionista dice atacar posiciones de Hezbollah, lo que en las imágenes que difunde la televisión queda más que claro lo que denomino "uso científico de la mentira". 
 
Muchos se preguntan qué es Hezbollah, cuándo nace, qué busca, etc.. Es por esto que aquí les dejo un "factfile" de la milicia libanesa liderada por Hassan Nasrallah. Saludos a mis queridos weblogers...


Hezbollah is an Islamic resistance group and political party based in Lebanon. Founded by Shia Muslims to resist Israel's invasion of Lebanon in 1982, the group's political and military success has made it a model for other Islamic movements worldwide.

History

Hezbollah was founded in the early 1980s by Lebanese Shia who wanted to fight the Israeli army, which since 1982 had occupied a large area of southern Lebanon.

 

The movement grew quickly after receiving Syrian and Iranian logistical, financial and military support. Its members carried out numerous suicide attacks against Israeli targets inside Lebanon.

 

By the late 1990s Hezbollah had developed into a sophisticated political party while also funding free schools, hospitals and social programmes for Lebanon's often impoverished and rural Shia population.

 

But at the same time, its fighters continued to mount ever more lethal attacks on Israeli forces in Lebanon, leading to an increasing pressure on the Israeli government to pull out.

 

Israeli defeat

 

In May 2000 Israel withdrew from all of Lebanon. Hezbollah was widely seen as the cause of the Israeli defeat. Many observers hailed the group as the first Arab military force to defeat an Israeli army.

 

But while the group's popularity soared within Lebanon – even among many Lebanese Christians and Sunnis - world powers called for Hezbollah to lay down its arms and enter mainstream politics.

 

By late 2000 the group was under increasing international pressure to disarm now that the Israelis had left.

 

A new role

 

A few months after the Israeli withdrawal from Lebanon, the second Palestinian intifada broke out in October 2000.

 

The violence offered Hezbollah's armed wing a new role and purpose. Within months the Shia group had rebranded itself as a defender of all Arabs and Muslims

 

In October 2000 Hezbollah kidnapped three Israeli soldiers on the Lebanese border and demanded the release of Arab prisoners held by Israel.

 

In January 2004 Israel released nearly 500 Palestinian and Lebanese prisoners in return for a kidnapped Israeli businessman and the bodies of the four soldiers.

 

Since the Israeli withdrawal, Hezbollah has also attacked the Shebaa Farms, an Israeli-occupied area of land bordering Southern Lebanon. Hezbollah claims that this 25 square km area is historically Lebanese but the UN and Israel say it was captured from Syria during the 1973 Arab-Israeli war.

 

The future

 

Hezbollah's leader, Hassan Nasrallah, has tried to build the group into the dominant political party among the Lebanese Shia, who are the largest of Lebanon's 19 religious minorities.

 

The movement's success at driving Israel out of Lebanon has inspired many other Islamic groups around the Middle East from Hamas in Palestine to Muqtada al-Sadr's Madhi Army in Iraq.

 

However, Hezbollah remains dependent on Syria and Iran for funds and arms. The US has frequently called on both countries to stop supporting the group which is today estimated to have several thousand fighters.

 

Syria has previously offered to disarm Hezbollah if Israel returns the Golan Heights, which it has held since 1967.

 

The movement's success at driving Israel out of Lebanon has inspired many other Islamic groups around the Middle East from Hamas in Palestine to Muqtada al-Sadr's Madhi Army in Iraq.

 

However, Hezbollah remains dependent on Syria and Iran for funds and arms. The US has frequently called on both countries to stop supporting the group which is today estimated to have several thousand fighters.

 

Syria has previously offered to disarm Hezbollah if Israel returns the Golan Heights, which it has held since 1967.

China y las implicancias de su cuarto 'despertar'

por  Rodrigo Álvarez Valdés
 
El interés mundial generado por el crecimiento económico de la Republica Popular China el cual desde fines de la década de los 70’s, y de acuerdo al Banco Mundial, habría alcanzado un increíble promedio de casi un 10% anual, ha traspasado fronteras, creencias e ideologías. Por esta razón y más allá de temas relacionados con contaminación medio ambiental, derechos humanos, rol de la mujer, sociedad civil y dualismo ideológico, el gigante asiático es hoy un ‘polo’ –principalmente económico- de atracción.

El caso no deja de ser sintomático desde que claramente el mundo –y aún manejando algunas de estas deficiencias y problemas internos chinos- ha promovido una política de carácter pragmático al momento de perfilar las relaciones bilaterales con el gigante milenario. Pragmatismo, el cual es factible decir, que esta sustentado sobre un potencial de algo más de 1.300 millones de razones. Desde esta perspectiva, y considerando la firma del TLC y del último acuerdo de explotación minera entre Codelco y Minmetal, para Chile se hace un urgente deber intentar desarrollar un análisis sostenido sobre el actual dinamismo demostrado por este país.

Así, entonces, es válido preguntarse ¿cuánto de nuevo tiene el actual ‘momentum’ Chino? Wang Gungwu, director del East Asia Institute de la Universidad de Singapur, en su estudio sobre la implicancia cultural, social, política y económica que el actual proceso Chino podría tener a escala global, detalla que lo que estamos observando es el cuarto despertar de la potencia Asiática. Efectivamente, al vigente ciclo de expansión le habrían precedido otras tres épocas de esplendor y desarrollo.

El primer período [255 BC-208 DC] fue dominado por las Dinastías Qin y Han. China, entonces, estandarizó su moneda, su escritura y medidas de medición e incorporó a su filosofía de vida el Confucianismo y el Budismo. El segundo período fue gobernado por las dinastías Sui y Tang. La primera [581-618] reunificó el Sur y Norte e implementó un sistema de igualdad de tierras. La segunda [618-907], sustentó la época de oro literaria y artística. Además, con un férreo control político pero con un alto intercambio comercial alzó la ruta de la seda a su máximo esplendor. El tercer período [1368-1911], fue regido por las dinastías Ming y Qing. La primera de ellas desarrolló una revolución agrícola e instauró el famoso Código Ming. Del mismo modo las expediciones de Zheng-He permitieron la expansión marítima China, la cual fue la base de su revolución comercial. La segunda, entre 1644-1911, y durante la cual se llegó al cenit del poder de la China Imperial, fue la antesala a la creación de la Republica Popular China. Sin embargo, desde una perspectiva mundial, el actual período [desde 1978 hasta hoy] abre una serie de interrogantes. La primera, dice relación con la política exterior. Desde esta perspectiva, China, ha adoptado a lo largo del primer quinquenio del siglo 21 una política algo más agresiva. En efecto, e interfiriendo con el predominio histórico de Estados Unidos y Europa, el país asiático se ha permitido moverse hacia regiones -principalmente en busca de asegurar el suministro de recursos naturales- que hasta ahora le habían sido claramente de interés limitado: África y América Latina. Segundo, y considerando su creciente influencia, se plantean temas en torno a la seguridad y estabilidad regional y mundial. Como sostiene John J. Tkacik en su libro ‘Repensando Una China’, el principal desafío del mundo [y en especial de Estados Unidos] en éste milenio será cómo manejar el actual ‘despertar’ Chino; el cual pareciera estar llamado a tener un rol clave en el manejo de crisis internacionales. Sin embargo, hoy China tiene aún como su mayor preocupación y objetivo la contención de sus fronteras y la soberanía y reincorporación de lo que denomina como provincia rebelde [Taiwán]

Tercero se plantea el tema de la permeabilidad de las instituciones. Así, frente al avance de la globalización la pregunta es si China podrá, con su actual estructura política y social, asimilar la cada vez más penetrante cultura económica global. Sin duda, el antiguo discurso ‘una China dos sistemas’ es cada día más poroso. Un reciente ejemplo ha sido la desesperada lucha que libró el gobierno chino por controlar la información emanada de servidores de Internet en su territorio; y a la cual hasta ahora sólo el 8% de la población tiene acceso.

Sin embargo, y paradójicamente, el sostenido crecimiento económico Chino estaría planteando -al mismo tiempo- una encrucijada que podría, en el mediano plazo, cambiar radicalmente a este país. Clara prueba de esto ha sido el discurso del Primer Ministro Chino, Wen Jiabao, el cual ha reconocido que el gobierno no ha cumplido con las expectativas generadas por el boom económico. Así, entonces, el nuevo plan quinquenal 2006-2010, plantea una serie de medidas que tienen el claro fin de mantener el ‘status quo’ del formato actual chino.

Primero, y tratando de evitar que siga creciendo el clima de descontento popular, se intentará solucionar el tema de inequidad entre las zonas rurales y urbanas; es como sostiene Glyn Ford el objetivo no declarado por manejar la crisis en el ‘countryside’ chino. Segundo, se ajustarán las serias deficiencias observadas en temas como salud y educación. Tercero, y por primera vez desde 1949, China permitirá la existencia de la propiedad privada, giro este último que es visto como crucial para continuar con el desarrollo económico. Cuarto, el desarrollo de una clara política de auto-defensa y quinto, se plantea la implementación de una política de ciencia y tecnología acorde con las necesidades del siglo 21. De esta forma China no sólo plantea, en el corto y mediano plazo, temas de carácter económico para Chile, sino que también abre una gama de otros intereses a los cuales hay que empezar a poner suma atención.
 
Fuente: www.elmostrador.cl 

La fuerza de una ciudadanía unida: el ejemplo francés

por  Antoine Samoullier
 
En Francia, el polémico Contrato de Primer Empleo (CPE) ya es parte del pasado. El lunes 10 de abril, el Primer Ministro Dominique de Villepin anunció la derogación de la ley, aduciendo que “las condiciones de confianza y tranquilidad no están presentes ni del lado de los jóvenes ni de las empresas, para permitir la aplicación del CPE”.

De Villepin, junto a los asesores de Gobierno, trataron de ofrecer una respuesta sencilla al problema más grande que vive Francia: el desempleo, facilitando la entrada de los jóvenes de menos de 26 años al mundo laboral. Como buen representante de la derecha francesa, el primer ministro pensó que era suficiente con accionar una palanca para acabar con la cesantía y el CPE era la puesta en práctica de esta visión del mundo.

El Ejecutivo creyó que podía hacer pasar sin un verdadero debate un proyecto de la importancia del CPE, destinado a las empresas de más de 20 trabajadores y a los jóvenes de menos de 26 años, estipulando que el empleador tiene la posibilidad durante los 2 primeros años de romper el contrato sin obligación de dar una razón escrita.

Los argumentos no convencieron a nadie y aparecieron las primeras protestas. Las universidades, con el apoyo de los principales sindicatos, empezaron a movilizarse y poco a poco, este movimiento tomó una amplitud y una intensidad considerables. Durante las primeras semanas de marzo, las universidades y los liceos fueron bloqueados por los estudiantes y durante las marchas de los martes, día designado como “de acción”, un total de 9 millones de personas salieron a las calles para expresar su descontento frente al desmantelamiento del código del trabajo y la precarización definitiva del empleo.

Durante esta lucha el presidente Jacques Chirac, quien normalmente no está a cargo de los asuntos internos del país, trató de salvar al CPE. En una intervención televisada afirmó que había escuchado al pueblo francés y que aceptaba modificar algunos artículos del proyecto. La respuesta de la oposición no se hizo esperar: nuevamente el día siguiente, los estudiantes y sindicatos desfilaron en las calles para pedir una sola cosa: la derogación total del CPE. Finalmente, unos días después, el gobierno cedió a la presión y echó marcha atrás.

Es importante destacar lo que en Chile podemos aprender de este episodio. El logro de este movimiento muestra la fuerza que puede tener la ciudadanía bien organizada. Cuando los estudiantes y sindicatos se dieron cuenta del contenido del proyecto de ley, toda una red se constituyó, coordinándose para hacer presión juntos contra el gobierno. Un representante sindicalista estudiantil reconoce que su rol fue “crear un vinculo con el mundo del trabajo para explicar que el movimiento estudiantil no defendía sus propios intereses, sino más bien mostrar que la precaridad laboral es asunto de todos”. Esta coordinación entre las distintas esferas de la sociedad tuvo el peso suficiente para que el gobierno renunciara al CPE.

Este éxito de la movilización ciudadana francesa sirve como ejemplo para mostrar que cada ciudadano tiene derecho a expresar qué tipo de desarrollo quiere. En Chile, escuchamos con frecuencia que el crecimiento económico es la solución “mágica” para convertirnos en un país moderno. Pero al mismo tiempo, no es difícil darse cuenta que muy pocos chilenos aprovechan los supuestos beneficios de la economía nacional (el 10 % más rico gana 35 veces lo que el 10% más pobre). La ciudadanía chilena tiene que tomar conciencia que es primordial luchar contra medidas socialmente injustas y lo tiene que hacer de manera unida y coordinada porque sólo cuando la oposición es suficientemente grande y visible, puede alcanzar sus objetivos.

En Chile, muchas veces oponerse a las decisiones del Gobierno es visto como entrar en la ilegalidad. La pregunta entonces es hasta dónde obedecer la ley. El fundador del concepto de la desobediencia civil, Henry David Thoreau explica que cada persona tiene el derecho a levantarse, en nombre de la sola conciencia individual, contra las leyes vigentes. De la misma forma que Thoreau llamó a no pagar los impuestos por estar en desacuerdo con la política de Estados Unidos en 1849, los ciudadanos chilenos tienen el derecho de enfrentar a las elites políticas cuando no cumplan con su deber.
 
Fuente: www.elmostrador.cl

La tiranía de Israel sobre Estados Unidos

James Petras
 
¿Qué país tiene en su territorio cientos de espías, topos y colaboradores trabajando, con total impunidad, para un gobierno extranjero desde hace más de 30 años como sucede en EEUU? Según han informado antiguos y actuales periodistas que conocen bien el tema, algunos de los cuales han sido interrogados recientemente por el FBI, los agentes de la policía federal señalan a la policía secreta israelí Mossad como organizadora y promotora de esa red de espionaje.
 
Durante el pasado año, en una de las más amplias investigaciones sobre el espionaje llevadas a cabo nunca, unos cien agentes del FBI estuvieron entrevistando, desde sus oficinas en ciudades por todo el país, a miles de testigos potenciales, informantes y sospechosos relacionados con el espionaje israelí en Estados Unidos.
 
Un antiguo reportero de un influyente semanario británico me contó que había sido interrogado en dos ocasiones, durante un total de unas doce horas, sobre la colaboración de los medios de comunicación con el Mossad a la hora de transmitir como “noticias” “información falsa” y propaganda a favor de Israel. De las conversaciones mantenidas con los periodistas entrevistados por el FBI surge un cuadro de penetración profunda y a gran escala de los espías israelíes y sus colaboradores en la sociedad y gobierno estadounidenses. Según mis fuentes, el FBI ha estado investigando durante treinta años las redes israelíes de espionaje, aunque la investigación se vio a menudo obstaculizada por políticos de ambos partidos en pago a los favores recibidos de lobbys israelíes y de ricos financieros para lograr que las campañas electorales acabaran favoreciendo a Israel. Según un escritor del británico Economist, hasta el FBI resultó infiltrado: el testimonio presentado por el escritor en los primeros años de la década de 1980 implicando a Richard Perle y Paul Wolfowitz en la entrega en mano de documentos a agentes del Mossad, “fue eliminado de los archivos del FBI y ha desaparecido”.
 
Al pasar de los años, los servicios secretos israelíes se han ido haciendo más atrevidos y groseros en sus operaciones en EEUU. La red abarca a cientos de israelíes, a estadounidenses-israelíes (doble ciudadanía) y a sus colaboradores locales (‘sayanin’ o voluntarios seguidores judíos de los agentes israelíes fuera de Israel). Como secuelas del 11-S, cientos de agentes israelíes que estaban rondando por las oficinas gubernamentales, fueron reunidos y deportados en silencio. En silencio, pero no porque no estuvieran cometiendo crímenes graves, sino para evitar que se incrementaran los ataques políticos desde las organizaciones pro-Israel más importantes y su clientela en el Congreso.
 
La expulsión masiva de espías israelíes fue una respuesta por el fallo de Israel cuando hubiera debido cooperar para impedir la masacre de miles de personas en Nueva York el 11 de septiembre de 2001. Parece que el FBI consiguió reunir pruebas de que la inteligencia israelí tenía detalladas evidencias del ataque terrorista del 11-S y no proporcionó la información a las autoridades estadounidenses. Sin embargo, siguieron afirmando que los israelíes les habían dado la información justo antes del ataque que sacó al FBI de la pista. Aunque el Mossad tiene la mayor red de espionaje y el sistema de apoyos más poderoso de cuantos países operan en EEUU, lo que resulta de especial interés es que, según los investigadores del FBI, esas operaciones están penetrando las más altas esferas del gobierno estadounidense, incluido el despacho del Vicepresidente Cheney. La prolongada investigación y la reciente y masiva asignación de recursos y agentes para investigar la conexión israelí se debe precisamente al espinoso asunto de tener que estar tratando con sospechosos en las esferas más altas de gobierno. Según un policía federal de Filadelfia, un paso en falso podría llevar a los peces gordos a cargarse la investigación. Por eso, los investigadores están extendiendo los interrogatorios para que alcancen a todas las fuentes posibles, acumulando miles de páginas con transcripciones, declaraciones juradas, intervención de conexiones telefónicas, videos de todos los posibles expertos o potencialmente implicados en las operaciones de espionaje de Israel desde hace mucho tiempo. A pesar de la intensificación de las investigaciones, montones de agentes israelíes y recientes reclutados continúan con las operaciones, muchos de ellos con la “cobertura protectora” de grupos cristianos evangélicos filo-sionistas así como de los ‘sayanin’. Un objetivo clave de la investigación del FBI, pero uno muy difícil de forzar, es el AL – una unidad secreta de ‘katsas’ experimentados (oficiales de caso del Mossad que reclutan agentes enemigos, como los describió Victor Ostrovsky, antiguo agente del Mossad, en “By Way of Deception”).
 
Según las fuentes de mi periódico, el caso de Judith Miller pasando desinformación de origen israelí fue una práctica común durante los años de las décadas de 1980 y 1990. Muchos de los periodistas importantes y escritores de editoriales aceptaron y publicaron o divulgaron, a sabiendas, la información falsa israelí difundida por agentes del Mossad que actuaban como consejeros políticos desde la Embajada de Israel.
 
La investigación del FBI sobre las extensas operaciones de espionaje de Israel en EEUU es consecuencia de varios factores. Tras años de estrecha colaboración entre la inteligencia israelí y el FBI, éste (junto con la CIA) asumió la vergüenza por el “fracaso de los servicios de inteligencia en el 11-S” sin mencionar la falta de cooperación por parte de Israel al no haberles informado sobre lo que sabían. En segundo lugar, la descarada invasión a gran escala de los operativos israelíes sobre el área del FBI (en EEUU), ha socavado las actividades propias de las agencias, ha erosionado su posición como agencias de seguridad y ha desafiado de modo especial sus operaciones de contra-espionaje. En tercer lugar, el ascendente de Wolfowitz, Feith y Perle en los más altos escalones del Pentágono y de Elliot Abrams, Rubin y Libby en el Consejo Nacional de Seguridad, el Departamento de Estado y la Oficina del Vicepresidente, facilitó la transferencia rápida y masiva de documentación confidencial y decisiones delicadas al ejército de operativos del Mossad y a los altos funcionarios de la inteligencia militar tanto en EEUU como en Israel.
 
El flujo de información de EEUU a Israel se convirtió en un torrente incontrolado y, por lo que respecta al FBI, lo peor de todo fue que a nivel organizativo se convirtieron en actores marginales cuando no directamente despreciados. Lo que les resultó particularmente mortificante fue tener al menos cinco testigos deseando testificar contra Wolfowitz y Feith por un incidente de espionaje anterior y no poder ni tocarles a causa de sus altas puestos y del respaldo presidencial (especialmente tras el 11-S). El FBI estaba realmente preocupado por la profunda penetración en el Estado y por el papel clave que Israel jugaba asesorando, dirigiendo y transmitiendo propaganda y directrices a sus agentes, colaboradores y a las organizaciones sionistas más importantes en la carrera hacia la invasión estadounidense de Iraq. Dada la histeria de guerra y la propaganda “anti-terrorista” bombeada por todo el aparato ideológico pro-Israel, los agentes israelíes en el gobierno actuaron abiertamente y con total impunidad, desafiando tanto al FBI como a la CIA al establecer su propia Oficina de Planes Especiales como “operación clave de inteligencia” para transmitir información falsa directamente desde Israel hasta la Casa Blanca.
 
El inicio, y las inmediatas secuelas, de la guerra de Iraq y la subsiguiente ocupación supusieron el punto culminante de la tiranía israelí sobre Washington. ‘Asesores’ pro Israel, miembros del gabinete, ideólogos, portavoces, miembros del Comité de Acción Política Israelo-Estadounidense (AIPAC, en sus siglas en inglés) y sus aliados en la Conferencia de Presidentes de las Organizaciones Judías más Importantes (CPMJO, en sus siglas en inglés) celebró su éxito presionando a EEUU a destruir completamente al principal adversario de Israel (Iraq), su ejército, su economía, sus sistemas administrativo y educativo y su infraestructura.
 
Sin embargo, la celebración de la victoria de Israel sobre el buen sentido e intereses nacionales de EEUU fue efímera. En cuanto la resistencia iraquí se fortaleció, en cuanto las bajas estadounidenses aumentaron y los costes de la guerra se dispararon, el pueblo estadounidense se volvió contra la guerra y el apoyo a la Administración Bush ha caído en picado. Con estos cambios políticos, los agentes israelíes y los colaboradores en el gobierno, autores y arquitectos de la guerra, debido a la investigación, perdieron parte de su inmunidad. Al detectar el FBI el cambio favorable en el clima político, procedió a ampliar enormemente su investigación; se sucedieron interrogatorios que incluyeron a Feith, Wolfowitz, Perle y otros neocon sionistas identificados con la inteligencia israelí. La siempre cautelosa agencia, temerosa de los ataques de los partidarios incondicionales de Israel en el Congreso de EEUU y en el Ejecutivo (Senadores Clinton y Lieberman, Secretaria de Estado Condi Rice y el Vicepresidente Cheney) se centró en los delitos de tres célebres elementos trabajando a favor de Israel – Irving “Scooter” Libby, de la oficina del Vicepresidente, por revelar la identidad de una agente secreta de la CIA; Larry Franklin, un funcionario del Pentágono de segundo rango unido a Feith y Wolfowitz, por espiar para Israel; y en dos dirigentes del AIPAC, el lobby pro Israel más importante, Rosen y Weissman, por pasar documentación confidencial a agentes del Mossad en la embajada israelí y por “complicidad” con periodistas de la corporación de prensa de Washington. Como la investigación del FBI sobre la conexión israelí logró llegar hasta los niveles más altos en la jerarquía estatal, Wolfowitz, cuya ambición de toda la vida era ser el número uno en el Departamento de Defensa, dimitió de repente y fue nombrado para presidir el Banco Mundial; Feith también dimitió y se reincorporó a su firma legal israelo-estadounidense cuando la investigación llegó hasta uno de sus conductos más importantes (Franklin) por proporcionar inteligencia a los israelíes.
 
El FBI ha intensificado sus dragas en la muy extensa red de espionaje israelí y sus colaboradores en el AIPAC, la CPMJO y las organizaciones evangélicas cristiano-sionistas y muchas otras organizaciones comunales. Al mismo tiempo, los jerarcas israelíes, los operativos del Mossad y los funcionarios del gabinete israelí han intensificado su campaña para involucrar a EEUU en una nueva guerra contra Irán. Todas las organizaciones importantes pro Israel, los ideólogos y funcionarios de la Administración se han hecho eco de esa línea belicosa. Los Senadores Clinton y Lieberman declararon públicamente que, a la hora de “bombardear Irán”, los intereses israelíes son el factor determinante de la política estadounidense hacia Oriente Próximo.
 
A pesar de las investigaciones del FBI, el AIPAC ha lanzado una de sus más virulentas y agresivas campañas de propaganda para satanizar a Irán, haciendo circular información falsa desde Israel sobre la amenaza de las (no existentes) armas nucleares de Irán y presionando con éxito al Congreso para que ladren ante la voz del Amo. A pesar del horrible desastre que para EEUU ha resultado ser la invasión de Iraq, en la cual los colaboradores israelíes jugaron un papel decisivo, están siguiendo el mismo guión a favor de la guerra con Irán – inventándose armas de destrucción masiva y amenazas para la seguridad de EEUU. El AIPAC está haciendo circular, entre todos los miembros del Congreso, fotos aéreas de bien conocidos e inspeccionados laboratorios experimentales iraníes como si fueran “lugares secretos de armas nucleares”. Todos los ideólogos neocon sionistas importantes han producido como si fueran salchichas una serie de artículos en los que repetían como loros la compartida línea estatal israelí sobre la “amenaza iraní” y la necesidad urgente de imponerle o bien sanciones o bien llevar a cabo un ataque militar. En la actualidad, todo el aparato a favor de Israel supone la fuerza política más influyente presionando para la confrontación militar de EEUU con Irán, en contra de la opinión de todas las compañías petrolíferas importantes de dentro y fuera de EEUU.
 
Según un periodista que solía trabajar con el columnista Jack Anderson y al que el FBI pasó seis horas entrevistando, el FBI se ha asegurado la cooperación del ya condenado espía israelí y antiguo oficial del Pentágono, Lawrence Franklin, en el próximo juicio a los altos dirigentes del AIPAC Rosen y Weissman. Están ahora intentando alcanzar un acuerdo con el último para llegar hasta los escalones más altos de poder del AIPAC y del Gobierno Federal. Pero el proceso de investigación del espionaje israelí es lento y tedioso precisamente porque se introduce profundamente en las más altas instancias del gobierno y se irradia por una amplia red de organizaciones de la sociedad civil. Teniendo en cuenta la gran presión de los israelíes a favor de un inminente ataque militar contra Irán, no es probable que las investigaciones logren socavar su empeño en la guerra.
 
Sin embargo, puede suceder que las desastrosas consecuencias militares, políticas y económicas de la guerra contra Irán –añadidas a las pérdidas en Iraq y Afganistán- hagan aumentar más aún el rechazo hacia la Administración Bush y el aparato pro-Israel. Una decidida reacción popular podría impulsar que se llevaran a cabo más arrestos y más procesamientos de funcionarios públicos en altas instancias y entre los millonarios y operativos de las redes israelíes que están presionando a favor de la guerra.
 
Estas guerras desastrosas al servicio de Israel podrían lograr que los ciudadanos estadounidenses reflexionen y reaccionen frente al sometimiento de la política exterior estadounidense ante Israel. En última instancia, incluso podríamos ver la reinstauración de una República Americana “libre de enredos exteriores”, por citar a George Washington, y de los “Benedict Arnold” [*], como alardean los Senadores estadounidenses.
 
N. de T.:
 
[*] Benedict Arnold vivió entre 1741-1801 y su nombre se ha convertido en EEUU en sinónimo del traidor a su patria, aunque durante los primeros años de la Revolución Americana fue un general brillante y muy respetado. A partir de 1780, presionado al parecer por una situación económica precaria y quizá también por su falta de promoción en el ejército, empezó a pasar importante información militar a los británicos, poniéndose más tarde al frente de tropas británicas. Cuando acabó la guerra se trasladó a vivir a Londres.
 
Fuente: http://www.rebelion.org